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La lealtad de los delincuentes - tonisoler

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Necesitaba tenerla <strong>de</strong>lante y mirarle a <strong>los</strong> ojos, pero ella no me daba esa<br />

opción. Tenía que <strong>de</strong>círselo todo sin po<strong>de</strong>r ver cuál era su reacción.<br />

—Marta… Necesito que me perdones. Necesito verte. Eres lo más importante<br />

que existe para mí —hice una pausa y añadí—. Te quiero, Marta. Siempre te he<br />

querido, no tienes ni i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>…<br />

—¡Toni! —me cortó.<br />

—Espera, necesito soltarlo todo, necesito…<br />

—¡Voy a casarme! —gritó.<br />

—¿Cómo?<br />

Aquella era la peor noticia que me habían dado en mi vida. No podía<br />

enten<strong>de</strong>rlo. Estaba convencido <strong>de</strong> que ella me quería. Sabía que tenía<br />

novio, pero yo nunca había tomado esa relación muy en serio. Pensaba que<br />

ella iba a estar allí siempre, esperando a que yo fuera a su encuentro y la<br />

llevara conmigo. No tenía palabras. Era como si hubiese perdido <strong>de</strong> pronto la<br />

capacidad <strong>de</strong> hablar.<br />

—¿Sigues ahí? —me preguntó.<br />

—Sí.<br />

—Pensaba <strong>de</strong>círtelo ayer, pero una vez más lo estropeaste. Siempre lo<br />

estropeas.<br />

—¿Le quieres? —le pregunté.<br />

Tardó unos segundos en contestar.<br />

—Es bueno conmigo. Me quiere muchísimo y siempre está pendiente <strong>de</strong><br />

hacerme feliz. A<strong>de</strong>más, ya tengo treinta y cinco años. Ya sabes cómo son mis<br />

padres. Quiero ser madre, quiero tener una vida. Quiero…<br />

—¿Le quieres? —volví a preguntar.<br />

—Sí... Le quiero.<br />

Mastiqué durante unos segundos lo que acababa <strong>de</strong> oír. Era como recibir<br />

un puñetazo en el estómago. Dolía incluso más.<br />

—Marta… Ahora tengo que colgar. Ya hablaremos, ¿vale?<br />

—¡Toni!<br />

Colgué.<br />

Realmente abatido no podía encontrar el sentido que <strong>los</strong> acontecimientos <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> últimos meses estaban dando a mi vida. Era como si hubiese entrado en<br />

un túnel oscuro y no llegara nunca a la salida: había perdido el trabajo, mi<br />

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