10.05.2013 Views

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

hacen amistad, sino con la zorra, o porque ambas habitan siempre en cuevas <strong>de</strong> tierra y<br />

piedra, o por buscar abrigo en el pelo <strong>de</strong> la zorra. Hasta aquí había estado el ermitaño<br />

callando, y aquí pareciole preguntar, como hombre que había estado en soleda<strong>de</strong>s y entre<br />

ásperas montañas, huyendo el concurso <strong>de</strong> la gente, viviendo y conversando con animales<br />

brutos, ¿cuál era la razón porque estas sabandijas sean tan espantables, como son culebras,<br />

lagartos, sapos, escuerzos, áspi<strong>de</strong>s, víboras, y otras semejantes que suelen verse?<br />

Respondile: Lo primero, que todas las cosas que no vemos y tratamos <strong>de</strong> ordinario, traen<br />

consigo este género <strong>de</strong> admiración. Lo segundo, que por tener tanto <strong>de</strong> los dos elementos<br />

graves, que son agua y tierra, y tan poco <strong>de</strong> los elementos leves, que son aire y fuego, que<br />

casi no tienen parentesco ni semejanza con el hombre; porque éste tiene <strong>de</strong> lo espiritual, en<br />

que se parece a los Angeles, y <strong>de</strong> lo corporal, en que se parece a los animales brutos; y<br />

estos en aquella parte terrestre, húmeda y fría, tienen semejanza con las sabandijas, y estas<br />

consigo solas, y con las entrañas <strong>de</strong> la tierra. Lo tercero y último, porque todos los animales<br />

que no pue<strong>de</strong>n engendrar <strong>de</strong> la putrefacción <strong>de</strong> la tierra, sin generación <strong>de</strong> su semejante, ni<br />

pue<strong>de</strong>n ser para el servicio, ni para el gusto <strong><strong>de</strong>l</strong> hombre, a quien Dios les manda que<br />

obe<strong>de</strong>zcan, y ellos mismos huyen <strong>de</strong> su presencia, como <strong>de</strong> señor a quien aborrecen, por la<br />

superioridad y dominio que tienen sobre todas, o por la antipatía natural. Y esto, baste,<br />

porque la pérdida <strong>de</strong> mi macho me da pena y cuidado, y priesa que lo busque. Ya que hube<br />

<strong>de</strong>scansado y limpiadome el sudor <strong><strong>de</strong>l</strong> rostro, que lo <strong>de</strong> <strong>de</strong>ntro no pu<strong>de</strong>, fuí buscando mi<br />

macho, o por mejor <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> los merca<strong>de</strong>res, por toda la orilla y ribera <strong><strong>de</strong>l</strong> Guadalquivir,<br />

sin topar a persona que me supiese dar rastro ni nuevas <strong>de</strong> él yendo, como iba, cargado, con<br />

ferreruelo, espada, cojín y alforjas, que todo los echó por alto, sino es la silla, que la llevaba<br />

en la barriga; <strong>de</strong> suerte, que yo me cargué <strong>de</strong> todo lo que el macho se <strong>de</strong>scargó, y mucho<br />

más me cargaban las matracas que me daban los que me topaban hecho caballo <strong>de</strong><br />

postillón, que por no <strong>de</strong>jarlo lo sufría todo. Paréme a <strong>de</strong>scansar un ratillo, antes que pasase<br />

el río, don<strong>de</strong> vi tanta abundancia <strong>de</strong> conejos, que estaban más espesos a la orilla <strong><strong>de</strong>l</strong> río, que<br />

liendres en jubón <strong>de</strong> arriero, que en todo el día no <strong>de</strong>jan <strong>de</strong> venir a beber muchas manadas<br />

<strong>de</strong> ellos. Pasé <strong>de</strong> la otra parte <strong><strong>de</strong>l</strong> río, y entréme a <strong>de</strong>scansar a un mesón que está antes <strong>de</strong><br />

llegar al pueblo, don<strong>de</strong> tampoco me supieron dar nueva <strong>de</strong> mi negro macho, aunque<br />

prometí hallazgo, haciendo diligencias con las guardas <strong><strong>de</strong>l</strong> bosque. Refresquéme lo mejor<br />

que pu<strong>de</strong> <strong>de</strong> mantenimiento y bebida, con la templanza que el cansancio pedia. Púseme a la<br />

puerta <strong><strong>de</strong>l</strong> mesón, para ver si pasaba el macho o persona que <strong>de</strong> él me diese nuevas. Miré<br />

aquel pedazo <strong>de</strong> tierra en el tiempo que allí estuve, que en fertilidad e influencia <strong><strong>de</strong>l</strong> cielo,<br />

hermosura <strong>de</strong> tierra y agua, no he visto cosa mejor en toda la Europa, y para encarecerla <strong>de</strong><br />

una vez, es tierra que da cuatro frutos al año, sembrándola y cultivándola con regadío <strong>de</strong><br />

una aceña, con tres ruedas, que la baña abundantísimamente, don<strong>de</strong> algunos años <strong>de</strong>spués<br />

pasó en presencia mía una <strong>de</strong>sgracia muy digna <strong>de</strong> contarse; para que se vea cuánta<br />

obligación tienen los hijos <strong>de</strong> seguir el consejo <strong>de</strong> los padres, aunque les parezca que<br />

repugna a su opinión. Y fue, que siendo Marqués <strong><strong>de</strong>l</strong> Carpio Don Luis <strong>de</strong> Haro, caballero<br />

muy digno <strong>de</strong> este nombre, y muy gallardo <strong>de</strong> persona, y adornado <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s y partes muy<br />

dignas <strong>de</strong> estimar, vinieron allí ma<strong>de</strong>reros <strong>de</strong> la sierra <strong>de</strong> Segura con algunos millares <strong>de</strong><br />

vigas muy gruesas; y dando el Marqués licencia y lugar para que las pasasen, alzaron la<br />

puente <strong>de</strong> la pesquera, para que toda el agua se recogiese a un <strong>de</strong>speña<strong>de</strong>ro o profundidad,<br />

por don<strong>de</strong> los ma<strong>de</strong>ros habían <strong>de</strong> pasar. Los gancheros eran todos mozos, <strong>de</strong> muy gentiles<br />

personas fuertes <strong>de</strong> brazos, y ligeros <strong>de</strong> pies y piernas, gran<strong>de</strong>s nadadores y sufridores <strong>de</strong><br />

aguas, fríos y trabajos. Quisieron hacer al Marqués una fiesta <strong>de</strong> gansos, poniéndolos atados<br />

entre los dos ma<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong> la pesquera, y como iba el ma<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>speñándose, por

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!