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Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

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aquel <strong><strong>de</strong>l</strong>antero, como criado, y quedóse esotro como señor. Muy por la mañana a<strong>de</strong>rezó su<br />

macho, y estuvo con mucho cuidado aguardando a que pasasen los merca<strong>de</strong>res: en pasando,<br />

hízose encontradizo con ellos, y preguntoles con gran<strong>de</strong> comedimiento, adón<strong>de</strong> caminaban,<br />

y respondiéndole ellos, que a la feria <strong>de</strong> Ronda, hizo gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> holgarse,<br />

diciendo: Mejor me ha sucedido que pensaba, en haberme encontrado con tan principal<br />

compañía; porque voy a la misma feria, a comprar un atajuelo <strong>de</strong> doscientas o trescientas<br />

vacas, y por no haber andado este camino, a lo menos <strong>de</strong> las Ventas Nuevas a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante, iba<br />

con algún recelo <strong>de</strong> mil daños, que suelen suce<strong>de</strong>r a los que llevan dinerillo, y habiendo<br />

encontrado con vuesas merce<strong>de</strong>s, iré muy consolado, así por la buena compañía, como<br />

porque vuesas merce<strong>de</strong>s me encaminarán allá, pues tienen más inteligencia que yo para lo<br />

que voy a comprar. Ellos le ofrecieron <strong>de</strong> ayudarle, y hacerle amistad en la feria, por ser<br />

muy conocidos en la ciudad. Estos dos bellacones, que iban en seguimiento <strong>de</strong> los<br />

merca<strong>de</strong>res, a lo que <strong>de</strong>spués entendí, eran <strong>de</strong> un género <strong>de</strong> fulleros, que entre ellos llaman<br />

donilleros: fueron riendo por el camino, porque el fullerazo era gran<strong>de</strong> hablador, y les iba<br />

diciendo cuentos, con que los entretenía con mucha gracia y donaire. Yo por no per<strong>de</strong>rlos<br />

hasta ver el fin, andaba lo más que podía asiéndome <strong>de</strong> cuando en cuando al estrilo, o al<br />

trancado <strong><strong>de</strong>l</strong> macho, que como dije que iba a la feria <strong>de</strong> Ronda, y era natural <strong>de</strong> ella, los<br />

merca<strong>de</strong>res me animaban y esperaban a ratos. Llegando cerca <strong>de</strong> cierta venta, que la mitad<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> año está <strong>de</strong>samparada, puesta en una la<strong>de</strong>ra a mano <strong>de</strong>recha como subimos, el fullero<br />

sacó <strong>de</strong> la faltriquera ciertos mostachones, que por la mucha especie, llaman la sed a tiro <strong>de</strong><br />

arcabuz, y dió a cada merca<strong>de</strong>r uno, y como era por el mes <strong>de</strong> Mayo cuando llegaron a<br />

emparejar con la venta, que estaba medio caída y sin gente, iban ya pereciendo <strong>de</strong> sed, dijo<br />

el fullero: Aquí <strong>de</strong>ntro hay una fuentecita muy fresca, entremos a cumplir con los<br />

mostachones; y si vuesas merce<strong>de</strong>s quieren, aquí llevo una bota <strong>de</strong> muy gentil vino <strong>de</strong><br />

Ciudad Real, con que po<strong>de</strong>mos hacer satisfacción al llamamiento. Apeáronse, y entró el<br />

fullero primero en la venta, llegó a la fuente, y siguiéndole los merca<strong>de</strong>res, bajose a beber,<br />

y dijo con gran<strong>de</strong> admiración: ¡Ay! ¿qué es esto que me hallo aquí? Y alzó la sortija que el<br />

ladrón <strong>de</strong> su compañero había <strong>de</strong>jado en la fuente. ¡Oh qué graciosa sortija! dijeron los<br />

merca<strong>de</strong>res; sin duda que algún caballero se la quitó para lavarse las manos, y se la <strong>de</strong>jó<br />

olvidada: cada cual se holgara <strong>de</strong> habérsela hallado. Todos tres, dijo el bellaco <strong><strong>de</strong>l</strong> fullero,<br />

la hallamos, y <strong>de</strong> todos tres ha <strong>de</strong> ser. ¿Pues qué haremos <strong>de</strong> ella? dijo un merca<strong>de</strong>r. Echarla<br />

a una quínola, dijo el fullero, en llegando a la venta, y a quien Dios se la diere, San Pedro se<br />

la bendiga. Bien dice vuesa merced, dijeron los merca<strong>de</strong>res, y a fe que si la gana cualquiera<br />

<strong>de</strong> los dos, se ha <strong>de</strong> emplear muy bien; pero cierto la sortijuela era <strong>de</strong> mucha codicia,<br />

porque alre<strong>de</strong>dor tenía doce diamantes, aunque pequeños, muy finos, y en lugar <strong>de</strong> piedra<br />

un rubí <strong>de</strong> hechura <strong>de</strong> corazón, que a cualquiera aficionara, labrado todo con mil donaires.<br />

Fueron todos muy codiciosos <strong>de</strong> ella, tratando por todo el camino los merca<strong>de</strong>res <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

<strong>de</strong>scuido <strong><strong>de</strong>l</strong> que la había perdido, y el bellacón <strong><strong>de</strong>l</strong> cuidado <strong><strong>de</strong>l</strong> que la había <strong>de</strong>jado,<br />

haciendo mil monerías con ella, para ponerles más codicia. Llegaron a Ventas Nuevas, y no<br />

parando en la primera, llegaron a la segunda, por hallarse más cerca <strong><strong>de</strong>l</strong> puerto. Apeáronse,<br />

y el bellacón sacó la bota <strong>de</strong> vino añejo <strong>de</strong> Ciudad Real, <strong>de</strong> más hojas que un Calepino, <strong>de</strong><br />

que bebieron <strong>de</strong> muy buena gana. En comiendo un bocado <strong>de</strong> prisa, por codicia que cada<br />

uno tenía <strong>de</strong> la sortija, que les estaba haciendo <strong><strong>de</strong>l</strong> ojo, con el bocado en la boca,<br />

preguntaron al huésped, ¿si tenía unos naipes para echar una rifa? Dijo que no, y el ladrón<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> compañero, haciéndose bobo, dijo: Yo llevo aquí unas no sé cuántas barajas que me<br />

encomendaron en mi pueblo, y por las muchas que allá se levantan sobre ellas, no las llevo<br />

<strong>de</strong> muy buena gana. Si sus merce<strong>de</strong>s me las pagan, yo se las daré. Mostrad acá, dijo el

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