Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
puestos los ojos en la merienda que el otro había <strong>de</strong>jado, miréme con mi bota y coleto,<br />
cosidos con el jubón y las botas enceradas, que también hacían su figura, y no me espanté<br />
que me tuviera por cosa mala. Arremetí con un pedazo <strong>de</strong> pan y otro <strong>de</strong> queso, que había<br />
<strong>de</strong>jado con un jarro <strong>de</strong> vino, y sacando el vientre <strong>de</strong> mal año, juraré que en mi vida comí<br />
cosa que más bien me supiese. Pero estando con el jarro en la boca, vinieron diez o doce<br />
hombres, cum fustibus et armis, que los había movido el huidor, a matar la ballena, y como<br />
no la hallaron, preguntáronle al buen hombre que dón<strong>de</strong> estaba, y a mí si la había visto. Él<br />
quedó confuso, yo respondí en italiano, que no osé en español, que allí no había llegado<br />
ballena, ni otra cosa que pudiese parecerlo, sino yo <strong><strong>de</strong>l</strong> modo queme veían, y que aquel<br />
hombre había huido por <strong>de</strong>jarme la merienda. Riéronse <strong>de</strong> él, diéronle matraca, llamándole<br />
borracho y otras cosas en lengua francesa, con que rieron harto, y a mí me tuvieron lástima<br />
<strong>de</strong> verme tan mojado y <strong>de</strong>snudo. En el mismo tiempo venía una falúa con doce remos, por<br />
mandado <strong><strong>de</strong>l</strong> maestre <strong>de</strong> campo a buscarme, porque les dijo que había <strong>de</strong> ahorcar al arráez<br />
si no me llevaban vivo o muerto.<br />
Hiceles señas con la bota, que era la mayor que yo podía dar para mi conocimiento y su<br />
gusto, y luego dieron la vuelta a la caleta, adon<strong>de</strong> me hallaron puesto el sol, más afligido<br />
que perro manteado, temblando y encogido. Echáronme en la falúa, todos admirados <strong>de</strong><br />
verme vivo habiendo pasado tal trabajo en tantos años <strong>de</strong> edad, que ya tenía cerca <strong>de</strong><br />
cincuenta. Lleváronme a Marsella, don<strong>de</strong> aquel gran caballero, amado y conocido <strong>de</strong> todo<br />
el mundo, me acarició y regaló, aunque como aquel trabajo me cogió en años crecidos,<br />
siempre me duró, y todos los inviernos me resiento <strong>de</strong> aquella humedad y frialdad. Parecí<br />
yo en esto a un escarabajo que estando en compañía <strong>de</strong> un caracol, recogido por miedo <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
agua, confiado en sus afillas se <strong>de</strong>terminó <strong>de</strong> volar a buscar lo enjuto, y levantándose, dijo<br />
el caracol: Allá lo veréis, y le dio una gota gruesa, y lo arrojó en el arroyo <strong>de</strong> la creciente:<br />
confiando yo en que sabia nadar y los otros no, arrojéme al charco <strong>de</strong> los atunes, como dice<br />
D. Luis <strong>de</strong> Góngora me pudiera suce<strong>de</strong>r lo que al escarabajo, si Dios no lo remediara, que<br />
para una bestia tan cruel y <strong>de</strong>sleal como el mar no aprovecha saber nadar: que echarse un<br />
hombre en el mar es echarse un mosquito en la laguna Urbion. Los animales <strong>de</strong> la tierra<br />
están enseñados a tratar con un elemento fiel, amigable, suave y apacible, que don<strong>de</strong> quiera<br />
da acogida, y sustenta al cansado pero el mar ingrato, tragador <strong>de</strong> los bienes <strong>de</strong> la tierra,<br />
sepultura perpetua <strong>de</strong> lo que en él se escon<strong>de</strong>, que se sale a la tierra a ver si pue<strong>de</strong> llevarse<br />
a<strong>de</strong>ntro lo que está en la orilla; hambriento animal <strong>de</strong> todo lo que pue<strong>de</strong> alcanzar, asolador<br />
<strong>de</strong> ciuda<strong>de</strong>s, islas y montañas, envidioso enemigo <strong>de</strong> la quietud, verdugo <strong>de</strong> vivos y<br />
<strong>de</strong>spreciador <strong>de</strong> muertos, y tan avariento que estando lleno <strong>de</strong> agua y <strong>de</strong> peces mueren en él<br />
<strong>de</strong> sed y <strong>de</strong> hambre, ¿qué pue<strong>de</strong> hacer, sino <strong>de</strong>struir a quien <strong>de</strong> él se fiare? y así parece que<br />
con sola la mano <strong>de</strong> Dios pue<strong>de</strong> hacerse lo que estos días pasados sucedió en la toma <strong>de</strong> la<br />
Mámora a don Lorenzo y al capitán Juan Gutiérrez; a éste que nadando, y sin ayuda, y con<br />
muchos años acuestas, quitó a cinco moros un barco en que iban; y a D. Lorenzo, que<br />
habiendo nadado toda la noche, azotado <strong>de</strong> las levantadas olas, llegando al barco don<strong>de</strong><br />
pudiera <strong>de</strong>scansar <strong>de</strong> tan inmenso trabajo, alentándose con fuerzas sobrenaturales, dijo: que<br />
no quería entrar en el barco porque recogiesen a otros que venían atrás más necesitados que<br />
él, y pasó a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante. Caso es pocas veces o ninguna visto. Yo llevé: mi trabajo, y una<br />
reprehensión por el atrevimiento, porque la confianza me pudo costar la vida que yo<br />
realmente por mostrar que sabía nadar y que tenía animo <strong>de</strong>svanecido para atreverme, fue<br />
causa <strong>de</strong> arrojarme tan sin consi<strong>de</strong>ración, aunque <strong>de</strong> las cosas tan arrebatadas da poco lugar<br />
el discurso; pero mejor fuera aguardar la fortuna <strong>de</strong> todos que anticiparme con la mía, que