JOSÉ VARELA ORTEGA - Prisa Revistas

ambientalista y gradualista; perspectiva direccionalista,
internalista y puntuacionista;
perspectiva direccionalista, internalista y
gradualista.
Lyell y Darwin eran básicamente no direccionalistas,
ambientalistas y gradualistas.
Lyell no era direccionalista porque creía en el
eterno ciclo de la vida, hasta tal punto que
en su Principios de Geología, de 1842, llegó a
pronosticar el retorno de los iguanodontes,
de los pterosaurios y de los ictiosaurios a las
tierras, los aires y los mares del futuro: “Entonces
podrían esos tipos de animales volver,
de los cuales se conserva memoria en las antiguas
rocas de nuestros continentes”. Darwin
era no direccionalista simplemente porque
creía que la evolución era oportunista y
se adaptaba en cada caso a las circunstancias
del momento, cambiando sin rumbo fijo.
Sin embargo, sostiene Gould que Darwin y
también (al final) Lyell admitieron cierto
grado de dirección (en el sentido de progreso
o mejora) en la evolución.
Gould incluye a Lamarck entre los no direccionalistas
(versión internalista y gradualista),
lo que podría llamar la atención;
pero aquí Gould sigue a Simpson en su interpretación
del pensamiento de Lamarck:
aunque la evolución camina desde la ameba
hacia la perfección encarnada en el ser humano,
la degradación de los cuerpos a sus
Nº 110 n CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA
elementos más simples después de la muerte
hace comenzar un nuevo ciclo con la aparición
de organismos inferiores por generación
espontánea.
Para demostrar que siempre ha habido
paleontólogos partidarios de las ocho combinaciones
posibles, Gould pasa revista a
la nómina de las grandes autoridades de la
materia en tres diferentes contextos: el preevolucionista,
el evolucionista y el de la paleontología
actual. La conclusión a la que
llega Gould es que las actitudes con las
que se contempla la historia de la vida siempre
son las mismas, y que lo único que cambia
es el contexto en el que se sitúa el observador;
uno puede ser no direccionalista, ambientalista
y puntuacionista, por ejemplo, y al
mismo tiempo ser evolucionista o, por el
contrario, no creer en la evolución. Eso no le
quita, según Gould, importancia al contexto,
ni mucho menos: el cambio de contextos es,
para este autor, el objeto de la paleontología.
En la teoría sistémica de las religiones de
Couliano, todas las ramificaciones están previstas
en el sistema (del que son sus soluciones),
aunque aparezcan en diferentes momentos
de la flecha de la historia; la opinión
de Gould no puede ser más
coincidente, ya que según él: “Las cuestiones
esenciales de una disciplina [los datos básicos
del sistema en Couliano] son generalmente
planteadas por los primeros pensadores competentes.
La intensa actividad profesional de
siglos posteriores puede a menudo identificarse
como variaciones de un conjunto de
temas. La flecha de la historia especifica una
secuencia de contextos cambiantes en los
cuales las mismas viejas cuestiones son debatidas
sin fin”. De hecho, un capítulo de su
artículo se titula “La paleobiología contemporánea
recicla los antiguos temas”.
De acuerdo con el pensamiento de
Gould, y aunque se pueda algún día modificar
el contexto actual, debemos renunciar
a resolver de una vez para siempre viejos
problemas tan importantes como los de si la
evolución es direccional o no, la influencia
del medio sobre la evolución o el modo del
cambio. Como dice Gould: “En el tiempo
de Lyell, las tres cuestiones ya habían sido
planteadas y debatidas extensamente. Desde
entonces, no hemos parado, y dudo que
paremos alguna vez”. Tenemos que conformarnos
con escoger nuestro punto de vista
en función de nuestras preferencias (a su
vez consecuencia de la cultura y de la posición
social, en esto Gould se muestra muy
“ambientalista”) y disfrutar del panorama,
porque el problema es demasiado complejo
como para encontrar una solución única.
Pero hay otro planteamiento, muy diferente,
que dice que la historia de la vida, en
5