14.03.2020 Views

La Hija de Homero - Robert Graves

Esta original e inspirada novela de Robert Graves —uno de los máximos conocedores de la antigüedad griega— narra la historia de una notable princesa siciliana, Nausícaa que vivió setecientos cincuenta años antes de Cristo, salvó el trono de su padre de las ambiciones de los usurpadores y a sus dos hermanos de una muerte violenta, librándose ella misma de un desagradable matrimonio gracias a la inesperada ayuda de un noble cretense que había naufragado en las costas do Sicilia. Esta historia, en la que el lector reconocerá una variante de un episodio de la Odisea, fue escrita por Robert Graves en 1955, cuando estudiando los mitos griegos creyó reconocer la validez de una curiosa hipótesis enunciada en 1896 por Samuel Butlor, y que atribuía el poema a la inspiración de una joven princesa siciliana (la que se habría retratado a sí misma en el personaje de Nausícaa). La Odisea que hoy conocemos no sería en verdad sino la versión femenina de un poema homérico anterior, protagonizado por una Penélope adúltera que cedio a los reclamos de todos sus pretendientes. Graves cree que esta hipótesis es irrefutable (ya Apolodoro había citado una tradición según la cual el verdadero escenario del poema sería la isla de Sicilia) y ha recreado en estas páginas fascinantes las circunstancias que impulsaron a Nausícaa a escribir la Odisea, sugiriendo además de qué modo, como hija honoraria de Homero, logró que el poema fuese incluido en el canon oficial.

Esta original e inspirada novela de Robert Graves —uno de los máximos
conocedores de la antigüedad griega— narra la historia de una notable
princesa siciliana, Nausícaa que vivió setecientos cincuenta años antes de
Cristo, salvó el trono de su padre de las ambiciones de los usurpadores y a
sus dos hermanos de una muerte violenta, librándose ella misma de un
desagradable matrimonio gracias a la inesperada ayuda de un noble
cretense que había naufragado en las costas do Sicilia. Esta historia, en la
que el lector reconocerá una variante de un episodio de la Odisea, fue
escrita por Robert Graves en 1955, cuando estudiando los mitos griegos
creyó reconocer la validez de una curiosa hipótesis enunciada en 1896 por
Samuel Butlor, y que atribuía el poema a la inspiración de una joven
princesa siciliana (la que se habría retratado a sí misma en el personaje de
Nausícaa). La Odisea que hoy conocemos no sería en verdad sino la versión
femenina de un poema homérico anterior, protagonizado por una Penélope
adúltera que cedio a los reclamos de todos sus pretendientes. Graves cree
que esta hipótesis es irrefutable (ya Apolodoro había citado una tradición
según la cual el verdadero escenario del poema sería la isla de Sicilia) y ha
recreado en estas páginas fascinantes las circunstancias que impulsaron a
Nausícaa a escribir la Odisea, sugiriendo además de qué modo, como hija
honoraria de Homero, logró que el poema fuese incluido en el canon oficial.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

buscar regalos, y que los que hay an venido sin sirvientes vay an a buscarlos en

persona. Después se los enseñaré a mi hija, lo mismo que una lista de los

donantes. La sobreexcitación de todos vosotros, y los insultos a que la sometisteis

cuando apareció en la ventana de la torre, hace un rato, impiden a la princesa

volver a mostrarse ante vosotros por el momento.

Mascullando en tono bajo, todos obedecieron, y media hora más tarde mi

madre había reunido la más rica colección imaginable de presentes. El de

Antínoo era un largo manto bordado, de tela escarlata, con doce broches de oro,

cada uno de los cuales representaba un animal o un ave distintos. El de Eurímaco

era el collar de ámbar y oro que tanto había ansiado Ctimene; y además había

aretes de perlas, peines de marfil, tiaras de oro, brazaletes de plata engastados en

ágata y un notable cinturón, con escamas como las de una serpiente, ofrecido por

Anfínomo. Mi madre se lo agradeció y volvió a entrar en la casa, luego de lo

cual los pretendientes empezaron a beber, cantar y jugar al cotabos.

El anochecer los sorprendió aún en esas actividades. Entonces Clitóneo pidió

braseros de bronce, que dos o tres doncellas llevaron al centro del patio y

alimentaron con astillas de pino seco, bromeando y riendo.

—Éste no es lugar para muchachas jóvenes —dijo Etón, quien se acercó a

ellas cojeando—. Dejadme este trabajo y volved con vuestra señora, arriba.

Melanto era una de las doncellas.

—¿Te atreves a darme lecciones, repugnante mendigo viejo? —exclamó—.

El vino debe de habérsete subido a la cabeza. Sal de aquí, y deja el campo libre

para tus superiores.

—¿Quieres que informe de esto a la reina, cuando la visite? —preguntó Etón.

Melanto se asustó y se alejó corriendo con las otras doncellas, cosa que irritó

a Eurímaco, porque tenía planeado llevársela al jardín.

—Eh, hombre —dijo—. ¿Qué te parece si te tomo para cavar pozos y plantar

retoños de árboles? ¿Qué opinas? Pareces bastante fuerte para el trabajo del

campo. ¿O acaso la mendicidad es una forma menos laboriosa de ganarse la

vida?

—Mi señor Eurímaco —replicó Etón—, me agradaría desafiarte algún día a

una competición de segar o arar; sé muy bien quién se cansaría primero. O

mejor aún, a luchar a tu lado contra un regimiento de la milicia fenicia, y contar

después los cadáveres; sé quién sería el que matara más hombres. Eres un

jactancioso y un bravucón, mi señor Eurímaco, y te consideras un grande

hombre sólo porque tu valentía nunca ha sido puesta a prueba.

Eurímaco se encolerizó.

—¡Y por lo visto tú crees que porque derribaste a ese charlatán de Irus

puedes hablarme como si fuese un esclavo! ¡Toma esto!

Arrojó un taburete a la cabeza de Etón. Éste lo esquivó, y el proy ectil golpeó

a Pontónoo, el criado, mientras llenaba la copa de Anfínomo. Se desplomó,

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!