Historia de la literatura gallega - Innova

urbano o incluso su combinación en la sociedad gallega actual, como son
Antón Reixa o Manuel Rivas.
Señalemos, por último, que la década de los ochenta supone la
incorporación a la lírica gallega de José Angel Valente (1929-2000), que en su
Cantigas de alén (1989) cultiva una poesía del conocimiento, vacía de toda
retórica y en la que es fundamental la meditación sobre el amor, la muerte o la
poesía como forma de conocimiento.
La narrativa de los ochenta: riqueza y variedad
La narrativa de estos años se va a caracterizar en primer lugar por su
variedad de géneros: novela histórica, novela testimonio, novela psicológica,
novela policiaca, etc. En segundo lugar, conviven y publican sus obras en esta
década autores que van desde la llamada generación de 1936, la de Cunqueiro
o Carballo Calero, a la nueva generación de nacidos en la segunda mitad de
los cuarenta y a lo largo de los cincuenta que se incorporan a finales de los
setenta o en la década de los ochentas al género narrativo.
Un miembro tan característico de la generación del 36 como es Carballo
Calero nos ofrece en Scorpio (1986) una reconstrucción del periodo de la II
República en Galicia, la etapa del Seminario de Estudos Galegos y la guerra
civil, desde una perspectiva eminentemente autobiográfica.
Neira Vilas supera la sencillez técnica del realismo crítico a la que nos
tenía acostumbrados desde su Memorias dun neno labrego, para ofrecer en
QueridoTomás (1980), además de un prodigioso documento social sobre la
Galicia de posguerra, un gran ejercicio de utilización del monólogo interior,
pues la novela es el largo monólogo de una maestra que va reconstruyendo su
vida y su amor por Tomás, que se ve destruido por la emigración.
Los miembros de la Nova Narrativa confirman en esta década su
madurez y se convierten en clásicos. X.L. Méndez Ferrín en los relatos breves
Crónicas de Nós mezcla la fantasía con la recreación de hechos históricos del
galleguismo reciente. En Amor de Artur e nove contos con Tage Ata ao lonxe
(1982) retorna al mundo artúrico que tan grato le resulta y en el primero de los
relatos reconstruye de forma muy personal el adulterio de la reina Ginebra.
Ferrín también toca el relato juvenil de aventuras en Arnoia, Arnoia (1987). Por
88