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Excodra XXVII: La sociedad

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dado que no es mi campo de trabajo, y por tanto mis opiniones al respecto no<br />

serían más que ocurrencias vanas. Puede que, como filólogo, mis ideas<br />

respecto a la literatura o la historia literaria tuvieran algún interés, pero jamás<br />

se me ocurriría hablar frívolamente de un asunto en el que decenas de<br />

especialistas están trabajando constantemente en universidades e instituciones<br />

académicas y científicas.<br />

Puedo, sin embargo, remitirme a un libro del profesor Yubal N. Harari,<br />

titulado Sapiens —y que recomiendo fervientemente—, en el que describe las<br />

<strong>sociedad</strong>es como redes humanas basadas en la creencia global en mitologías o<br />

constructos imaginarios, como la religión, el dinero, la república, la<br />

monarquía, los derechos humanos, la igualdad, la superioridad étnica,<br />

etcétera, que evolucionan a lo largo de los siglos y se reajustan para crear<br />

nuevas mitologías en las que todos los individuos creen y contribuyen a forjar.<br />

¿Cómo interpretarías su vinculación con los Estados en los que<br />

actualmente dividimos nuestra geografía?<br />

No era necesario que lo dijera el profesor Harari: todos sabíamos que los<br />

Estados son entes ficticios, como las naciones, los pueblos y otras<br />

generalizaciones semejantes. <strong>La</strong>s fronteras son hechos imaginarios y ficticios<br />

en los cuales creemos incomprensiblemente. Y creemos tanto en ellas que<br />

colocamos a aduaneros y barreras, aunque pueden moverse y trasladarse<br />

dependiendo de las épocas y los azares de la historia. En realidad, las<br />

relaciones entre Estados, regiones, cantones, autonomías, provincias o pueblos<br />

son relaciones basadas en mitologías, y al final son relaciones territoriales que<br />

tienen más que ver con el comportamiento de los bonobos y las partidas de<br />

chimpancés que con los comportamientos que se esperarían de un ser<br />

inteligente. Los nacionalismos, por ejemplo, siempre me han recordado a<br />

ciertos tipos de felinos que esparcen su orina para marcar el territorio. Me

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