La lealtad de los delincuentes - tonisoler
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un momento en que <strong>de</strong>bió asustarse. No sé si es que vio las luces <strong>de</strong> un coche<br />
o algo, pero me levantó, me metió en el maletero <strong>de</strong> su coche y nos fuimos <strong>de</strong><br />
allí. Perdí el conocimiento y tuvo que <strong>de</strong>spertarme a bofetadas. Me sacó <strong>de</strong>l<br />
maletero y me <strong>de</strong>jó en el suelo <strong>de</strong> otro <strong>de</strong>scampado. Entonces, busqué una<br />
cabina y te llamé.<br />
—No sé ni qué <strong>de</strong>cir —susurré.<br />
—Tienes que ayudarme —suplicó.<br />
Estaba intentando pensar. No se me ocurría la forma <strong>de</strong> solucionar<br />
esa situación. Angelito realmente estaba jodido. Recuperar la pasta era<br />
prácticamente imposible. El tal Eric podría ya haber cogido un avión a su país.<br />
—Ángel, vamos a hacer lo siguiente: vamos a ir a la policía y vas a<br />
<strong>de</strong>nunciar a ese tío. Dirás que te atracó cuando llevabas encima la caja <strong>de</strong> toda<br />
la semana <strong>de</strong>l restaurante. Dirás que te agredió y te robó. Yo hablaré con el<br />
Tocha y, aunque sea a hostias, le sacaré información sobre ese cabrón. Vamos<br />
a arreglarlo. Te creerán a ti. Todo se solucionará, verás como…<br />
—¡No! —me cortó.<br />
—¿Cómo? —le pregunté alucinado.<br />
Le caían lágrimas por la cara y movía la cabeza <strong>de</strong> un lado a otro.<br />
—¡Me matará!<br />
—No digas tonterías —le dije.<br />
—Me matará, Toni, estoy seguro —hizo una pausa y añadió— lo vi en sus<br />
ojos.<br />
Angelito tenía razón. Ahora empezaban <strong>de</strong> verdad sus problemas. Me<br />
hizo prometerle que no le diría nada a nadie, ni mucho menos a Dani.<br />
Ya inventaríamos algo. Repasamos juntos la situación económica <strong>de</strong>l<br />
restaurante: era peor <strong>de</strong> lo que yo creía. Se había pulido todas sus reservas<br />
en la construcción <strong>de</strong> su casa y en fiesta, y a<strong>de</strong>más, todos <strong>los</strong> meses le tocaba<br />
poner entre dos y tres mil euros adicionales para po<strong>de</strong>r pagar el alquiler <strong>de</strong>l<br />
local y <strong>los</strong> gastos <strong>de</strong> personal. Su única salida eran esos treinta mil euros que<br />
ahora ya nunca volvería a ver.<br />
—Necesito que me <strong>de</strong>jes algo <strong>de</strong> pasta —volvió a la carga—. Al menos hasta<br />
que consiga ven<strong>de</strong>r mi casa. Mis viejos no <strong>de</strong>ben enterarse.<br />
—Tal y como está el mercado pue<strong>de</strong> costarte meses ven<strong>de</strong>rla —le dije.<br />
—Lo sé, pero es mi única opción.<br />
—¿Cuánto crees que necesitas? —pregunté temeroso.<br />
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