Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
cogiéndole una pierna <strong>de</strong>bajo, se revolcó <strong>de</strong> manera, que fue bien necesaria la ligereza <strong><strong>de</strong>l</strong><br />
gitano para que no se la quebrase. Acudió aquel hidalgo <strong>de</strong>sengañado ya <strong>de</strong> la bellaquería,<br />
y le dijo riéndose: ¿Qué <strong>de</strong>sgracia es esta, Maldonado? Señor, dijo el gitano, como está<br />
holgado, y mal herrado, se echa con la carga. Y riéndose más el hidalgo, dijo: Pues alzadle<br />
los pies, veamos si ha menester herradura. Alzóle un pie y diole una patada en el carrillo<br />
izquierdo, con que le <strong>de</strong>jó señalada la herradura y los clavos: díjole el hidalgo; Mal se<br />
conoce lo que no se ha criado, hermano Maldonado; si vos hubiéra<strong>de</strong>s tratado y conocido<br />
esta bestia, ni os engañára<strong>de</strong>s, ni nos engañára<strong>de</strong>s. En lo ajeno dura poco la posesión:<br />
iba<strong>de</strong>s con aquel refrán: quien no te conoce te compre. ¿Por qué pensába<strong>de</strong>s que os<br />
preguntó el dueño si era gallego, sino porque como tal os había <strong>de</strong> dar la coz que os dió?<br />
Vos queria<strong>de</strong>s herrarlo; ¿mas él no os herró a vos? ¿cogiste ayer el macho, y quería<strong>de</strong>s hoy<br />
ven<strong>de</strong>rlo? Huélgome <strong>de</strong> saber que también sois nigromántico, pues <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ayer habéis<br />
venido <strong>de</strong> Illescas. Señor, dijo el gitano, yo hice como gitano, y su merced ha <strong>de</strong> sufrir<br />
como caballero; bien eché <strong>de</strong> ver que este señor sabía <strong>de</strong> bestias. Descubierto el hurto con<br />
la evi<strong>de</strong>ncia posible, me dieron mi macho, y me avié camino <strong>de</strong> Málaga, pasando por<br />
Lucena, don<strong>de</strong> llegando un poco tar<strong>de</strong>, reposé y comí un bocado, y pensando llegar aquella<br />
noche a Benamejí, cuyo camino yo no sabia, partime con la relación que me dieron. Las<br />
leguas son más largas <strong>de</strong> lo que yo me pensaba; el camino estaba lleno <strong>de</strong> lodo, porque la<br />
noche antes había llovido muy bien. Yo por priesa que me dí con mi macho, me anocheció<br />
una legua antes <strong>de</strong> llegar a un riachuelo que está entre Lucena y Benamejí. Halléme<br />
confuso, por ser la noche oscura, y caminar sin guía, sin encontrar a quien preguntar por el<br />
camino, que era domingo en la noche, cuando todos los labradores están en sus casas, Al<br />
fin poco a poco, muchas veces tropezando, y algunas cayendo, llegué al río, y en pasando<br />
no hallé camino por la otra parte, por una costumbre que tienen los labradores en aquella<br />
tierra, que es para <strong>de</strong>sviar los caminantes, para que no les entren por el sembrado, cavar por<br />
aquella parte por don<strong>de</strong> suelen hacer senda los caminantes. Salió <strong><strong>de</strong>l</strong> río mi macho lo mejor<br />
que pudo, y echó a mano <strong>de</strong>recha por un cerro que tenía muchas sendas <strong>de</strong> ovejas, o <strong>de</strong><br />
cabras. Llegó a lo más alto que pudo, y estaba tan empinado el cerrillo, que en acabándose<br />
la senda ni pu<strong>de</strong> ir a<strong><strong>de</strong>l</strong>ante, ni volver atrás. Vime en un gran peligro, porque si quería bajar<br />
con el pie <strong>de</strong>recho, había <strong>de</strong> rodar por la sierra abajo hasta llegar a un arroyo salado, don<strong>de</strong><br />
cuando bien librara llegara la cabeza llena <strong>de</strong> chichones. Roguele al macho con mucha<br />
humildad que me hiciese la merced <strong>de</strong> estarse quedo mientras bajaba al revés; pero al<br />
tiempo que le mandé que volviese por la sendilla que había subido, él iba tan cansado que<br />
se echó, y echándose, como el cerro estaba tan empinado rodó hasta el arroyo salado; yo<br />
volví por la senda, hasta llegar al arroyo, y fuí a mi <strong>de</strong>sdichado macho, y lo que pu<strong>de</strong>,<br />
ayudéle a levantar, que estaba tan molido que fue menester animarle con sopa en vino, y<br />
llevándole <strong><strong>de</strong>l</strong> diestro lo más poco a poco que pu<strong>de</strong>, fuí consi<strong>de</strong>rando que todo aquello me<br />
sucedía por no haber tenido respeto a la fiesta, caminando y haciendo el viaje que se<br />
pudiera hacer otro día; que al fin como las fiestas son para dar gracias a Dios y no para<br />
hacer jornadas, no pue<strong>de</strong> haber quietud para hablar con Dios <strong>de</strong>spacio. Que trabajando en<br />
los días que la Iglesia tiene <strong>de</strong>dicados para Dios, no solamente no aumenta el provecho,<br />
pero por mil caminos viene el daño, como me sucedió esta noche, que yendo con mi macho<br />
a mano izquierda por una la<strong>de</strong>ra arriba, yendo yo por la parte <strong>de</strong> abajo por animarlo,<br />
<strong>de</strong>slizó, y cogiome <strong>de</strong>bajo aunque no fue mucho el daño, porque pu<strong>de</strong> fácilmente salir, y<br />
dándole sopa en vino pudo subir hasta que <strong>de</strong>scubrí en lo alto <strong><strong>de</strong>l</strong> cerro un cortijo, don<strong>de</strong><br />
me llegué con toda la humildad <strong><strong>de</strong>l</strong> mundo; y aunque di muchos golpes no me respondían,<br />
porque había mucha gente, que se había juntado allí aquella noche por ser día <strong>de</strong> fiesta.