10.05.2013 Views

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Al fin, dí tantos golpes, que me respondió un mozo, y diciéndole con la necesidad que<br />

venia, respondiome que me fuese en hora buena; y tornando a llamar, acudió el aperador<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> cortijo, que en todas sus acciones pareció ser muy hombre <strong>de</strong> bien, y abriéndome la<br />

puerta acudió a mi necesidad y al cansancio <strong>de</strong> mi macho, y díjome: Perdone vuesa merced,<br />

que por estar dando voces sobre una serilla <strong>de</strong> higos que estos mozos me habían hurtado, no<br />

pu<strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r tan presto. Pues si no es más <strong>de</strong> por eso, dije yo, no le dé pena, que yo le<br />

diré quién se la hurtó. Ángel será vuesa merced, respondió él, y no hombre, si me dice eso.<br />

Déjeme reposar, dije yo, y se lo diré. Descansé un rato, y mi macho cenó lo mejor que<br />

pudo; yo cené un muy gentil gazpacho, que cosa más sabrosa no he visto en mi vida, que<br />

tanto tienen las comidas <strong>de</strong> bueno, cuanto el estómago tiene <strong>de</strong> hambre y <strong>de</strong> necesidad.<br />

Fuera <strong>de</strong> que el aceite <strong>de</strong> aquella tierra y el vino y vinagre es <strong>de</strong> lo mejor que hay en toda la<br />

Europa. Habiendo cenado, y estando todos los mozos alre<strong>de</strong>dor, le dije al aperador: Este<br />

dornajo en que habemos cenado ha <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir el hurto <strong>de</strong> los higos. Dijo uno entre<br />

dientes: aun sería el diablo la venida <strong><strong>de</strong>l</strong> estudiante. Pedile al buen hombre un poco <strong>de</strong><br />

aceite y almagre, y sin que los mozos lo viesen unté el suelo <strong><strong>de</strong>l</strong> dornajo con una mezcla<br />

que hice <strong><strong>de</strong>l</strong> aceite y almagre, y pedile un cencerro <strong>de</strong> las vacas, y poniéndolo <strong>de</strong>bajo <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

dornajo dije, con voz que lo oyeron todos, habiendo puesto el dornajo más a<strong>de</strong>ntro, don<strong>de</strong><br />

estaba el pajar: Pasen todos uno a uno, y <strong>de</strong>n una palmada en el suelo <strong><strong>de</strong>l</strong> dornajo, y en<br />

pasando el que hurtó los higos sonará el cencerro. Fueron todos uno a uno, y dio cada uno<br />

su palmada en la almagre, y no sonó el cencerro que es lo que todos esperaban. Llaméles a<br />

todos, y díjeles que abriesen las palmas <strong>de</strong> las manos, las cuales tenían todos enalmagradas,<br />

si no era él uno <strong>de</strong> ellos; y así les dije a todos: Este gentil hombre hurtó los higos, que<br />

porque el cencerro no sonase no osó poner la mano en el dornajo. Él se puso colorado como<br />

un escaramujo, y los <strong>de</strong>más estuvieron toda la noche reventando <strong>de</strong> risa y dándole matraca,<br />

y el aperador muy agra<strong>de</strong>cido <strong>de</strong> haber hallado sus higos, y yo muy contento <strong><strong>de</strong>l</strong> buen<br />

acogimiento: y por el buen hospedaje <strong>de</strong>jéle dos cuchillos damasquinos, con que por poco<br />

le corta las orejas al ladrón <strong>de</strong> los higos.<br />

Descanso XVII<br />

HABIENDO <strong>de</strong>scansado aquella noche lo que parecía que bastaba para los trabajos <strong>de</strong><br />

mi macho, fuí a rogarle que se animase, y gruñendo alzó la pata, y al mismo tiempo díle un<br />

palo, con que se le acordó el trabajo pasado. Sosegose luego, y echéle la silla; caminé a<br />

Benamejí, que estaba muy cerca, y aunque quise pasar sin que me viese pasar el señor<br />

Benamejí, el bellaco <strong><strong>de</strong>l</strong> macho se arrojó en su casa, y fue forzoso <strong>de</strong>scansar allí un rato. Al<br />

fin, por abreviar el cuento, llegue a Málaga, o por mejor <strong>de</strong>cir, paréme a vista <strong>de</strong> ella en un<br />

alto que llaman la cuesta <strong>de</strong> Zambara. Fue tan gran<strong>de</strong> el consuelo que recibí <strong>de</strong> la vista <strong>de</strong><br />

ella, y la fragancia que traía el viento, regalándose por aquellas maravillosas huertas<br />

cubiertas <strong>de</strong> todas especies <strong>de</strong> naranjos y limoneros y llenas <strong>de</strong> azahar todo el año, que me<br />

pareció ver un pedazo <strong>de</strong> paraíso, porque no hay en toda la redon<strong>de</strong>z <strong>de</strong> aquel horizonte<br />

cosa que no <strong><strong>de</strong>l</strong>eite los cinco sentidos. Los ojos se entretienen con la vista <strong>de</strong> mar y tierra,<br />

llena <strong>de</strong> tanta diversidad <strong>de</strong> árboles hermosísimos como se hallan en todas las partes que

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!