Agronegocios en Chile - faceaucentral

fR u tA L e s
sue L o s
Un suelo de calidad ideal para la producción de hortalizas es uno de textura
franca, profundo, fértil, plano, bien drenado, sano y libre de infecciones perdurables.
Los suelos de textura media se prestan para el más amplio y variado cultivo de
hortalizas. Los suelos arcillosos son difíciles de trabajar. Pocas especies se adecuan a
ellos como, por ejemplo, el tomate, repollo, coliflor y maíz choclero.
En cuanto al relieve o topografía debe ser un suelo bien nivelado y emparejado
para facilitar el riego y bien drenado, evitando acumulaciones de humedad. Si es un
potrero, es importante que no esté expuesto a fuertes vientos o fuertes heladas.
Cualquier napa freática puede obstaculizar el desarrollo radicular de las plantas,
especialmente de aquéllas que tienen raíces profundizadoras como el espárrago, por
ejemplo.
La ausencia de malezas perennes, como el maicillo, hualcacho, y la chépica, entre
otras, es otro requisito importante.
No es tarea fácil encontrar reunidas y combinadas todas las características
anteriores en extensiones de importancia. Es necesario, por tanto, acomodar los
cultivos en cierta medida a las condiciones reales, modificándolas en el grado que sea
económicamente viable, siempre teniendo presentes las exigencias de cada especie.
Las hortalizas no son indiferentes a las reacciones del suelo (pH). En su
mayoría prefieren suelos débilmente ácidos o neutros, dentro de márgenes bastante
amplios.
En cuanto a fertilidad, pocos cultivos son tan exigentes como los hortícolas
en relación con la fertilidad del suelo, no sólo por su sucesión prácticamente
ininterrumpida que da lugar a rotaciones más o menos estrechas, sino también por
la suma de nutrientes que extraen. El horticultor debe dedicar especial atención
a la conservación de fertilidad, para asegurar rendimientos elevados y constantes.
Concurren a dicho fin el empleo de estiércol, abonos verdes, fertilizantes químicos,
y rotaciones racionales por las cuales las plantas cosechadas dejen el suelo en buenas
condiciones a las que les suceden.
El N, P y K son denominados elementos fundamentales, y son los más importantes.
Su ausencia o escasez repercute en forma notoria sobre las funciones de las plantas y
se traduce en disminución de rendimientos y, de calidad.
El empleo, solo o combinado, de enmiendas y abonos, concurre a mantener,
directa o indirectamente, la fertilidad del suelo. Enmiendas son substancias que actúan
principalmente sobre la textura del suelo, corrigiendo defectos de compactación o
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