Huneeus%20Pablo%20-%20La%20Cultura%20Huachaca%20O%20El%20Aporte%20De%20La%20Television
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También la TV fomenta en labios de sus animadores<br />
el fervor al producto. En pleno programa<br />
lanzan reverentes loas al dios LG. ¡Santo, santo! es el<br />
objeto que auspicia nuestro programa, rezan.<br />
Estas figuras de la tele son modelos de comportamiento<br />
comparables a los sacerdotes de la antigüedad.<br />
Son el ideal, los seres investidos del poder<br />
divino, los dispensadores de la grada, vale decir, los<br />
que tienen y regalan plata. A ellos hay que seguir,<br />
como ellos hay que ser, es la consigna.<br />
Al doblegarse personalidades públicas, políticos<br />
o artistas, a los imperativos mercantiles de la tele,<br />
sea probar la cosa o recibirla de regalo, están señalando<br />
que por encima de la dignidad está el dios<br />
plata. Business is business, dicen los hombres de negocio<br />
para justificar las impudicias a que lleva el<br />
afán de lucro. Todo vale si da dinero, el perdón de<br />
los pecados, el crimen que el rico (en caso de ser<br />
pillado) transa por una retribución monetaria, la vocación<br />
profesional y el amor a tal o cual persona.<br />
En esta línea de imponer a rajatabla una forma<br />
de determinismo económico, resucitan del fondo<br />
del olvido el vihpendiado materialismo histórico<br />
que propugna el dinero como el móvil central de las<br />
relaciones humanas, de la lucha de clases, del arte y<br />
de la historia, con desprecio absoluto al idealismo.<br />
Llevado a la tele, vemos que el programa estelar<br />
suele culminar en el acto de ganar una mercancía. El<br />
concursante de las diferentes pruebas que le pone el<br />
Señor, recibe del altísimo su mayor don: un auto.<br />
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