Excodra XXVII: La sociedad

Golfo. México es un país al borde del suicidio.
Las celebraciones patrias deberían apelar a lo que tenemos en común.
Deberían ser una tregua, no un negocio de maquillaje para el centro de la
capital. Deberían ser una protesta multitudinaria hacia lo que nos ha
separado, hacia las injusticias de quienes nos han gobernado, y una
reconciliación: la del empresario con el agricultor, la del descendiente de
judíos con el descendiente de mayas, la del religioso con el ateo, el hombre y
la mujer, el ibérico y la indígena, el blanco y el moreno. Tendríamos que
volver a fundarnos, pero no con base en el odio y el miedo que hoy impera en
la nación, sino con la seguridad de que somos y tenemos algo valioso que
aportar al resto de sociedades mundo y a nosotros mismos. Tal vez toca
encontrar esa paz, primero dentro de nosotros, para después instaurarla a lo
largo del país.
Cuando cada 15 de septiembre gritamos “Viva México”, lo hacemos por
instinto. Muy en el fondo, queremos enfundarnos con la bandera como nos
contaron que hicieron los Niños Héroes. Queremos que las águilas, las plantas,
los monumentos, las canciones e incluso el fútbol, tengan sentido. Queremos
que haya valido la pena. Es por esto que deberíamos poder salir todos juntos a
la calle. Y que sea el viento el que haga resonar el “¡Viva!” en todo el país, no
el volumen del televisor. Al menos para darnos cuenta de que ni hemos
muerto ni nos han matado.
AO