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proyectos y exposiciones<br />

unos paños en los que hay frases de<br />

discursos de Tito relativas a la nación<br />

yugoslava. Un vídeo recoge a unas<br />

mujeres que lavan una y otra vez esos<br />

paños sin lograr borrar las palabras<br />

que, como heridas, quedan grabadas<br />

en la memoria. El vídeo, más allá del<br />

drama de los Balcanes, apunta a<br />

tantos usos perversos de la palabra<br />

que, impulsados por estrategias de<br />

dominación, quedan grabados, como<br />

pesada carga, en la cultura y en la<br />

vida de cada individuo.<br />

Al lado de estas obras no desmerecen<br />

las de Alonso Gil, La orquesta de los<br />

milagros, que con respeto y sin<br />

alardes técnicos filma a hombres y<br />

mujeres que sufren las consecuencias<br />

del ocaso de la cultura industrial en<br />

Sevilla. La de Gülsun Karamustafa,<br />

que muestra el dolor y el desarraigo<br />

de las minorías en los Balcanes o la<br />

pintura de la joven serbia Biljana<br />

Djurjevic, estrechamente vinculada a<br />

una violencia de años. La fuerza de<br />

estas propuestas ensombrece al niño<br />

ahorcado de Cattelan que, pese a<br />

decir mucho con pocos medios, se<br />

ha beneficiado de un exceso de celo<br />

de la Administración.<br />

V La intervención de la BIACS 1 en<br />

los espacios de Sevilla y en su medio<br />

cultural ha sido irregular. Como<br />

acontecimiento, ha logrado que<br />

algunos aprieten el paso.<br />

Coincidiendo con la BIACS 1, las<br />

instituciones de ahorro han mostrado<br />

sus colecciones, las galerías que aún<br />

quedan en Sevilla han ofrecido<br />

muestras de especial interés, y los<br />

artistas jóvenes han mantenido a lo<br />

largo de estos meses acciones y<br />

muestras sugestivas. Incluso una sala<br />

municipal ha salido del letargo para<br />

acoger una muestra fotográfica<br />

promovida por la propia Bienal. La<br />

organización de debates y conferencias<br />

por esta última ha sido algo<br />

apresurada y la respuesta del público<br />

variable. Más trascendencia han<br />

tenido las visitas programadas de<br />

estudiantes a la muestra: muchos,<br />

incluso los universitarios, se<br />

acercaban por primera vez al arte<br />

contemporáneo.<br />

La contribución de las administraciones<br />

a la Bienal ha sido sobre todo<br />

económica. De las universidades,<br />

sólo la de Sevilla se ha relacionado<br />

con ella: le ha proporcionado voluntarios<br />

para diversas funciones.<br />

Ninguna ha programado actividades<br />

La dispersión de sedes<br />

ayudaría a reflexionar<br />

sobre la ciudad y<br />

permitiría el descanso del<br />

espectador<br />

que fueran cobertura teórica de la<br />

cita con el arte actual o sirvieran para<br />

fomentar un debate en vistas a<br />

sucesivas ediciones.<br />

La BIACS 1 no ha intervenido más<br />

que en un solo espacio de Sevilla, la<br />

Cartuja, en la que parece haberse<br />

recluido. La escasa presencia física<br />

del arte actual en la ciudad se ha<br />

dado en una de las exposiciones<br />

paralelas, la realizada por la Caja San<br />

Fernando, en la que se instaló, ante<br />

el Ayuntamiento, un simulacro de<br />

una boca de metro con el rótulo Las<br />

Vegas, es decir, Las tres mil<br />

viviendas, barrio marginal y símbolo<br />

de los marginados de la ciudad.<br />

Pese a su reclusión, la Bienal ha<br />

tenido un logro importante: articular<br />

por primera vez en una peculiar<br />

unidad los espacios de la Cartuja 15 .<br />

El visitante ha descubierto los patios<br />

de las celdas y la confluencia entre el<br />

jardín decimonónico y el antiguo<br />

huerto, ha recorrido el gran patio de<br />

los hornos de porcelana animado por<br />

la pista de skate del malogrado<br />

Michel Majerus y ha entrevisto las<br />

edificaciones fabriles cerca del<br />

centenario ombú. Las antiguas<br />

dependencias del monasterio han<br />

sido intervenidas con acierto por<br />

obras actuales: la instalación de<br />

Javier Velasco en la sacristía mide los<br />

días con las diferentes luces refractadas<br />

por sus estalactitas-lágrimas; la<br />

Fuente de la Juventud (Gerda Steiner<br />

& Jörg Lenzlinger) llena de vitalidad<br />

la llamada Capilla de Colón; la réplica<br />

del cuento de las habas mágicas de<br />

Joâo Pedro Vale puso desmesura y<br />

humor en el severo Claustrillo; y las<br />

frías láminas de Joseph Kosuth han<br />

resultado aún más exactas en el Patio<br />

del Prior.<br />

La interacción más audaz la hizo<br />

Cabrita Reis con su jardín de neón<br />

en el antiguo Refectorio. El gran<br />

artesonado, las serenas proporciones,<br />

los viejos azulejos y el<br />

recuerdo de La Santa Cena<br />

chocaban con la desnuda obra de<br />

Cabrita: neón, aglomerado de<br />

madera, aluminio pintado, cables y<br />

cebadores eléctricos. Es la<br />

descarnada oposición entre un<br />

lenguaje artístico, el tradicional, que<br />

habla en la intimidad de un más allá<br />

–de cualquier forma que éste pueda<br />

entenderse–, y otro que, como dijera<br />

Donald Judd, no tiene detrás nada<br />

más que lo que se ve en sus descarnadas<br />

piezas 16 . El artista portugués<br />

sale airoso de la empresa: su obra,<br />

en el límite de lo artístico, logra el<br />

contrapunto adecuado: una extraña<br />

pero viva armonía.<br />

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