15.05.2013 Views

La lealtad de los delincuentes - tonisoler

La lealtad de los delincuentes - tonisoler

La lealtad de los delincuentes - tonisoler

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

El tiempo con ella pasaba volando. Hablamos sin parar. <strong>La</strong> conversación<br />

entre nosotros siempre era intensa y apasionada. Comimos y seguimos<br />

disfrutando el uno <strong>de</strong>l otro. Si conseguía hacerla reír sentía que me invadía<br />

la felicidad. Cuando nos dimos cuenta estábamos so<strong>los</strong> en el restaurante.<br />

Ninguno <strong>de</strong> <strong>los</strong> dos había sacado el tema <strong>de</strong>l beso. Los dos esperábamos. No<br />

queríamos romper esa magia que nos ro<strong>de</strong>aba.<br />

Se hizo un pequeño silencio. Miré hacía la calle. No podía creer lo que<br />

estaba viendo: saliendo <strong>de</strong>l portal <strong>de</strong> enfrente <strong>de</strong>l restaurante estaba el jodido<br />

serbio <strong>de</strong> la cicatriz en la cara, Eric.<br />

Me levanté <strong>de</strong> golpe en un acto reflejo. Marta se quedó mirándome perpleja.<br />

—¿Qué te pasa? —preguntó.<br />

Eric comenzó a caminar por la acera. Parecía buscar un taxi.<br />

—Marta, vas a tener que perdonarme. ¿Ves a ese tío rubio <strong>de</strong> ahí enfrente?<br />

—le pregunté, señalándole con la mirada.<br />

—Sí… ¿Qué pasa con él? ¿Quién es?<br />

—Tengo que seguirle —sentencié, mientras sacaba un billete <strong>de</strong> doscientos<br />

euros <strong>de</strong> la cartera y lo <strong>de</strong>jaba sobre <strong>de</strong> la mesa.<br />

—Que tienes que hacer ¿qué? —me preguntó alucinada.<br />

Salí a toda prisa <strong>de</strong>l restaurante, <strong>de</strong>jando a Marta con la palabra en la boca.<br />

Corrí hasta mi coche. Por suerte lo tenía aparcado a sólo unos pocos metros<br />

<strong>de</strong> allí. Arranqué y esperé a que Eric consiguiera su taxi. Lo hizo y empecé a<br />

seguirlo. Nada más arrancar me pareció ver a Dani caminando por la misma<br />

acera. Su oficina estaba cerca <strong>de</strong> allí. Me hice el loco para no tener que parar<br />

a saludarle.<br />

No tenía ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo que estaba haciendo. Era una sensación extraña.<br />

Tenía miedo y al mismo tiempo estaba excitado. Por momentos pensé en<br />

Ángel y, al recordar su cara <strong>de</strong> pánico al sugerirle acudir a la policía, me entró<br />

un escalofrío. Estaba siguiendo a un mafioso, que había estafado, agredido y<br />

amenazado <strong>de</strong> muerte a mi amigo. Debía <strong>de</strong> estar loco. Sin embargo, al mismo<br />

tiempo, algo en mi interior me obligaba a seguir con la persecución. No sabía<br />

si aquello me llevaría a algo, simplemente quería saber a dón<strong>de</strong> se dirigía.<br />

Salimos <strong>de</strong>l centro dirección Noroeste por la CV-35. Conduje a una distancia<br />

pru<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong>l taxi durante más o menos diez kilómetros sin saber muy bien<br />

cómo <strong>de</strong>bía actuar. Entonces fue cuando me di cuenta, justo en el momento en<br />

que salíamos <strong>de</strong> la autopista en dirección a la Eliana: <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l taxi <strong>de</strong> Eric<br />

iba otro taxi, él también perseguía a alguien.<br />

58

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!