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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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la pueda comparar, porque en el mundo nunca tal se vio. Había llamas, fuegos, humos,<br />

golpes de espada, de segures y hachas; sonido de grillos y cadenas, lágrimas, lloros y vozes,<br />

¡O Dios inmortal!, cuando aquí me vi no sé con qué palabras te lo pueda encareçer, ¡tanta<br />

era la confusión y espanto!; en fin, no me osaba soltar un momento de la mano del mi<br />

ángel, porque del mesmo suelo que hollaba tenía temor. Había horcas de diversas maneras<br />

en que estaban almas, unas colgadas por los pies, otras por la cabeça, otras por medio del<br />

cuerpo, otras por los cabellos. Había hoyas muy hondas llenas de culebras, sierpes, lagartos,<br />

sapos, alacranes, áspides y otros animales ponzoñosos, donde los demonios echaban<br />

grandes cantidades de almas. Otros nadaban por ríos y lagunas de pez, azufre y resina,<br />

ardiendo sin se hundir ni nunca poder llegar a la orilla; y en otras lagunas de fuego eran<br />

echadas otras que en cayendo se hundían sin más las poder ver, lo cual provenía de la<br />

gravedad de los pecados de parte de sus çircunstançias. En otros lugares se daban tormentos<br />

muy crueles de agua de toca, de garrote y de cordel, y a otras atormentaban levantándolas<br />

atadas por las muñecas atrás y subidas con fuertes cordeles por carrillos y poleas en lo alto,<br />

colgadas unas grandes pessas de hierro de los pies, y soltándolas con furia venían a caer sin<br />

llegar al suelo. De manera que aquel gran pesso las descoyuntaba todos los miembros con<br />

grandíssimo dolor. A otras hazían cabalgar en caballos de arambre, que en lo huero del<br />

cuerpo estaban llenos de fuego que los abrasaba hasta las entrañas, que los hazían renegar<br />

de sus padres maldiçiéndolos juntamente con el día en que fueron engendrados y naçidos.<br />

Estaban infinitas almas de mugeres vagabundas luxuriosas y viçiosas, atadas a unos palos y<br />

troços de árboles y açotadas por demonios [con pulpos, anguillas y culebras], hasta abrirles<br />

las entrañas, gimiendo miserablemente. Almas de rufianes, ladrones y soldados atados por<br />

los pies a fieros caballos, potros y yeguas sin rienda ninguna eran llevadas arrastrando con<br />

gran furia por montañas y sierras de grandes pedregales y aspereças. A las almas de los<br />

blasfemos renegadores sacaban < > las lenguas por el colodrillo, y luego allí delante dellos<br />

se las picaban en unos taxones con unas agudas segures, y ansí se las hazían comer y que<br />

las maxcassen, < > moliéndolas entre sus dientes con grave dolor. Las almas de los vanos<br />

lisonjeros de prínçipes y señores, y de truhanes y chocarreros las traían los demonios gran<br />

pieza por el aire jugando con ellos a la pelota sin dexarlas sosegar un momento, y después<br />

las arrojaban en lo más hondo de aquellas ardientes lagunas. Estaba tan admirado de ver tan<br />

espantosa tragedia y miseria infernal que casi andaba fuera de mí, y ansí con un descuido<br />

notable, que de mí mesmo no tenía acuerdo ni atençión, me senté en un trozo de un árbol<br />

seco y chamuscado que estaba allí; y ansí como descargué mis miembros como hombre<br />

algo cansado, gimió el madero mostrando que por mi causa había recebido afliçión y dixo:<br />

«Tente sobre ti, que harta miseria tengo yo». Y como lo oí espeluzáronseme los cabellos<br />

quedando robado del calor natural, temiendo que algún demonio súbitamente me quería<br />

sorber; y ansí apartándome afuera por me purgar de alguna culpa si en mí hubiesse le dixe:<br />

«Diosa, o deidad infernal, quien quiera que tú seas perdona mi ignorançia, que por poco<br />

aviso he faltado a tu debida veneraçión. Dime, yo te suplico, quien seas, que con digna<br />

penitençia te satisfaré, y si eres alma miserable háblame con seguridad, que yo no soy furia<br />

que a tu miseria deseo añadir.» Y ella dando un gemido de lo íntimo del coraçón dixo: «Yo<br />

soy el alma de Rosicler de Siria, la más infeliz y malhadada donzella que nunca en el<br />

mundo fue, pues por amor a quien me engendró me fue a mí mesma tan cruel que peno aquí<br />

con açérrimo dolor para siempre jamás.» Mi ángel la importunó nos dixesse la pena que<br />

padeçía allí, y ella con gran fatiga prosiguió. Y porque el día es ya venido, en el canto y<br />

mañana que se sigue oirás lo demás.

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