sensibilización frente a antígenos de parásitos responsables de ...
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42 Revisión bibliográfica<br />
En países en los que las condiciones climáticas favorecen el ciclo externo <strong>de</strong> T. canis, y<br />
se dan situaciones socioeconómicas <strong>de</strong>sfavorables, los porcentajes <strong>de</strong> seropositividad se<br />
incrementan (Fillaux et al., 2007). En Venezuela, Lynch et al. (1988) comprobaron que el 1’8%<br />
<strong>de</strong> personas resi<strong>de</strong>ntes en ciuda<strong>de</strong>s, y con alto nivel socio-económico, tenían anticuerpos<br />
séricos contra T. canis, y que eran mucho más altos entre habitantes <strong>de</strong> chabolas <strong>de</strong> los<br />
suburbios (20%), y sobre todo <strong>frente</strong> a los <strong>de</strong> medio rural (25’6%) y los <strong>de</strong> poblaciones<br />
indígenas (34’9%).<br />
Ajayi et al. (2000) <strong>de</strong>terminaron que aproximadamente el 30% <strong>de</strong> la población <strong>de</strong> Jos<br />
State (Nigeria) era positiva a toxocariosis, y que no existía relación directa entre la posesión <strong>de</strong><br />
perros y la seropositividad. En Bolivia, Cancrini et al. (1998) obtuvieron una seropositividad<br />
<strong>de</strong>l 34% y en Irán, Sadjjadi et al. (2000) indicaron que el 25’6% <strong>de</strong> la población presentaba<br />
anticuerpos séricos <strong>frente</strong> a T. canis, no apreciando diferencias entre distintos grupos <strong>de</strong> edad,<br />
sexo, ni tampoco al tener en cuenta la clase socio-económica. Estos resultados coinci<strong>de</strong>n con<br />
los <strong>de</strong> Genchi et al. (1990) y Giacometti et al. (2000) en el norte <strong>de</strong> Italia.<br />
No se ha <strong>de</strong>mostrado que el sexo <strong>de</strong> los pacientes constituya un factor importante en la<br />
frecuencia <strong>de</strong> presentación <strong>de</strong> la toxocariosis humana. En un estudio <strong>de</strong>sarrollado en<br />
Venezuela, García-Pedrique et al. (2004) obtuvieron seroprevalencias para toxocariosis <strong>de</strong>l<br />
9’7%, no observando diferencias con respecto al sexo <strong>de</strong> las personas; estos resultados<br />
corroboran los obtenidos previamente por Baboolal y Rawlins (2002) en Isla Trinidad.<br />
En Brasil, Moreira-Silva et al. (1998) señalaron el 39% <strong>de</strong> las muestras como positivas<br />
a toxocariosis mediante ELISA, y a pesar <strong>de</strong> no encontrar diferencias respecto al sexo ni al<br />
hábitat, el porcentaje <strong>de</strong> seropositivos <strong>de</strong> niños <strong>de</strong> la periferia fue superior.<br />
Sviben et al. (2009) <strong>de</strong>sarrollaron un estudio entre niños asintomáticos <strong>de</strong> Croacia que<br />
presentaban eosinofilia, y comprobaron que el 31% tenían valores <strong>de</strong> anticuerpos consi<strong>de</strong>rados<br />
positivos, no apreciándose relación con el sexo <strong>de</strong> los pacientes.<br />
En habitantes <strong>de</strong> Egipto, El Shazly et al. (2009) analizaron la seroprevalencia <strong>de</strong><br />
toxocariosis humana (larva migrans visceral) y observaron que el 7’7% eran positivos, no<br />
encontraron diferencias en relación con el sexo, edad, nivel educacional o con sus ingresos<br />
económicos. Estos resultados coinci<strong>de</strong>n en parte con los <strong>de</strong> Liao et al. (2010), quienes afirmaron<br />
que el 44’6% <strong>de</strong> los niños <strong>de</strong> Suazilandia (Sudáfrica) eran seropositivos, y que no había<br />
diferencias según el sexo.