Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Vida del escudero Marcos de Obregón - Biblioteca Virtual Universal
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
fondo, y dando dos braceadas, asime al bordo <strong>de</strong> la chalupa. El pobre, habiendo tragado<br />
algunos cuartillos <strong>de</strong> agua, salió hacia arriba; y lo primero que encontró con que asirse fue<br />
una pierna mía, que agarró tan fuertemente, que con muchas coces que le dí con la otra, no<br />
fue posible hacer que la soltase. Los bellacones, en cuyo favor y ánimo él se había fundado<br />
para atreverse, en lugar <strong>de</strong> favorecerle a él y a mí, estaban al bordo <strong><strong>de</strong>l</strong> navío pereciendo <strong>de</strong><br />
risa <strong>de</strong> verlo asido <strong>de</strong> mi pierna, y a mí asido <strong>de</strong> la chalupa. Yo dí voces a los marineros,<br />
porque él no podía hablar, que echasen un cabo: echaronle y bajaron dos <strong>de</strong> ellos, y como si<br />
fuéramos dos atunes, dieron con nosotros en la chalupa, aunque a mí solo me estorbaba<br />
para salir no <strong>de</strong>jar el otro mi pierna; pero él, como se vió en elemento que no conocía, salió<br />
medio ahogado: subidos arriba le dieron al otro ciertas coces en la barriga, con que vomitó<br />
el agua mala, y yo me enjugué <strong>de</strong> la que había cogido en el vestido: <strong>de</strong> suerte, que para la<br />
vida le aprovechó más al pobre una pierna <strong><strong>de</strong>l</strong> enemigo, que doce brazos <strong>de</strong> sus amigos;<br />
que or<strong>de</strong>na el cielo <strong>de</strong> manera las cosas, que las amista<strong>de</strong>s y favores fundados en malos<br />
intentos, no aprovechen para el mal fin. Nadie se fíe en lo que no fuere suyo, que es fácil el<br />
prometer ayuda y dudoso darla, que cada uno en la ocasión mira su daño, y no la obligación<br />
en que le pusieron. Dabale osadía el <strong>de</strong>sprecio mío con el favor <strong>de</strong> los otros, y en ese<br />
mismo <strong>de</strong>sprecio halló la vida que por el favor tuvo en duda. Yo con mi <strong>de</strong>terminación<br />
<strong>de</strong>shice mi agravio, ahuyenté la calentura y di que reír a toda la armada. En confianza <strong>de</strong><br />
ajeno favor nadie se atreva a hacer cosas mal hechas. Supolo el a<strong><strong>de</strong>l</strong>antado, que rió mucho<br />
<strong>de</strong> ello. Vino a vernos el almirante por saber que había sido conmigo la pesadumbre, y<br />
diciendo con grandísima gracia: Estas amista<strong>de</strong>s pasadas por agua y hechas por Neptuno,<br />
yo como almirante las confirmo; y pues saben, señores soldados, que <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> ban<strong>de</strong>ra no<br />
hay agravio, al que lo hiciere se le darán tres tratos <strong>de</strong> cuerda, y al que lo sufriere le tendrán<br />
por muy honrado soldado, consi<strong>de</strong>rado y cuerdo. Regaló al medio muerto <strong>de</strong> temor, y a mi<br />
me llevó a comer consigo, diciendo mis disparates a cuantos encontraba <strong>de</strong> la armada, que<br />
fue tan <strong>de</strong>sdichada, que <strong>de</strong> casi veinte mil soldados que se embarcaron muy gallardos, solo<br />
trescientos quedaron <strong>de</strong> provecho, que llevó el capitán Vanegas a don<strong>de</strong> le mandaron, que<br />
no bastó la diligencia <strong><strong>de</strong>l</strong> con<strong>de</strong> <strong>de</strong> Olivares, excelentísimo ministro, capaz para gobernar<br />
un mundo, discreto, sagaz y sabio en todas materias. Murió allí el a<strong><strong>de</strong>l</strong>antado, y otros<br />
gran<strong>de</strong>s ministros <strong>de</strong> S. M., con que aquella gran máquina se acabó <strong>de</strong> <strong>de</strong>shacer. Yo disparé<br />
como los <strong>de</strong>más que quedaron a reparar la salud con la convalecencia: que realmente todos<br />
los que no murieron cayeron enfermos: y entendiose que se hizo algún daño en los<br />
mantenimientos. Salí <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r, y tomé mi <strong>de</strong>rrota por Laredo y Portugalete: llegué a<br />
Bilbao, don<strong>de</strong> me siguió mi fortuna, como suele. Aunque no iba muy recio ni convalecido,<br />
llevaba algunas galillas <strong>de</strong> soldado; y como aquella armada había dado tan gran<strong>de</strong> tronido,<br />
todos gustaban <strong>de</strong> ver soldados <strong>de</strong> ella. Las mujeres particularmente como más noveleras,<br />
salían a ver cualquiera soldado que venia.<br />
Estando en una Iglesia <strong>de</strong> Bilbao, puso los ojos en mí una vizcaína muy hermosa, que<br />
las hay en extremo <strong>de</strong> lindísimos rostros; yo correspondí <strong>de</strong> manera, que antes que saliese,<br />
dijo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber hablado un gran rato, y dado y tomado sobre cierta inclinación que<br />
tenía que venir a Castilla, que pasase aquella noche por su casa, y que hiciese una seña. Yo<br />
la dije, que señas ordinarias son muy sospechosas, y así, que en oyendo el ruido <strong>de</strong> un gato,<br />
se pusiese a la ventana, que yo seria. Tuvele en cuidado, y a las doce <strong>de</strong> la noche, cuando<br />
me pareció que no había gente, fuí arrimado a una pared que hacia sombra, y con mucho,<br />
silencio me puse en un rinconcillo que estaba <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su ventana, don<strong>de</strong> por la sombra no<br />
podía ser visto, y entonces hice la seña gatuna, a cuyo ruido se alborotaron los perros, y un