Almacigo
Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile
Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile
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142 Almácigo ✜ Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l ✜ Luto 143
La gr u t a
Por el ja r d í n
De mucho andar, llegué a la gruta
y entré por el miedo de piedra.
Entré con la ola más baja
y sin volver la cabeza.
Oí la gruta, olí la gruta.
La he visto yo, me ha visto ella.
Tomó mi bulto la gruta,
comió mi cara y mis señas.
Le entregué todo cuanto me dieron:
perdí mis ojos verde-avena
y mi nombre también perdí
en la gruta: ¡me perdí entera!
perdí el sabor del agua dulce
y mis pies y mi carrera.
Pero fue más perder arriba
mi madre rota en azucena
y odiar la luz que me dio
el fruto de mi madre muerta.
Si me buscan, no me hallan
y yo quiero que no vengan.
Ya me quemó cuarenta años
el sol de Chile en sus cuestas.
Con ella llevaba brío,
sin ella, llevo vergüenza
de llevar luz a la espalda
en lugar de mi madre muerta.
Buena gruta, dura y blanda,
doble de tibia y fresca,
tanteada, me da frío,
lamida, gusto a salmuera.
De la noche, da el silencio
en cuanto se va la marea.
La resaca la llena siempre
y por la noche, más la llena.
Y no se acaba, y se acaba
en su boca con tiniebla.
Nada se mueve, pero se mueven
unas esponjas con almejas,
hay unos duros caracoles
en unos manojos de hierbas
y reviento uvas marinas
saladas de sal eterna.
Bendigo, ahora las cosas
que me ayudan a estar ciega.
Afuera, ciega de noche,
en la gruta, del agua negra
de que mi vista no ve a mi madre
y grita de verla mi ceguera.
A mis amigos oigo que gritan
buscando: ¡Gabriela! ¡Gabriela!
A la gruta se asomaron
y en recovecos me rastrean.
Yo no contesto, yo no me muevo,
ellos se cansan y se alejan
y van ellos en la noche
pero con gajos de estrellas.
En la tajada de la gruta
caben las cosas que me quedan,
cabe mi única imagen,
cabe el peso de sangre de ella
y las palabras que se me vienen:
“¡Madre, ven o viva o muerta!”
En la gruta mi madre la veo.
Viene en la oleada, llega,
camina igual que la ola:
se alza y cae deshecha.
¡Hija!” Y mi madre de algas,
a piedra mía se allega,
silba y dice cosas locas
esta madre de algas ebrias,
y laceando mi cuello
me toma, me envuelve, me estrecha.
¿Dónde es que está, dónde la llevaron?
Tan lejos fue que regresar no puede.
¿O es que su País se llama olvido
y se llama locura mi llamado?
Nada, nada responde y son diez años
y Ella me respondía desde el Valle
cuando yo me trepaba las montañas.
¿Cómo es que no responde en las mañanas
y la dulce mañana no la ayuda
para encontrarme si es que me ha perdido?
Y si el aire es tan leve como ella
¿cómo es que no la trae si es piadoso?