Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
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producen semejantes plantas; con la vista <strong><strong>de</strong>l</strong> sitio y edificios, así <strong>de</strong> casas particulares<br />
como <strong>de</strong> templos excelentísimos, especialmente la iglesia mayor, que no se conoce más<br />
alegre templo en todo lo <strong>de</strong>scubierto a los oídos <strong><strong>de</strong>l</strong>eita con gran<strong>de</strong> admiración la<br />
abundancia <strong>de</strong> los pajarillos, que imitandose unos a otros, no cesan en todo el día y la noche<br />
su dulcísima armonía, con un arte sin arte, que como no tienen consonancia ni disonancia,<br />
es una confusión dulcísima que mueve a contemplación <strong><strong>de</strong>l</strong> universal hacedor <strong>de</strong> todas las<br />
cosas. Los mantenimientos abundantes y substanciosos para el gusto y la salud. El <strong>de</strong> la<br />
gente muy apacible, afable y cortesano, y todo es <strong>de</strong> manera que se pudiera hacer un gran<strong>de</strong><br />
libro <strong>de</strong> las excelencias <strong>de</strong> Málaga, y no es mi intento reparar en esto. Negocié a lo que<br />
venía en aquella santa iglesia, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> se pue<strong>de</strong>n sacar muchos sujetos para obispos y<br />
oidores, y para gobernar el mundo, entre los cuales hallé un prebendado amigo mío,<br />
hombre bien nacido, <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s y superiores partes, muy digno <strong>de</strong> estimarse, apasionado,<br />
porque sin razón le ofendían las ausencias, hombres que por ningún camino podían correr<br />
parejas con él. Que <strong>de</strong> la misma manera que la envidia no se halla ni se cría sino en pechos<br />
olvidados <strong>de</strong> la buena educación y partes, así acomete siempre a los que las poseen, y<br />
resplan<strong>de</strong>cen en actos <strong>de</strong> ciencia y virtud. Que les parece que reconocer superioridad y<br />
ventaja a quien se la tiene es per<strong>de</strong>r el <strong>de</strong>recho que tienen a la <strong>de</strong>scortesía, a quien se crían<br />
subordinados, por falta <strong>de</strong> buen entendimiento y sobra <strong>de</strong> mala voluntad. Quejabase que<br />
habiendo hecho gran<strong>de</strong>s bienes a un hombre que siempre había tenido pocos o ningunos, y<br />
habiéndole librado <strong>de</strong> cosas <strong>de</strong> que él por ningún camino tuviera trazas ni modo para<br />
librarse, no solo no le agra<strong>de</strong>cía, pero buscaba caminos por don<strong>de</strong> pudiese escurecer las<br />
buenas obras recibidas. Vilo con <strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> volver la hoja, y vengarse <strong>de</strong> él por la<br />
mejor vía que pudiese; pero atajéle con advertirle que arrepentirse <strong><strong>de</strong>l</strong> bien que había hecho<br />
no cabe en ánimos nobles.<br />
Pues hacer mal, dije, al quien hiciste bien, arguye poca firmeza y constancia en el valor<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> ánimo. Vengaros por tribunales es yerro notable, porque nunca las ofensas manchan,<br />
hasta que lleguen a tan miserable estado; especialmente que si vos me <strong>de</strong>cís que es hombre<br />
<strong>de</strong>sadornado <strong>de</strong> partes heredadas o adquiridas, ¿qué agra<strong>de</strong>cimiento os ha <strong>de</strong> tener a vos, si<br />
no agra<strong>de</strong>ce a Dios haberle puesto en el estado que no merecía, ni pensó merecer? Y<br />
preguntoos, ¿quién hizo mal, él o vos? Respondiome: Claro está que él. Pues enójese él,<br />
dije yo, que hizo tan gran maldad, como no agra<strong>de</strong>cer; que vos que no hicisteis mal, no<br />
tenéis <strong>de</strong> qué sentiros, sino <strong>de</strong> que estar muy contento. Y no queráis <strong>de</strong>smerecer con Dios la<br />
buena obra que hicisteis. Consolose <strong>de</strong> manera que si había sido mi amigo hasta allí, por<br />
este consejo creció mucho más la amistad. Y realmente, la quietud <strong><strong>de</strong>l</strong> ánimo no admite<br />
alteraciones advenedizas <strong>de</strong> pechos, e intenciones, en quien se asienta mal la paz y<br />
tranquilidad <strong><strong>de</strong>l</strong> alma. Hanse <strong>de</strong> huir semejantes recuentros, por el mejor medio que fuere<br />
posible; y si es forzosa la comunicación, como suce<strong>de</strong> en comunida<strong>de</strong>s, usar <strong>de</strong> ella en solo<br />
aquello que no pue<strong>de</strong> excusarse, llevando siempre por guía la justicia y la verdad, <strong>de</strong><br />
manera, que los que viven con cuidado <strong>de</strong> hallar en qué tropezar, se corran y confundan; y<br />
cuando no sucediere como se <strong>de</strong>sea y como sería razón, a lo menos quedará muy seguro en<br />
su conciencia y <strong>de</strong>sapasionado quien así lo hubiere hecho. Que el hombre constante, y <strong>de</strong><br />
ánimo quieto, a si propio se ha <strong>de</strong> temer y guardarse <strong>de</strong> sí más que <strong>de</strong> los contrarios. Si le<br />
ofen<strong>de</strong>n con razón, calle por si propio, y enmién<strong>de</strong>se <strong>de</strong> la culpa; si le murmuraren sin ella,<br />
consuélese, viendo que está libre <strong>de</strong> calumnia. De suerte, que por todos caminos, el silencio<br />
es refugio y acogida <strong>de</strong> los agravios con malicia. Pero tornando a lo primero, ¿por qué<br />
pensáis, le dije, que dicen ordinariamente: nunca falta un Gil que me persiga? que no dicen