La sociedad del espectáculo
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<strong>La</strong> <strong>sociedad</strong> <strong>del</strong> <strong>espectáculo</strong><br />
Guy Debord<br />
con una organización jerárquica de la ideología sobrevive firmemente<br />
a la experiencia de todos sus resultados. <strong>La</strong> distancia que<br />
separa el trotskismo de la crítica revolucionaria de la <strong>sociedad</strong> actual<br />
le permite también observar una distancia respetuosa respecto de<br />
posiciones que ya sostenían cuando se utilizaron en un combate real.<br />
Trotsky permaneció hasta 1927 fundamentalmente solidario con la<br />
alta burocracia para intentar apoderarse de ella con el fin de hacerle<br />
reemprender una acción realmente bolchevique en el exterior (se<br />
sabe que en ese momento, para que el famoso “testamento de Lenin”<br />
pasara inadvertido, llegó a desautorizar calumniosamente a su partidario<br />
Max Eastman que lo había divulgado). Trotsky fue condenado<br />
por su perspectiva fundamental, puesto que en el momento en que la<br />
burocracia se reconoce en su resultado como clase contrarrevolucionaria<br />
en el interior debe escoger también ser efectivamente contrarevolucionaria<br />
hacia el exterior en nombre de la revolución como el<br />
lugar en que ella reside. <strong>La</strong> lucha posterior de Trotsky por una V Internacional<br />
contiene la misma inconsecuencia. Él se negó toda su vida<br />
a reconocer en la burocracia el poder de una clase separada porque<br />
se había convertido durante la segunda revolución rusa en partidario<br />
incondicional de la forma bolchevique de organización. Cuando<br />
Lukács, en 1923, mostraba en esta forma bolchevique de organización<br />
la mediación al fin descubierta entre la teoría y la práctica, en que los<br />
proletarios dejan de ser “espectadores” de los sucesos ocurridos en su<br />
organización para elegirlos y vivirlos de modo consciente, describía<br />
como méritos efectivos <strong>del</strong> partido bolchevique todo lo que el partido<br />
bolchevique no era. Lukács era todavía, a pesar de su profundo trabajo<br />
teórico, un ideólogo que habla en nombre <strong>del</strong> poder más vulgarmente<br />
exterior al movimiento proletario, que creía y hacía creer que se<br />
encontraba él mismo, con su personalidad total, en el poder como en lo<br />
que le es propio. Cuando las consecuencias mostraron de qué manera<br />
este poder deniega y suprime a sus lacayos, Lukács, desmintiéndose<br />
sin cesar, hizo ver con una nitidez caricatural con qué se había identificado<br />
exactamente: con lo contrario de sí mismo y de lo que había<br />
sostenido en Historia y conciencia de clase. Lukács verifica a la perfección<br />
la regla fundamental que juzga a todos los intelectuales de este<br />
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