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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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terçiopelo negro < > hasta tierra que no se veían sino los ojos: el primero llevaba una<br />

espada dorada con vaina de brocado rico de tres altos sobre el hombro, por señal que<br />

cuando el Emperador entró en Nápoles venía delante dél el Marqués como gran camarlengo<br />

a quien toca aquella çiremonia y preminençia; el segundo llevaba un escudo en el braço<br />

izquierdo con las armas de su exçelençia de relieves dorados en campo negro; el terçero<br />

llevaba una lança negra en la mano derecha caída sobre la espalda con su yerro muy polido;<br />

el cuarto llevaba un almete puesto en un bastón negro cubierto de brocado rico de tres altos<br />

en la mano derecha; el quinto llevaba un estoque dorado con su vaina de brocado rico de<br />

tres altos caído sobre la espalda derecha, y unas espuelas doradas vestidas en el braço<br />

derecho guarneçidas del mesmo brocado; el sesto llevaba un bastón dorado en la mano<br />

caído sobre el hombro, pintadas las armas imperiales en señal del cargo primero de general<br />

de la infantería; el séptimo llevaba otro bastón dorado con las armas del ducado de Milán<br />

abraçados con el águila imperial, en señal del gobierno del estado de Milán; el octavo y<br />

último llevaba un bastón cubierto de brocado rico de tres altos, en señal de capitán general<br />

de Italia. Seguía luego un moço de espuelas con una loba de luto hasta tierra con capirote<br />

en la cabeza, el cual llevaba de diestro un caballo guarnido de terçiopelo negro con estribos,<br />

freno y clavazón plateada, y sobre la silla una reata de terçiopelo negro, y junto al caballo<br />

doce moços de espuelas con lobas de luto rastrando y capirotes en las cabezas, y el<br />

caballerizo detrás. Venía después el cuerpo de su exçelençia puesto sobre unas grandes<br />

andas, hechas a manera de una gran cama cubierta de brocado de plata de dos altos que<br />

colgaba çerca de un braço de cada lado de las andas; del brocado estaba pendiente una gran<br />

banda de terçiopelo carmesí de la que colgaba un friso, o guarniçión de tafetán doble<br />

carmesí con las armas de su exçelençia doradas. Esta cama, o andas, llevaban doze<br />

caballeros vestidos con lobas de luto y capirotes en las cabeças, y porque el trecho es casi<br />

de una milla del monesterio a la iglesia mayor se iban mudando. <strong>El</strong> cuerpo de su exçelençia<br />

iba vestido con una túnica o veste de raso blanco hasta en pies, çeñida, y ençima de la<br />

túnica un manto de grana colorada con unas vueltas afforradas de veros alçado sobre los<br />

braços; en la cabeza llevaba una barreta ducal afforrada en los mesmos veros, con un friso y<br />

corona de prínçipe; llevaba al cuello el collar rico del Tusón, y al lado una espada dorada<br />

con su vaina de brocado rico de tres altos. Este hábito es según la orden del offiçio del gran<br />

camarlengo del reino de Nápoles que su exçelençia tenía y ha gran tiempo que está en su<br />

illustrísima casa. Llevaba por cabeçera una almohada de terçiopelo carmesí guarneçida de<br />

plata, y a la mano derecha sobre la cama o andas llevaba la rosa sagrada de oro que la<br />

sanctidad del papa Paulo le envió el año de mil y quinientos y treinta y nueve por gran don<br />

y público favor, que es un árbol de oro con veinte y dos rosas.<br />

MIÇILO. ¿Supiste qué virtud tenía esa rosa sagrada?, ¿por qué la llevaba al lado en el<br />

entierro?, ¿si era alguna indulgençia que su Santidad le envió para que no pudiesse ir al<br />

infierno aunque muriesse en pecado mortal?<br />

GALLO. Eso se me olvidó de preguntar. Cerca de las dichas andas iban veinte y çinco<br />

gentiles hombres muy honrados de su casa con lobas y capirotes en la cabeça, y unas<br />

hachas grandes de çera negra en las manos con las armas de su exçelençia. Después iba el<br />

señor marqués de Pescara, primogénito de su exçelencia, con los señores don Íñigo y don<br />

Çesáreo de Ávalos < > sus hermanos, y el señor prínçipe de Salmona, y el señor don Álvaro<br />

de Luna, hijo del señor castellano de Milán, a quien el señor marqués sustituyó en los<br />

cargos que en este estado de Italia tenía, por ser la persona más prinçipal que aquí se halla;

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