La lealtad de los delincuentes - tonisoler
La lealtad de los delincuentes - tonisoler
La lealtad de los delincuentes - tonisoler
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>de</strong> “información”, pero justo antes <strong>de</strong> marcar su número, sonó el timbre <strong>de</strong>l<br />
vi<strong>de</strong>oportero <strong>de</strong> mi casa.<br />
Era Fran. Abrí.<br />
Caminaba cabizbajo por la urbanización directo hacia mi pareado y llevaba<br />
la misma ropa sucia con la que lo había <strong>de</strong>jado el viernes pasado.<br />
—¿Cómo estás? —le pregunté en cuanto lo tuve <strong>de</strong>lante, con la cara más<br />
compasiva que fui capaz <strong>de</strong> representar.<br />
—Mal. ¿Puedo darme una ducha? —preguntó sin <strong>de</strong>spegar la vista <strong>de</strong>l<br />
suelo.<br />
—Claro, tío. Pasa, te <strong>de</strong>jaré algo <strong>de</strong> ropa limpia y una toalla.<br />
—Gracias.<br />
A pesar <strong>de</strong> su fortaleza física, Fran siempre había sido un tío sensible. Le<br />
gustaba pasar tiempo con <strong>los</strong> amigotes, pero con lo que más disfrutaba era<br />
estando con Silvia. <strong>La</strong> quería. Si había algo en el mundo que <strong>de</strong> verdad adoraba<br />
era a su mujer. Estaba enamorado <strong>de</strong> ella, enamorado <strong>de</strong> verdad. Des<strong>de</strong> el<br />
día que la conoció había invertido el cien por cien <strong>de</strong> su tiempo intentando<br />
hacerla feliz. Admiraba su forma <strong>de</strong> ser, admiraba su cuerpo. Cuando ella<br />
hablaba, él callaba y atendía. Le regalaba sonrisas y piropos, incluso <strong>de</strong>lante<br />
<strong>de</strong> sus amigos. Para él, el significado <strong>de</strong> la felicidad era tener hijos con ella y<br />
pasar hasta el último minuto <strong>de</strong> su vida a su lado.<br />
Pero ella no <strong>de</strong>bía pensar lo mismo. Hacía unas semanas le había <strong>de</strong>jado.<br />
Necesitaba espacio y tiempo para reflexionar. ¿Reflexionar qué? Pensaba yo.<br />
Pero Fran estaba convencido <strong>de</strong> que tar<strong>de</strong> o temprano volvería con él. “Es mi<br />
<strong>de</strong>stino”, solía <strong>de</strong>cír, sonriendo como un niño.<br />
Salió <strong>de</strong>l cuarto <strong>de</strong> baño duchado y afeitado. Se enfundó el vaquero y la<br />
camiseta que le <strong>de</strong>jé y aun así permanecía entre tinieblas.<br />
—¿Mejor?<br />
Continuaba con la mirada clavada en el suelo.<br />
—No…<br />
—Tienes una pinta horrible. ¿Vas a contármelo?<br />
Le agarré por la barbilla e hice que me mirara a <strong>los</strong> ojos. Rompió a llorar<br />
durante un par <strong>de</strong> minutos y <strong>de</strong>spués se calmó.<br />
—Todo se ha terminado—susurró.<br />
—¿Qué ha pasado, Fran?—le pregunté intrigado.<br />
21