JOSÉ VARELA ORTEGA - Prisa Revistas
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“El valor de su metafísica es proporcional<br />
a los conocimientos matemáticos<br />
y físicos del autor dividido por su confianza<br />
en razonar a partir de los nombres<br />
de objetos”.<br />
James Clerk Maxwell*<br />
E<br />
n 1909, el historiador norteamericano<br />
Henry Adams<br />
escribió un ensayo titulado<br />
La regla de fases aplicadas a la historia.<br />
Adams observaba una decadencia<br />
en la evolución social y<br />
pensó que podía tener una justificación<br />
en las ciencias naturales.<br />
Creyó encontrarla en la regla de<br />
las fases de Gibbs. Adams comparaba<br />
las fases de la historia con<br />
las fases posibles de una sustancia.<br />
Con esta idea y algunas matemáticas<br />
extrañas llegó a la conclusión<br />
de que la era del pensamiento<br />
llegaría a su fin en el año 1921.<br />
Parece ser que no fue así.<br />
¿Qué es lo que fallaba en el razonamiento?<br />
¿Acaso la regla de<br />
las fases de Gibbs es falsa? ¿O es<br />
ilegítima la extrapolación de leyes<br />
físicas a contextos sociales?<br />
Ambas preguntas son interesantes<br />
y discutibles, pero en el caso<br />
que nos ocupa la respuesta es<br />
más simple: sencillamente<br />
Adams no había entendido nada<br />
de la regla de las fases.<br />
De hecho, antes de publicar<br />
su ensayo Adams tuvo el buen<br />
sentido de pedir a su editor que se<br />
lo diera a leer a alguien competente<br />
para destripar sus argumentos.<br />
James F. Jameson, editor de la<br />
American Historical Review, envió<br />
el manuscrito a Henry A.<br />
Bumstead, de Yale, que había sido<br />
discípulo de Gibbs. Bumstead<br />
* Texto perteneciente a una carta de<br />
Maxwell a Peter Guthrie Tait, 23 de diciembre<br />
de 1867.<br />
OBJECIONES Y COMENTARIOS<br />
EN EL NOMBRE DEL CAOS<br />
escribió un comentario de 26 páginas<br />
señalando los errores de<br />
Adams. La regla de fases tan sólo<br />
indica el número de fases o estados<br />
de agregación de una sustancia<br />
que pueden coexistir en unas<br />
determinadas condiciones de presión<br />
y temperatura; por ejemplo,<br />
que el hielo, el agua líquida y el<br />
vapor de agua sólo pueden coexistir<br />
a una presión y temperatura<br />
precisas. Difícilmente tiene que<br />
ver con lo que pretendía Adams.<br />
Éste reconoció su error y empezó<br />
a modificar su ensayo, aunque no<br />
pudo terminarlo. Fue publicado<br />
varios años más tarde por su hermano<br />
Brook.<br />
Por desgracia, no todos los autores<br />
tienen el buen juicio de<br />
Adams. Al parecer, basta con advertir<br />
de entrada que se es lego<br />
en ciertos temas para poder afirmar<br />
toda clase de disparates<br />
sobre los mismos. Si otros denuncian<br />
tales disparates es indudablemente<br />
porque quieren<br />
mantener el statu quo científico<br />
que les da de comer, “aferrándose<br />
como un hambriento a su pan”, o<br />
porque quieren perpetuar la división<br />
entre las dos culturas o, simplemente,<br />
por pura ignorancia 1 .<br />
Debería advertir por ello que<br />
quien esto escribe es profesional<br />
de la física y de la enseñanza.<br />
Además de esto, me une también<br />
una buena amistad con el “inquisidor”<br />
Fernández-Rañada. Por<br />
ello, es indudable que mis críticas<br />
están impulsadas por un espíritu<br />
1 En este texto hay varias citas indirectas<br />
de Escohotado sin referencia de página<br />
a las obras de origen. Las de los párrafos<br />
iniciales y finales son de su artículo<br />
Espiritualidad y complejidad, CLAVES DE<br />
RAZÓN PRÁCTICA, núm. 106, octubre de<br />
2000. Los de la parte central se refieren a<br />
su libro Caos y orden: algunos son literales<br />
y otros resúmenes de ideas.<br />
JAVIER GARCÍA SANZ<br />
corporativo (del cuerpo de inquisidores,<br />
por supuesto). Tampoco<br />
descarto que esté “transmitiendo<br />
una irritabilidad crónica” fruto de<br />
algún trauma derivado de mis<br />
días escolares en los que algún<br />
profesor trataba de enseñarme a<br />
resolver ecuaciones de segundo<br />
grado, o incluso de alguna fascinación<br />
oculta por el orden cerrado<br />
de mis días de recluta.<br />
Ciertamente, en el caso de<br />
Caos y orden, el libro de Antonio<br />
Escohotado, la tarea del inquisidor<br />
es abrumadora. El “inquisidor”<br />
Fernández-Rañada comenta<br />
que dejó de marcar errores cuando<br />
llegó a las 60 marcas; de ello<br />
deduzco que se cansó de marcar<br />
al cabo de unas pocas páginas de<br />
lectura. También me parece un<br />
prodigio de concisión por parte<br />
del “inquisidor” Peregrín que fuera<br />
capaz de resumir todos los<br />
errores en 20 páginas. Pero, además<br />
de abrumadora, la tarea parece<br />
condenada al fracaso. No se<br />
trata sólo de la contumacia en el<br />
error del señor Escohotado, sino<br />
de su manifiesta incapacidad para<br />
identificar siquiera los errores<br />
que se le advierten.<br />
Para ser justos, hay que decir<br />
que Escohotado sí ha reconocido<br />
dos errores. El primero es el haber<br />
confundido a Fermi con<br />
Pauli, para lo que tenía una buena<br />
razón. El segundo es haber<br />
sustituido carga por momento<br />
en una explicación del principio<br />
de indeterminación. También<br />
para esto había una buena razón:<br />
se trataba de no repetir tres<br />
veces la palabra momento. Por la<br />
misma razón, Newton debería<br />
haber utilizado de vez en cuando<br />
las palabras velocidad, ápside o<br />
cónica en lugar de masa, para<br />
que esta última no resultara tan<br />
repetitiva en su libro. Pese a to-<br />
do, Escohotado ha consentido<br />
en rectificar, y en las últimas ediciones<br />
ha sustituido la palabra<br />
carga por energía. Lo que Escohotado<br />
parece ignorar es que con<br />
ello no desaparece el disparate<br />
(o los disparates), como bien sabe<br />
cualquiera que tenga un mínimo<br />
conocimiento del principio<br />
de indeterminación.<br />
Otros errores que se señalan<br />
no son tales puesto que Escohotado<br />
los ha leído en algún libro.<br />
Por ejemplo, nadie tiene por qué<br />
extrañarse de que Lorenz tardara<br />
en darse cuenta de que sus ecuaciones<br />
eran no lineales, porque<br />
así lo dice Gleick en su libro y<br />
Gleick habló con Lorenz. Además,<br />
¿no estamos hartos de ver<br />
cómo los personajes de los dibujos<br />
animados tardan un tiempo<br />
en darse cuenta de que están caminando<br />
en el vacío?<br />
También tiene de su parte al<br />
mismísimo Feynman, cuya lectura<br />
recomienda a Fernández-<br />
Rañada. A decir verdad, no estoy<br />
seguro de a qué Feynman se refiere.<br />
El Feynman de Escohotado<br />
es autor de “un único libro<br />
sistemático”, que es, por supuesto,<br />
“su texto canónico”. Fernández-Rañada<br />
y yo conocemos a<br />
un Feynman autor de libros bastante<br />
sistemáticos como Quantum<br />
Mechanics and Path Integrals,<br />
Quantum Electrodynamics,<br />
Photon-Hadron Interactions o sus<br />
célebres Feynman’s Lectures on<br />
Physics. También escribió algunos<br />
libros de anécdotas divertidas<br />
y un librito de divulgación,<br />
titulado QED, en el que trata de<br />
explicar algunas particularidades<br />
de la teoría cuántica a quienes<br />
no están familiarizados con la<br />
aritmética de los números complejos.<br />
Para ello Feynman utiliza<br />
una representación gráfica a ba-<br />
74 CLAVES DE RAZÓN PRÁCTICA n Nº 110