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El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal

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MIÇILO. Porque si oíste dezir de aquel sapientíssimo philósopho, también oirías dezir<br />

de su opinión.<br />

DEMOPHÓN. ¿Cuál fue?<br />

MIÇILO. Éste afirmó que las ánimas passaban de un cuerpo a otro; de manera que dixo<br />

que muriendo uno de nosotros luego desamparando nuestra alma este nuestro cuerpo en que<br />

vivió se passa a otro cuerpo de nuevo a vivir, y no siempre a cuerpo de hombre: pero<br />

aconteçe que el que agora fue rey passa a cuerpo de un puerco, vaca o león, como sus hados<br />

y susçeso lo permiten, sin el alma lo poder evitar; y ansí el alma de Pithágoras después que<br />

acá naçió había vivido en diversos cuerpos, y agora vivía en el cuerpo de aquel gallo que<br />

tenía yo aquí.<br />

DEMOPHÓN. Esa manera de dezir ya la oí que la afirmaba él. Pero era un mentiroso,<br />

prestigioso y embaidor, y también como él era efficaz en el persuadir y aquella gente de su<br />

tiempo era simple y ruda, fáçilmente les hazía creer cualquiera cosa que él quisiesse soñar.<br />

MIÇILO. Cierto sé yo que ansí como lo dezía era verdad.<br />

DEMOPHÓN. ¿Como ansí?<br />

MIÇILO. Porque en aquel gallo me habló y me mostró en muchos días ser él.<br />

DEMOPHÓN. ¿Qué te habló? Cosa me cuentas digna de admiraçión. En tanta manera<br />

me admira lo que dices por cosa nueva que si no hubiera conoçido tu bondad y sinçera<br />

condiçión pensara yo agora que < > estabas fuera de seso y que como loco devaneas, o que<br />

teniéndome en poco pensabas con semejantes sueños burlar de mí. Pero por Dios te<br />

conjuro, o Miçilo, y por nuestra amistad, la cual por ser antigua entre nosotros tiene<br />

muestra de deidad, me digas en particular todo lo que en la verdad es.<br />

MIÇILO. O Demophón, que sin lágrimas no te lo puedo dezir, porque sé yo solo lo<br />

mucho que perdí. Habíanme tanto favoreçido los hados que < > creo que en el mundo [no]<br />

haya sido hombre tan feliz como yo. Pero paréçeme que este favor fue para escarneçer de<br />

mí, pues me comunicaron tan gran bien con tanta brevedad, que no parece sino que como<br />

anguila se me deleznó. Solamente me pareçe que entendí mientra le tuve en le apretar en el<br />

puño para le poseer, y cuando pensé que le tenía con alguna seguridad se me fue. También<br />

sospecho que los hados me quisieron tentar si cabía en mí tanto bien, y por mi mala suerte<br />

no fue dél mereçedor. Y porque veas si tengo razón de lo encareçer, sabrás que en él tenía<br />

yo toda la consolaçión y bienaventurança que en el mundo se podía tener: con él pasaba yo<br />

mis trabajos de noche y [de] día, no había cosa que yo quisiesse saber o haber que no se me<br />

diesse a medida de mi voluntad; él me mostró la vida de todos cuantos en el mundo hay, lo<br />

bueno y malo que tiene la vida del rey [y] del çiudadano, del caballero, del mercader y del<br />

labrador; él me mostró cuanto en [el] çielo y el infierno hay, porque me mostró a Dios y<br />

todo lo que gozan los bienaventurados allá. En conclusión, o Demophón, yo perdí un tesoro<br />

que ningún poderoso señor en el mundo más no pudo poseer.

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