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Excodra XXVII: La sociedad

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pensamientos se habitúan solamente a una –a lo sumo dos, o tres– maneras de<br />

enfrentar la realidad, lo que nos fuerza a abandonar otras concepciones. Así<br />

vamos edificando actitudes estandarizadas que no tienen que ver con lo<br />

instintivo, sino con el miedo a no arriesgar.<br />

En consecuencia, lo que conseguimos cuando abrazamos ismos con este fervor<br />

–repito, sea cual sea el ismo– es, sencillamente, ahorrarnos faena, puesto que<br />

otros han hecho el trabajo por nosotros, y nosotros sólo tenemos que acatar,<br />

seguir huellas, pensar no en abrir nuevos surcos sino en mimar surcos ya<br />

hechos por otros sujetos. Y viviendo de esta manera... ¿cuánto nos estamos<br />

perdiendo? Mejor dicho... ¡cuánto nos estamos perdiendo!<br />

(Un inciso quizás obvio pero no menos necesario respecto a la idea del budismo<br />

como ismo: el propio budismo, en su esencia primigenia, niega ser una fe; tal<br />

interpretación es tan sólo el resultado de la humana necesidad de clasificar,<br />

catalogar o poner patitos en fila, interpretación que está alejada de lo que<br />

propone esta doctrina concebida, ni más ni menos, como práctica caja de<br />

herramientas para erradicar el sufrimiento humano. O sea: quitar legañas, no<br />

para mostrar caminos sino para demostrar que no hay caminos, o más bien para<br />

enseñarnos que son tantos los caminos que resulta imposible darles nombre).<br />

Después de saber que formaba parte de la pandilla de realviceralistas –y no<br />

del realviceral­ISMO–, Juan García Madero se sintió libre de escribir los<br />

poemas que le vinieran en gana. A su vez, al abrazar el erotismo como único<br />

“ismo”, Duchamp consiguió ser el artista más libre de la historia occidental<br />

moderna: el artista de la huida, tal como lo llamaron, para quien todo puede<br />

ser arte y nada puede ser arte; el Duchamp de “El gran vidrio”, obra<br />

estrambótica elaborada para despreciar el arte retiniano, aquel arte que aleja<br />

al ser humano de su esencia y del pensamiento, y que, para concebirla, se

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