La lealtad de los delincuentes - tonisoler
La lealtad de los delincuentes - tonisoler
La lealtad de los delincuentes - tonisoler
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Lo estábamos pasando genial. <strong>La</strong>s chicas se levantaron y fueron al baño.<br />
Llegó el momento <strong>de</strong> <strong>de</strong>cidir.<br />
—¿Cuál te gusta? —interrogué a Fran.<br />
—<strong>La</strong>s dos —contestó.<br />
—¡Perfecto! Pues para ti Paula.<br />
—¡Cojonudo!<br />
Volvieron <strong>de</strong>l baño y terminamos <strong>de</strong> cenar. Después, pedimos una copa.<br />
No parábamos <strong>de</strong> reír. Todo pintaba estupendo. Había conexión. Trajeron la<br />
cuenta y la pagamos a medias Fran y yo. Salimos <strong>de</strong>l local y <strong>de</strong>cidimos ir a un<br />
garito <strong>de</strong> moda <strong>de</strong> la zona <strong>de</strong> Cánovas.<br />
Nosotros llegamos primero. Saludamos a <strong>los</strong> porteros y entramos.<br />
Hablamos con uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> dueños <strong>de</strong>l local. Era un antiguo conocido. Nos hizo<br />
un hueco en la zona VIP, previo pago <strong>de</strong> una botella <strong>de</strong> champán. El local<br />
aún no se había llenado, pero sonaba la música a todo volumen y estábamos<br />
animadísimos. .<br />
Pasaron <strong>los</strong> minutos. <strong>La</strong>s chicas tardaban <strong>de</strong>masiado. Miré el móvil. Tenía<br />
un sms <strong>de</strong> Paula. “Hemos tenido que ir a una fiesta. Un compromiso. Gracias<br />
por la cena. Bs.”<br />
—¡Hijas <strong>de</strong> puta! —grité.<br />
Llamé a su móvil. Apagado.<br />
—¿Qué pasa, Tonelo? —preguntó Fran.<br />
—Nos la han jugado, tío —contesté con cara <strong>de</strong> primo y le enseñé el<br />
mensaje.<br />
—¡Jo<strong>de</strong>r! ¡Son todas unas zorras! ¡Todas! —reaccionó, echándose las<br />
manos a la cabeza.<br />
Nos trajeron el champán y lo miramos con cara <strong>de</strong> gilipollas. Empezamos<br />
a <strong>de</strong>scojonarnos. Nos reímos <strong>de</strong> nosotros mismos.<br />
—¡Vaya planazo que me has montado, cabrón! —soltó Fran.<br />
—A que has cenado bien, ¿eh?<br />
Continuamos con el cachon<strong>de</strong>o. Era el mejor mecanismo <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa para<br />
contrarestar el orgullo herido. Empezamos a beber una copa tras otra. Lo<br />
necesitábamos. Estuvimos así durante un buen rato y, por fin, el garito se<br />
llenó. Entonces vi entrar a alguien por la puerta.<br />
—¡Dios existe! —chillé.<br />
—¿Tú crees?<br />
40