El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal
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engaños de un falso religioso llamado Alexandro, que en muchas partes del mundo fingió<br />
ser propheta, dando respuestas ambiguas y industriosas para adquerir con el vulgo crédito y<br />
moneda.<br />
GALLO. En este canto te quiero, Miçilo, mostrar los engaños y perdiçión de los<br />
hombres holgaçanes, que vueltas las espaldas a Dios y a su vergüença y conçiençia, a<br />
banderas desplegadas se van tras los viçios, cebados de un miserable preçio y premio con<br />
título apocado de limosna, por solo gozar debajo de aquellos sus viles hábitos y costumbres<br />
de una suçia y apocada libertad. Oirás un género vil de encantamento fingido, porque no<br />
bastan los injenios bajos y viles destas desventuradas gentes mendigas a saber el verdadero<br />
encantamento, ni cosa que tenga título verdadero de saber, no más de porque su vilíssima<br />
naturaleza no es para comprehender cosa que tenga título de sçiençia, estudio y<br />
especulaçión. Son amançebados con el viçio y oçiosidad; y ansí, puesto caso que no es de<br />
aprobar el arte mágica y encantar, digo que por su vileza se hazen indignos de la saber. Y<br />
usando de la fingida es vista su ruin intençión, que no dexan de saber la verdadera por<br />
virtud. Y ansí sabrás, Miçilo, que después de lo passado vine a ser hijo de un pobre labrador<br />
que vivía en una montaña, vasallo de un señor muy cobdiçioso, que los fatigaba<br />
ordinariamente con infinitos pedidos de [pechos, alcabalas, y çensos y otras muchas]<br />
imposiçiones, que la una alcançaba a la contina al otro. En tanta manera que sólo el hidalgo<br />
se podía en aquella tierra mantener, que el labrador pechero era neçesario morir de hambre.<br />
MIÇILO. ¿Pues por qué no se iba tu padre a vivir a otra tierra?<br />
GALLO. Son tan acobardados para en eso los labradores, que nunca se atreven a hazer<br />
mudança de la tierra donde naçen, porque una legua de sus lugares les pareçe que son las<br />
Indias, y imaginan que hay allá gentes que comen los hombres vivos. Y, por tanto, muere<br />
cada uno en el pajar donde naçió, aunque sea de hambre. Y deste padre naçimos dos hijos<br />
varones, de los cuales yo fue el mayor, llamado por nombre Alexandro. Y como vimos<br />
tanta miseria como passaban con el señor los labradores, pensábamos que si tomábamos<br />
offiçios que por entonçes nos libertassen, se olvidaría nuestra vileza, y nuestros hijos serían<br />
tenidos y estimados por hidalgos y vivirían en libertad. Y ansí yo elegí ser saçerdote, que es<br />
gente sin ley, y mi hermano fue herrero, que [en aquella tierra] son [los herreros] exentos de<br />
los pedidos, pechos y velas del lugar donde sirven la ferrería. Y ansí yo demandé liçencia a<br />
mi padre para aprender a leer, y aun se le hizo de mal porque le servía de guardar unos<br />
patos, y ojear los pájaros que no comiessen la simiente de un linar. En conclusión, mi padre<br />
me encomendó por criado y monaçino de un capellán que servía un beneffiçio tres leguas<br />
de allí. ¡O Dios omnipotente, quién te dixera las bajezas y poquedades deste hombre! Por<br />
çierto, si yo no hubiera prometido de solo dezirte de mí y no de otros, yo te dixera cosas de<br />
gran donaire. Pero quiérote hazer saber que ninguno dellos sabe más leer que deletrear y lo<br />
que escriben haslo de sacar por discreçión. En ninguna cosa estos capellanes muestran ser<br />
aventajados, sino en comer y beber, en lo cual no guardan tiempo, medida ni razón. Con<br />
éste estuve dos años que no me enseñó sino a mal hazer, [y mal dezir], y mal pensar y mal<br />
perseverar. A leer me enseñó lo que él sabía, que era harto poco, y a escrebir una letra que<br />
no pareçía sino que era arado el papel con pies de escarabajos. Ya yo era buen moço de<br />
quinze años, y entendía que para yo no ser tan asno como mi amo que debía de saber algún<br />
latín. Y ansí me fue a Zamora a estudiar alguna gramática, donde llegado me presenté ante<br />
el bachiller y le dixe mi necesidad, y [él] me preguntó si traía libro, y yo le mostré un arte