Almacigo
Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile
Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile
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88 Almácigo G Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l G Jugarretas 89
El vo l a n t í n
La pa r v a
La cometa no subía
y ahora sube de asustar,
me hace correr por la cuesta
y me echa en un espinal.
Papelote de dos bandas,
dos varillas y no más,
sube y sube de creerse
albatrós de tempestad.
Hierve el cielo de cometas.
El aire es loco de atar
que lo toma y no lo toma
con que apriete su torzal.
Yo lo luzco y lo gobierno
con la gana que me da
yo lo hice en bufonada
colorado y azafrán.
Pero el viento zamarrea
como un loco caporal
y los dos vamos jugando:
yo a perder, él a ganar.
El maligno toma fuerzas
de su rojo y su azafrán,
me retoma y me endereza
de quererme arrebatar.
No me puede, no me sube,
no me tiene de ganar.
De los cielos y la nube
va a caer y a capotear.
Ya me saca de los pastos
y ya voy sin voluntad.
No lo llevo y él me lleva
tumbo a tumbo en el pastal.
Que la cuerda se me acaba
y que vas a capotear,
cosa bruja que me lleva,
volantín de Satanás.
Ahora ya solté su cuerda
de mirar en dónde está:
en el cielo, bien dormido
como en pecho o en nidal.
De rendido, yo me tiendo.
Despertando lo he de hallar,
magullado y en pedazos
como un pobre gavilán.
Yo lo hice de mis manos,
yo lo puedo perdonar
si se allega en mis oídos
a contar y más contar.
Viento y nubes que se abrían
en dejándolo pasar
y cómo era el ir volando
y volando sin llegar.
Esos ríos con cardúmenes
y las islas que hay sin mar,
los dos vientos que atajaban
en dejándolo pasar.
Y él volando oscuridades,
colorado y azafrán,
sube y baja, baila y baila
entre Dios y el temporal.
Parecen viejas de faldas profundas,
encuclilladas por dar sorpresa,
las parvas, las moñudas parvas.
Escondámonos en ellas.
Empujaremos con las frentes.
Pasa el cuello, pasan los hombros
y el trigo cae como un diluvio.
Nos sumimos, nos enterramos.
¿Quién nos ve ahora, quién nos halla?
Las viejas madres dejan hacer.
No refunfuñan, dejan pasar.
Se ríen con los cogollos
y el chorro de trigo que cae.
¡Qué buen calor y buen olor,
y qué buen cerrar los ojos!
Vendados de trigo, ciegos de trigo,
la lluvia no nos empapa
ni nos sigue la turba de perros.
La parva huele; la linda se exhala.
La paja es blanda y es brava
como la cara de tu padre
que nos besa y nos clava...
Nadie sabe nada, nadie oye reír,
somos dos ánimas sepultadas.
Pero ríe del moño abajo
y se le oye la risotada.
No nos movemos y la partimos
acomodando piernas y espaldas
Pero el trigo afuera sigue corriendo.
El muy tuno no se para,
parecerá así rodando,
parva borracha o embrujada.
Vienen corriendo a caballo,
se apea el dueño de la parva.
Busca, con los brazos
y en un manotón nos coge las caras.
Jugábamos “las escondidas,”
jugábamos, hombre, jugábamos.