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La lealtad de los delincuentes - tonisoler

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Al llegar a mi casa me lamenté una vez más por no tener la piscina limpia.<br />

Busqué un CD apropiado para la ocasión: Songs in a minor, <strong>de</strong> Alicia Keys. Así<br />

podría bailar sin per<strong>de</strong>r el contacto con el cuerpo cubierto <strong>de</strong> pecas <strong>de</strong> Sonia.<br />

Fran se había <strong>de</strong>shinchado un poco durante el trayecto y se sentó en el sofá.<br />

Yo iba a tope. <strong>La</strong> pastilla era buena, muy buena. Cogí a Sonia <strong>de</strong> la mano y me<br />

la llevé a la cocina. Andrea se quedó bailando con <strong>los</strong> brazos en alto en mitad<br />

<strong>de</strong>l salón.<br />

Me apoyé sobre la encimera y Sonia se colocó <strong>de</strong> espaldas sobre mí,<br />

mirando ambos hacia la puerta. Podíamos ver bailar a Andrea <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí.<br />

Se movía bien, muy bien. Parecía la llama <strong>de</strong> una vela a la que <strong>de</strong> vez en<br />

cuando envolviera una pequeña brisa. <strong>La</strong> música fluía por su cuerpo. Era<br />

sensual y morboso. Fran también la observaba <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sofá. Lo cierto es que<br />

<strong>los</strong> tres la mirábamos embobados.<br />

Andrea mantenía <strong>los</strong> ojos cerrados y sus gestos <strong>de</strong> placer formaban parte <strong>de</strong>l<br />

baile. Poco a poco fue bajando <strong>los</strong> brazos y, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> moverse, <strong>de</strong>sabrochó<br />

uno a uno <strong>los</strong> botones <strong>de</strong> su blusa. Resultaba excitante. Se movía como si la<br />

estuviesen acariciando y aquella visión me la puso durísima. Sonia lo notó al<br />

instante y se acercó todavía más a mi cuerpo. Andrea abrió un segundo <strong>los</strong><br />

ojos y nuestras miradas se cruzaron. Vi fuego en el<strong>los</strong>. Volvió a cerrar<strong>los</strong> y<br />

terminó <strong>de</strong> quitarse la blusa. Llevaba puesta una falda <strong>de</strong> tubo, con un corte<br />

en el lateral que enseñaba bastante. Le quedaba fantástica. Aunque no tardó<br />

en <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse también <strong>de</strong> aquella prenda. Tacones <strong>de</strong> diez centimetros y<br />

lenceria fina adornaban ahora su cuerpo, un cuadro realmente irresistible.<br />

Primero levantó una pierna y la sacó <strong>de</strong> la falda que yacía en el suelo, luego<br />

hizo lo mismo con el otra, y continuó bailando, esta vez más cerca <strong>de</strong> Fran.<br />

Yo <strong>de</strong>slicé las manos por el cuerpo <strong>de</strong> Sonia hasta que rocé la piel <strong>de</strong> sus<br />

mus<strong>los</strong> con <strong>los</strong> <strong>de</strong>dos. Sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> mirar a Andrea, la besé en <strong>los</strong> hombros y<br />

la nuca. Fran se <strong>de</strong>sabrochó el pantalón y comenzó a tocarse. El alcohol y las<br />

drogas nos estaban transportando a todos a un lugar don<strong>de</strong> todo iba mucho<br />

más <strong>de</strong>spacio.<br />

Levanté muy suavemente el vestido <strong>de</strong> Sonia hasta llegar a sus pechos.<br />

Ella alzó <strong>los</strong> brazos y terminé <strong>de</strong> quitárselo. No llevaba sujetador, así que en<br />

un sólo movimiento la había <strong>de</strong>jado únicamente con el tanga. Andrea seguía<br />

contorneándose en bragas y sujetador, recogiéndose el pelo y mostrando así<br />

el contorno <strong>de</strong> su cuello. Ese maravil<strong>los</strong>o cuello.<br />

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