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La lealtad de los delincuentes - tonisoler

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2. El sermón<br />

“ Get up, stand up...”. Me <strong>de</strong>spertó la cantinela <strong>de</strong>l teléfono móvil. No lo<br />

cogí. Miré la hora: las dos <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>. Lo puse en silencio y volví a zambullirme<br />

en el reino <strong>de</strong> <strong>los</strong> sueños.<br />

Abrí <strong>los</strong> ojos cinco horas <strong>de</strong>spués. Todos <strong>los</strong> poros <strong>de</strong> mi cuerpo<br />

<strong>de</strong>sprendían un terrible hedor a alcohol que viciaba el aire y hacía que me<br />

costara respirar. Entraban pequeños rayos <strong>de</strong> luz entre las uniones <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

listones mal encajados <strong>de</strong> la persiana. Por más que intentaba cerrarla hasta<br />

conseguir la oscuridad total, esas malditas holguras me atormentaban en<br />

<strong>los</strong> días <strong>de</strong> resaca. Una <strong>de</strong>sagradable e intermitente lucecita roja <strong>de</strong>stellaba<br />

sin mi permiso en la mesita <strong>de</strong> noche. Tenía la incómoda sensación <strong>de</strong><br />

que había estado allí fustigándome durante horas. De nuevo se trataba <strong>de</strong>l<br />

móvil avisándome <strong>de</strong> que existía todo un mundo en movimiento fuera <strong>de</strong> mi<br />

habitación. Tenía siete llamadas perdidas: una <strong>de</strong> Angelito y seis <strong>de</strong> mi madre.<br />

Recordé mis compromisos adquiridos para ese sábado y me lamenté por<br />

haber pasado un día más enterrado entre las sábanas. ¡Jo<strong>de</strong>r! Había olvidado<br />

la comida <strong>de</strong> cumpleaños <strong>de</strong> mi hermana.<br />

Agarré el dichoso aparato y llamé a Angelito.<br />

—¿Qué pasa, tío? ¡Vaya resacón! ¿Me has llamado?<br />

—Sí, tío. Muy fuerte lo que pasó ayer. ¿A qué hora te fuiste?<br />

—No sé… Era ya <strong>de</strong> día —le dije, haciendo un esfuerzo por recordarlo—.<br />

¿Pasó algo luego?<br />

—Fran está jodido. Pero que muy, muy jodido —contestó.<br />

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