Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
proporción y traza <strong>de</strong> su persona es <strong>de</strong> la misma manera que la mía, y el trato y proce<strong>de</strong>r el<br />
mismo que el mío, que como somos tan gran<strong>de</strong>s amigos, yo le sigo a él y él a mí. Por cierto<br />
si él tiene, dijo el oidor, semejanza a la apacibilidad que vos habéis mostrado, con mucha<br />
razón tiene el nombre que le da el mundo. El oidor por todo el camino me fue regalando: <strong>de</strong><br />
manera, que <strong>de</strong>scubrió la nobleza heredada y adquirida en aquel viaje, en su ánimo, bondad<br />
y liberalidad. Íbamos por toda Sierra-Morena, mirando cosas entreordinarias, que como es<br />
tan gran<strong>de</strong>, ancha y larga, que atraviesa a toda España, Francia e Italia, hasta que se va a<br />
entrar en la mar por la canal <strong>de</strong> Constantinopla, aunque con diversos nombres, había mucho<br />
que ver y notar en ella. Topamos en un arenalillo una culebra con dos cabezas, <strong>de</strong> que se<br />
admiró el oidor, diciendo que lo había oído <strong>de</strong>cir, y hasta entonces no lo había creído. Ni<br />
aun ahora lo creo, dije yo, que un cuerpo tenga dos cabezas: y noté que no se movía bien, ni<br />
huía <strong>de</strong> las bestias. Díjele a un mozo <strong>de</strong> mulas que le diese con la vara, y él lo hizo así; y en<br />
dándole vomitó un sapón que había ya tragado, hasta la cabeza que estaba por tragar, con<br />
que se <strong>de</strong>shizo el engaño que <strong>de</strong>ben tener muchos. Así <strong>de</strong>ben ser, dijo el oidor, muchas<br />
cosas que nos dicen que nunca las vemos, como es lo <strong>de</strong> la salamandra. Yo estaba, le dije,<br />
incrédulo en eso, hasta que a dos personas <strong>de</strong> crédito y bondad les oí <strong>de</strong>cir que junto a<br />
Cuenca, en un pueblecito que se dice Alcantuz, habiéndose caído un horno <strong>de</strong> vidrio,<br />
hallaron pegada al mismo mortero don<strong>de</strong> baten las llamas <strong><strong>de</strong>l</strong> fuego una salamandra y por<br />
ser persona <strong>de</strong> crédito lo creí, y no se han engañado los que lo traen siempre por<br />
comparación.<br />
Descanso XV<br />
Como el hombre naturalmente es animal sociable, que apetece la compañía, el oidor se<br />
halló tan bien con la mía, que no se sufrió un punto <strong>de</strong> división en todo el camino que<br />
pudimos ir juntos. Tenía y tiene muy gallardo entendimiento, con que movía <strong>de</strong> lo que se<br />
ofrecía a la vista muy gentiles cuestiones, a que yo le respondía lo mejor que pu<strong>de</strong> y supe.<br />
Y si algún hombre <strong>de</strong> traza se nos juntaba <strong>de</strong> su misma profesión, le sacaba preguntas, o<br />
daba ocasión que se las hiciesen; a que respondía gallardamente. Pegósenos un clérigo <strong>de</strong><br />
un pueblecillo <strong>de</strong> por allí cerca, y yendo caminando, iba rezando sus horas en voz que lo<br />
pudiesen oír los alcornoques y robles, <strong>de</strong> suerte que nos interrumpía la conversación, y él<br />
cumplía mal con su obligación. Preguntóle el oidor: ¿No se podría <strong>de</strong>jar eso para la noche,<br />
para que se hiciese con el silencio y <strong>de</strong>voción que se requiere? Oh señor, respondió el<br />
clérigo, dionos la Iglesia esta pensión, que aun caminando hemos <strong>de</strong> rezar: ¿por qué no<br />
or<strong>de</strong>nará que yendo un clérigo cansado, y pensando en sus negocios y en el fin que han <strong>de</strong><br />
tener, no rezara caminando? Respondió el oidor: Porque la Iglesia no cría a los clérigos<br />
para correos, sino para rezadores. Bien respondido está, dijo el clérigo. Y quedó con esto<br />
muy satisfecho: topamos un muchacho medio rapado, que por andar no tanto como las<br />
cabalgaduras, en alcanzándole preguntó el oidor: ¿A dón<strong>de</strong> vas, mozo? Él respondió: a la<br />
vejez. Oidor: No digo sino ¿qué camino llevas? Muchacho: El camino me lleva a mí, que<br />
yo no lo llevo a él. Oidor: ¿De qué tierra eres? Muchacho: De Santa María <strong>de</strong> todo el<br />
mundo. Oidor: No te digo sino ¿en qué tierra naciste? Muchacho: Yo no nací en ninguna<br />
tierra, sino en un pajar. Oidor: Bien juegas <strong><strong>de</strong>l</strong> vocablo. Muchacho: Pues siempre pierdo