La lealtad de los delincuentes - tonisoler
La lealtad de los delincuentes - tonisoler
La lealtad de los delincuentes - tonisoler
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
por la mitad <strong>de</strong> su dinero para ingresarlo en otro banco. No quería arriesgar<br />
sus ahorros y no me hacía caso cuando intentaba tranquilizarlo. Le hice<br />
el cheque por ese importe, pero su cuenta en mi oficina se había quedado<br />
a cero. ¿Cómo iba a <strong>de</strong>círselo? Les daría un disgusto para el que mis padres<br />
no estaban preparados. Cogí todos mis ahorros y <strong>los</strong> pasé a su cuenta, pero<br />
con eso no cubría ni una cuarta parte <strong>de</strong> lo perdido. Necesitaba recuperar<br />
su dinero como fuera. Y entonces se me ocurrió la i<strong>de</strong>a. Sólo necesitaba a<br />
un tipo duro, capaz <strong>de</strong> cualquier cosa por conseguir un poco <strong>de</strong> pasta. Era<br />
fácil. Yo sabía cuándo algún cliente <strong>de</strong> la caja iba a comprar o ven<strong>de</strong>r alguna<br />
propiedad. También sabía si habría alguna entrega en efectivo. Sólo tenía que<br />
enviar a alguien capaz <strong>de</strong> atracar y asustar tanto a mi cliente como para que<br />
no interpusiera una <strong>de</strong>nuncia. No <strong>de</strong>bían ser cantida<strong>de</strong>s elevadas, para que<br />
dieran por perdido el dinero sin arriesgarse a enfrentarse a Eric o a Hacienda.<br />
<strong>La</strong> primera operación salió bien. No se le hizo daño a nadie. Nos repartimos<br />
el dinero. Con la <strong>de</strong> Ángel, yo ya había recuperado casi todo lo perdido en la<br />
bolsa y le dije a Eric que se acababa, pero no me escuchó. Está loco, ¿sabes?<br />
Es capaz <strong>de</strong> cargarse a su madre por un poco <strong>de</strong> pasta. Estoy asustado y, por si<br />
fuera poco, ahora tú lo sabes todo. ¿Cómo te has enterado?<br />
—Vi salir <strong>de</strong> la notaría a Eric y le seguí hasta casa <strong>de</strong> Mario García. Esta<br />
mañana ha salido la noticia en prensa.<br />
—Teníamos que saber dón<strong>de</strong> se llevaban el dinero. ¿Cómo lo relacionaste<br />
conmigo? —preguntó intrigado.<br />
—También te vi a ti, justo enfrente <strong>de</strong> la notaría, cuando empecé a seguir<br />
a ese cabrón. A<strong>de</strong>más...<br />
Saqué la copia simple <strong>de</strong> la escritura y se la entregué.<br />
—Toma, es tuya. Ya no tienes que ir a recogerla.<br />
Reconoció el documento y comprendió mi <strong>de</strong>ducción.<br />
—¿Cómo contactaste con ese energúmeno? —le pregunté.<br />
—Hablé con el Tocha y le pregunté si conocía algún tipo que se <strong>de</strong>dicara<br />
a dar palizas por encargo, ya sabes, cobradores <strong>de</strong> <strong>de</strong>udas o porteros <strong>de</strong><br />
discoteca repudiados. A <strong>los</strong> dos días vino Eric a verme a la oficina. El muy<br />
cabrón pue<strong>de</strong> llegar a ser encantador a pesar <strong>de</strong> su aspecto, así que pacté con<br />
él. Ahora quiere más y no sé cómo pararlo.<br />
—Eres un idiota, Dani. No se pue<strong>de</strong> caer más bajo. Ya me parecían mal tus<br />
trapicheos <strong>de</strong> seguros con Car<strong>los</strong>, pero ¿en qué te has convertido? No tienes<br />
excusa, tío. Me avergüenzo <strong>de</strong> ti. No sé si algo así se pue<strong>de</strong> perdonar —le dije.<br />
71