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Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

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<strong><strong>de</strong>l</strong> corral, que mientras tornaba a poner el montón <strong>de</strong> estiércol hubo lugar para todo; y<br />

anduvimos un ratillo apriesa hacía atrás, cada uno con su zurrón, no por el camino real, sino<br />

por un lado a la parte <strong>de</strong> arriba, con todo el silencio posible. Ya estábamos casi frontero <strong>de</strong><br />

la otra venta, adon<strong>de</strong> los merca<strong>de</strong>res se habían vuelto a dormir, y nos sentamos a <strong>de</strong>scansar<br />

un poco, que el recelo y temor aumentan el cansancio. Yo le dije al compañero: ¿Qué<br />

pensáis que traemos aquí? nuestra total <strong>de</strong>strucción, porque a ninguna parte po<strong>de</strong>mos llegar<br />

don<strong>de</strong> no nos pidan muy estrecha cuenta <strong>de</strong> este dinero, que como él <strong>de</strong> suyo es goloso y<br />

codicioso, o por la parte que le pue<strong>de</strong> caber, o por congraciarse, cualquiera dará noticia a la<br />

justicia <strong>de</strong> dos mozos caminantes <strong>de</strong> a pie cansados y hambrientos, y con dos zurrones <strong>de</strong><br />

moneda, y el tormento será forzoso, no dando buena cuenta <strong>de</strong> lo que se pregunta; pues<br />

escon<strong>de</strong>rlo para volver por él, tampoco atinaremos nosotros, como los <strong>de</strong>más; y andar<br />

mucho por aquí dará sospecha <strong>de</strong> algún daño, y el menos que nos pue<strong>de</strong> suce<strong>de</strong>r es caer en<br />

manos <strong>de</strong> los ladrones, que nos quiten el dinero y la vida: ponerse a peligro por ganar<br />

dineros, muchos lo hacen; pero poner en peligro la vida, honra y dinero, ningún hombre <strong>de</strong><br />

juicio lo ha <strong>de</strong> hacer: y así mi principal intento fue volver este dinero a sus dueños, para<br />

tener tanta parte en él como ellos, sin peligro <strong>de</strong> las vidas, y sin daño <strong>de</strong> las conciencias; y<br />

aquí viene bien: quien hurta al ladrón, etc. Esta y otras muchas cosas le dije para<br />

<strong>de</strong>sarraigarle cierta golosina que se le había pegado, que como lo llevaba a cuestas, había<br />

contraído no sé qué parentesco con la sangre <strong><strong>de</strong>l</strong> corazón: pero al fin le pareció muy bien.<br />

Fuimos a la venta, y aunque era muy <strong>de</strong> madrugada, dimos golpes a la puerta, diciendo que<br />

veníamos con un <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong> mucha importancia para unos señores merca<strong>de</strong>res <strong>de</strong> Toledo<br />

que estaban <strong>de</strong>ntro. Ellos lo oyeron, y hicieron al ventero que abriese. Encendió luz, y<br />

entramos en el aposento cargados, y sin hablarles palabra arrojamos los gatos sobre una<br />

mesa, que si fueran <strong>de</strong> Algalia no regalaran tanto las narices como estos regalaron las<br />

orejas. ¿Qué es esto? dijeron los merca<strong>de</strong>res. Su dinero, respondí yo, que ha vuelto a César<br />

lo que era suyo. Contámosles el caso, y díjeles que antes que en la otra venta se levantasen,<br />

pasásemos el puerto. De buena ventura mía, venían mulas <strong>de</strong> retorno hacia Sevilla. Los<br />

merca<strong>de</strong>res alegres y agra<strong>de</strong>cidísimos <strong><strong>de</strong>l</strong> caso, para mí y para el otro mozo tomaron dos<br />

mulas, y caminando pasamos el puerto sin que lo sintiesen en las ventas. Encumbramos el<br />

puerto, y bajamos a otra que está en lo más bajo, no mal proveída, adon<strong>de</strong> estuvimos todo<br />

el día <strong>de</strong>scansando y durmiendo, por el poco sueño y mucha pesadumbre que les había<br />

causado la pérdida <strong>de</strong> su dinero: y a la tar<strong>de</strong> supimos que el ventero (como martirizando a<br />

su mujer, no supo cosa <strong><strong>de</strong>l</strong> hurto, porque no osó <strong>de</strong>cir que nos había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong>ntro)<br />

sospechando que los fulleros le habían hecho la treta que él no entendió, fue a dar aviso a la<br />

Hermandad, <strong>de</strong> la vida y trato <strong>de</strong> aquellos hombres, y cómo tenían dos zurrones <strong>de</strong> dinero<br />

mal ganado, y vino la Hermandad, y como no halló los dineros, ni los zurrones que el<br />

ventero había dicho en el arcaz, a él por <strong>de</strong>satinado o loco o porque había cargado<br />

<strong>de</strong>masiado, y a los fulleros por gente sospechosa que tan tar<strong>de</strong> se estaban en la venta, y a la<br />

mujer por suspensa y callada, que no supo dar razón <strong>de</strong> sí, les hicieron pagar las costas sin<br />

averiguar el secreto. Holgamonos mucho con el suceso, <strong>de</strong> manera que los merca<strong>de</strong>res lo<br />

querían oír por momentos, que según pareció, hallaron más dinero <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> los zurrones<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> que habían <strong>de</strong>jado: y con donaire <strong>de</strong>cía el uno <strong>de</strong> ellos: No quiera Dios que yo lleve<br />

dinero ajeno en mi po<strong>de</strong>r, gástese por el camino en perdices y conejos, que no quiero tener<br />

que restituir; y así se hizo con beneplácito <strong>de</strong> todos. Yo consi<strong>de</strong>ré a solas conmigo, y aun lo<br />

comuniqué con uno <strong>de</strong> los merca<strong>de</strong>res, cuán mal se logra lo mal ganado, y cuánto peor se<br />

goza lo adquirido con juegos <strong>de</strong> ventaja, don<strong>de</strong> se aventura la reputación, sin asegurar la<br />

ganancia, que está sujeta a cuantos la ven, y a cuantos lo imaginan, y a los ausentes, a quien

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