El Crotalón - Biblioteca Virtual Universal
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y fertilíssima tierra, al fin de dos días, casi al puesto del sol, desçendiendo de una alta<br />
montaña a un valle de mucha arboleda, llegamos a un río que con mucha abundançia y<br />
frecuençia corría vino muy suave, tan hondo y tan caudaloso que por muchas partes podían<br />
navegar navíos muy gruesos, del cual començamos a beber y a gustar, y algunos de<br />
nuestros compañeros se començaron de la bebida a vençer, y se nos quedaban dormidos por<br />
allí que no los podíamos llevar. Todas las riberas de aquel suave y graçioso río estaban<br />
llenas de muy grandes y fertilíssimas çepas cargadas de muy copiosas vides, [con sus]<br />
pámpanos y racimos muy sabrosos y de gran gusto; de los cuales començamos a cortar y<br />
comer, y tenían algunas de aquellas çepas figura y imagen de mugeres que hablando en<br />
nuestra lengua natural nos convidaban con agraçiadas palabras a comer dellas,<br />
prometiéndonos mucho dulçor. Pero a todos aquellos que convençidos de sus ruegos y<br />
halagos llegaban a gustar de su fruto los dormían y prendían allí, que no eran libres para se<br />
mover y las dexar, ni los podíamos arrancar de allí. Destas, de su frecuente manar, destilada<br />
un contino licor que hazía ir al río muy caudaloso; aquí en esta ribera hallamos un padrón<br />
de piedra de dos estados alto sobre la tierra, en el cual estaban unas letras griegas escriptas<br />
que mostraban ser de gran antigüedad, que dezían haber sido éste el peregrinaje de Bacho.<br />
Passado este graçioso río por algunas partes que se podía vadear, y subida una pequeña<br />
cuesta que ponía differençia entre este valle de Bacho, desçendimos a otro no menos<br />
deleitoso y de gran sabor, de cuyo gusto y dulçor nos pareçía beber aquella bebida que<br />
dezían los hombres [antiguos] ser de los dioses por su grande y admirable gusto, a la cual<br />
llamaron el néctar y ambrosía. Éste tenía una prodigiosa virtud de su naturaleza, que si<br />
alguno escapado del río de Bacho pudiesse llegar a beber deste licor era maravillosamente<br />
consolado y sano de su embriaguez, y era restituido en su entero y primero juizio, y aun<br />
mejorado sin comparación. Aquí bebimos hasta hartar, y volvimos por los compañeros y<br />
cual a braço, cual acuestas y cual por su pie, los truximos allí, y sanos caminamos con<br />
mucho plazer. No lexos desta suave y salutífera ribera vimos salir humo, y mirando más<br />
con atençión vimos que se descubrían unas caserías pobres y pajizas, de lo cual nos<br />
alegramos mucho por ver si habitaba por allí alguna gente como nosotros, con que en<br />
aquella prisión y mazmorra nos pudiéssemos entender y consolar; porque en la verdad nos<br />
pareçía ser aquello una cosa fantaseada, o de sueño, o que por el rasgo nos la describía<br />
algún ingenioso pintor. Pues con esta agonía que por muchos días nos hazía andar sin<br />
comer ni beber, sin nos defatigar, llegamos çerca de aquellas casas, y luego en la entrada<br />
hallamos una vieja de edad increíble, porque en rostro, meneo y color lo monstró ser ansí.<br />
Estaba sentada entre dos muy perenales fuentes, de la una de las cuales manaba un muy<br />
abundante caño de miel, y de la otra < > corría otro caño muy fértil y gruesso de leche muy<br />
cristalino, las cuales dos fuentes bajadas a un vallico que estaba junto allí se mezclaban y<br />
hazían ambas un río caudal. Estaba la dueña ançiana con una vara en la mano, con la cual<br />
con gran descuido hería en la fuente que tenía a su mano derecha que corría leche, y a cada<br />
golpe hazía unas campanillas, las cuales corriendo por el arroyo adelante se hazían muy<br />
hermosos requesones, nazulas, natas y quesos como ruedas de molino, los cuales todos<br />
cuando llegaban por el arroyo abajo, donde se mezclaba la fuente del miel, se hazían de<br />
tanto gusto y sabor que no se puede encareçer. Había en este río peçes de diversas formas<br />
que tenían sabor del miel y leche. Y como nosotros la vimos espantámonos por pareçernos<br />
una prodigiosa visión, y ella por el semejante en vernos [como] vista súbita y no<br />
acostumbrada se paró. Pues cuando volvimos en nosotros, y con esfuerço cobramos el<br />
huelgo que con el espanto habíamos perdido, la saludamos con mucha humildad, dubdosos<br />
si nos entendiesse < > nuestra lengua, y ella luego con apazible semblante dando a entender