El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal
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importunaba sobre muchos mensajes, músicas y serviçios y contino pasearme la puerta,<br />
alcançó de mí que yo le hubiesse de oír, y sobre tiempos aplazados le falté más de veinte<br />
vezes diziendo que mi madre no lo había de saber; y en el entretanto ningún mensaje le<br />
reçebía que no me lo pagaba con el doblo: qué çamarro, saboyana, pieza de terciopelo,<br />
joyel, sortixa; de manera que ya que una noche a la hora de maitines le vine a hablar por<br />
entre las puertas de la calle sin le abrir, me había dado joyas de más de doçientos ducados.<br />
En aquella vez que allí le hablé yo le dixe que en la verdad yo era desposada con un<br />
caballero de Salamanca, y que agora esperaba haber la sentencia de los diez mil ducados de<br />
mi dote, y que aguardaba a mi esposo que había de venir a me ver, por lo cual le rogaba yo<br />
mucho que no me infamasse, que daría ocasión de gran mal; y el pobre mançebo<br />
desesperado de salud lloraba y maldezíase con gran cuita, suplicándome puesto de rodillas<br />
en el suelo ante las puertas çerradas que le diesse liçençia como un día se viesse delante de<br />
mí, que le pareçía no desear otra beatitud, y yo mostrándome algo piadosa, y como por su<br />
gran importunidad, le dixe: «Señor, no penséis ni esperéis de mí, que por todos los tesoros<br />
del mundo haría cosa que menoscabasse mi [honra y] honestidad, pero eso que me pedís,<br />
alcançadlo vos de mi señora, que podría ser que lo haga yo.» Con esta palabra se consoló<br />
en tanta manera que pareçió [entonces] de muerto resucitar, porque entendió della dezirla<br />
yo con alguna parte de affiçión, sino que ser yo donzella y niña me causaba tener siempre<br />
aquel desdén, y no me atrever a más liberalidad; y ansí me despedí dexándole a la puerta<br />
sollozcando y sospirando, y sin alguna pena ni cuidado me fue a dormir, y porque<br />
estuviesse mi madre avisada de lo que se debía hazer le conté lo que la noche passó. Luego<br />
por el día proveyó mi servidor para mi casa todo lo que fue menester, enviando a suplicar a<br />
mi madre le diesse liçençia para la venir a visitar, y ella le envió a dezir que viniesse, pero<br />
que fuesse con tanto aviso y miramiento que no peligrasse nuestra honra, y que antes ella le<br />
deseaba hablar por advertirle de lo que nos convenía, y que ansí le encomendaba viniesse<br />
anocheçido, y que la huéspeda no lo sintiesse; y ansí él vino anocheçiendo y entró con tanto<br />
recatamiento como si escalara la casa del rey.<br />
MIÇILO. Dime, gallo, ¿por qué te detenías tanto y hazías tantos encareçimientos?<br />
GALLO. Poco sabes deste menester. Todo esto que yo hazía era para ençenderle más el<br />
apetito, para que le supiesse más el bocado de la manzana que le esperaba dar, que aún<br />
mucho más se le encarecí como verás. Pues como mi madre le reçibió se sentó en la sala<br />
con él diziéndole: «Señor, yo os he deseado hablar por pediros de merçed que, pues<br />
publicáis que tenéis affiçión a mi hija doña María, no la hagáis obras que sean su<br />
destruiçión, porque ya creo que, señor, sabréis, y si no quiero os lo dezir, que yo fue muger<br />
de un valeroso caballero de Salamanca de los mejores Maldonados, del cual me quedó un<br />
hijo y esta hija que es la lumbre de mis ojos; y sabed que mi marido poseyó un cuento de<br />
renta mientra vivió, porque su padre dispuso en su testamento que le poseyesse él por su<br />
vida por ser mayor, y que si al tiempo de su muerte fuesse vivo un otro hermano que era<br />
menor, que suçediesse en él, con tal condiçión que diesse a cada uno de los hijos que<br />
quedassen al mayor çinco mil ducados, [y sino se los quisiesse dar que suçediesse en ello el<br />
hijo mayor adelante en su línea]; y ansí el hermano [de mi marido] se ha metido en el<br />
mayorazgo y no quiere dar los diez mil ducados que debe a mis dos hijos; y ansí ha dos<br />
años que pleiteo con él, donde espero la segunda sentençia que es final en esta causa, que se<br />
dará antes de diez días, en cuya confiança yo desposé a mi hija con un caballero muy<br />
prinçipal de aquella çiudad, mandándole los diez mil ducados en dote porque mi hijo la