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Almacigo

Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile

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48 Almácigo Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l América 49

Pad r e Li n c o l n II

Niño leñador y hombre leñador,

cuya hacha el bosque abatía,

y tumbaba corazones

de cantera y de insanía.

Ojos que vieron su muerte,

boca que se la bebía,

cara bajada de Cristo

en huerto de las Olivas.

Carne descalza de Illinois

sin queja y sin acedía,

agujereada en el cuello

con plomo que a Dios hería,

vuelve el tiempo de tu brazo alto

y de tu hacha azul y fría.

Te llega, otra vez, el turno,

cazador de montería,

la Tarasca y la Gorgona

y el dragón de hedionda encía.

Vieja demencia pagana

buscando de puerta en puerta

mujer y niño de cría,

y otra vez es necesario

salgamos de cacería.

Álzate como de niño,

sin duda y sin acedía.

Estrega tus ojos, tira el sueño,

corta tu noche, acepta el día

y descuelga de la cabaña

el hacha de luz baldía.

En el nombre de Dios Padre

que hizo a Miguel y hace al Día,

salta ya como el delfín

del mar de nuestra acedía,

o como salta la sequoia

acercando la lejanía.

Ven a nosotros, el Padre,

sube por nuestra letanía,

que iremos detrás de ti,

rocío de cenit, sol de cristianía.

Carne descalza de Illinois

sin queja y sin acedía:

vuelve el tiempo del brazo en alto

y del hacha azulada y fría.

Álzate como de niño,

carne sin apostasía.

Estrega tus ojos, tira tu sueño,

Descuelga el hacha de la alquería.

Tu cuerpo no se ha podrido,

halcón blanco de cetrería,

en tu sepultura bravía.

Te llega de nuevo el turno,

leñador de la alquería.

La fiera baja sobre el valle

La mujer y el niño de cría.

Y otra vez es necesaria

el hacha, el salto y montería.

Tu cuerpo no se ha podrido

en tanto suelo y tanto día,

asfixiador de la bestia,

sequoia cáscara bravía.

Los hombros se te enderezan,

no das la cara sin sangre

y otra vez cantan tus venas

en coro de canturía.

Hueles al aire del Este

tropel de la fechoría.

Oyes a Set y Abel que corren

la Tierra morada e impía

y en la cabaña de pino

bajas el hacha azul y fría.

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