10.05.2013 Views

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

había mucha cuenta y razón. Llegó un bellaconazo en camisa y zaragüelles, <strong>de</strong>spués que<br />

había jugado lo <strong>de</strong>más, y renegando <strong>de</strong> su suerte, con mucha furia hizo suspen<strong>de</strong>r el<br />

tormento <strong><strong>de</strong>l</strong> paje, diciendo: ¡Maldiga Dios a quien inventó el juego y a quien me enseñó a<br />

jugar! ¡Que unas manos que saben <strong>de</strong>rribar un toro, no sepan hacer una suerte! Mas <strong>de</strong>ben<br />

estar <strong>de</strong>scomulgadas, pues echan contra mí treinta pintas en favor <strong>de</strong> un medio gallina, o<br />

medio liebre. ¿Hay alguien que se quiera matar conmigo? ¿Hay algún diablo con sus pies<br />

<strong>de</strong> águila que se me ponga <strong><strong>de</strong>l</strong>ante, para que ya que no me ayu<strong>de</strong> a jugar, me ayu<strong>de</strong> a<br />

matar? ¡Que no llegue blanca a mis garras que no me la agarren luego! ¡Ni me basta usar <strong>de</strong><br />

trampas, ni aprovecharme <strong>de</strong> fullerías, para que no vaya todo con el diablo! ¡Voto a tal, que<br />

tengo <strong>de</strong> ir a jugarme a las galeras! Quizá por aquí, o me llevará el diablo, o tendré más<br />

ventura. Mas alzábame con la zurda siempre que yo tomaba el naipe, que tengo hechos mil<br />

juramentos <strong>de</strong> nunca parar a momo, y me los pone siempre el diablo <strong><strong>de</strong>l</strong>ante. Y con el<br />

barato que yo le di ha entrado en vuelta para <strong>de</strong>sollarme cerrado; mas púsose al lado otro<br />

tan gran<strong>de</strong> gallina como él, que <strong>de</strong>sea siempre que yo pierda. ¿De qué se ríen? ¿Soy yo<br />

algún cornudo? Mienten cuantos se ríen. Ríense, dijo el caudillo, <strong>de</strong> los disparates que<br />

<strong>de</strong>cís. Callad, y pues sabéis que sois <strong>de</strong>sgraciado, no juguéis ni digáis blasfemias, que os<br />

haré dar tres tratos <strong>de</strong> cuerda. Harto mejor será, dijo él, darme tres escudos para probar la<br />

mano y dar <strong>de</strong> comer a mi moza, que le he jugado cuanto trujo a mi po<strong>de</strong>r. Vicio<br />

en<strong>de</strong>moniado, más que todos los que ejercitan los hombres, que el jugador nunca está<br />

quieto: si pier<strong>de</strong>, por <strong>de</strong>squitarse; si gana, por ganar más. Este acarrea la infamia, la poca<br />

estimación <strong>de</strong> la buena reputación, la miseria que pa<strong>de</strong>cen mujer e hijos, ser miserable en lo<br />

necesario por guardar el dinero para el juego, y envejecerse en él más presto <strong>de</strong> lo que había<br />

<strong>de</strong> ser; y cuando mucho granjea, es alcanzar que los tahures conocidos vayan a jugar a su<br />

casa, don<strong>de</strong>, si los pue<strong>de</strong> acarrear, sufre <strong>de</strong>svergüenzas <strong>de</strong> tonos que le abrasan el alma: que<br />

como la mayor parte <strong>de</strong> ellos son hombres sin obligaciones, se arrojan a <strong>de</strong>cir cualquiera<br />

libertad, y en no sufriéndolas por callar, no vuelven a darle el provecho; pero son tan<br />

gran<strong>de</strong>s poltrones los que dan en esto (trato <strong>de</strong> la gente ordinaria, y que por comer y beber<br />

viciosamente echan la honra a las espaldas), que los caballeros y los que tienen renta y<br />

hacienda segura, el tiempo que han <strong>de</strong> estar ociosos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber cumplido con sus<br />

obligaciones jueguen, no es culpable, porque evitan cosas <strong>de</strong> más daño y escándalo; pero el<br />

que tiene cuatro reales para mantener su casa juegue ciento, ¿cómo se pue<strong>de</strong> llevar sin que<br />

lo paguen las joyas y vestidos <strong>de</strong> la pobre mujer, y la <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z y el hambre <strong>de</strong> sus hijos. y<br />

dar en otras cosas peores como este <strong>de</strong>sventurado. aborrecido aun <strong>de</strong> aquellos que le<br />

acompañaban en sus <strong><strong>de</strong>l</strong>itos, robos, homicidios y fuerzas?<br />

Acabó éste sus quejas, y llegándose la noche, con que se <strong>de</strong>jó por entonces la<br />

averiguación <strong><strong>de</strong>l</strong> paje, le pusieron en un apartamiento <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nuestra cueva, porque no<br />

fuese a dar soplo a los que pensaban venir con él, mandándonos que no hablásemos con él<br />

palabra, ni le aconsejásemos cosa, so pena que nos matarían. El paje estuvo toda la noche<br />

suspirando, y si alguna vez se dormía recordaba con grandísimas ansias, y nosotros no<br />

teníamos osadía para preguntarle <strong>de</strong> qué se quejaba, o qué tenía. Como ellos andaban <strong>de</strong><br />

paso sobre la sospecha, que no les importaba menos que la vida, recogíanse <strong>de</strong> noche<br />

adon<strong>de</strong> no los pudiesen hallar, que había bien don<strong>de</strong> hacerlo y <strong>de</strong> cualquiera ruido <strong>de</strong><br />

personas o animales se recelaban y recataban. En amaneciendo fueron a visitar las cuevas,<br />

don<strong>de</strong> tenían presos o recogidos a los pasajeros, y viniendo a la nuestra nos hallaron como<br />

nos habían <strong>de</strong>jado, sin haber hablado palabra con el paje, a quien llamaron primero que a<br />

nadie, queriéndole apretar a que dijese lo que le habían preguntado. El paje con mucha

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!