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Almacigo

Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile

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104 Almácigo Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l La Guerra 105

Per d i d o s

Pol o n i a III

Derroteros no había

en el lacio momento,

o habían engañado

cuarenta derroteros.

Una niebla meliflua

anulaba los cielos.

Las manos eran algas,

los ojos no eran fuego;

los pies no eran antílopes

ni columna el aliento

y la tierra de pronto

rehusó nuestro peso.

Porque perdido habíamos

el instinto del ciervo

y el alma tampoco era

el Judas Macabeo.

Y nos perdimos todos

en noche y en sillencio,

sin combate y sin grito,

aunque éramos guerreros.

(Grito de jóvenes)

Polonia va camino del destierro

tanteando en el vacío el aire la sostiene

y en la noche cerrada ella se alumbra

con sus heridas como con amiantos.

Dios ve mejor que nunca a la Desnuda.

Oímos todavía caer nuestras casas,

abrirse el cielo en un parto de fuego,

vemos la blancura de las mujeres

y oímos el grito de los niños,

No nos hagan oír nada más que eso.

Pero va más hermosa que nunca,

en el tamaño de su martirio,

sin suelo, sin arrimo y sin culpa,

tan bella que ahora es la belleza del mundo.

y vamos hermosos de la hermosura de ella,

que fue remecida como un abedul

y que llovió en sus hijos su coraje.

A cada aliento decimos su nombre

y en cada pulso le damos la sangre.

Ponemos su desvelo antes de nuestro sueño.

Cuando le falta ruta, le daremos los huesos

para que pase ríos y marismas.

A donde sea que caminemos,

caminamos a su resurrección.

Pasamos la frontera llevando lo preciso:

el Padre, el Hijo y el Espíritu.

Aunque suelten las campanas de la mofa

y digan que ellos beben en su calavera,

no lloréis por ella que va viva

ni el llanto ácido ni el dulce llanto.

Al raso o bajo techos, tenemos lo preciso:

el hatillo de nuestros héroes

y el tizón de los santos de Polonia.

Vamos diciendo como cantinela

que nos funde la nieve de los pies a la boca:

Polonia parte y vuelve siempre,

para echar al ladrón, recuperar la tierra,

purificar el ámbito, lavar muros y umbrales,

abrir el templo y destapar las hostias

y amamantar de nuevo a las niñas Marías

y a los niños Kociuskos*, levadura del mundo.

Vieja Polonia, niña Polonia,

criatura que rompió tres sepulcros,

costumbre de muerte y resurrección,

aunque jueguen sus vestiduras

los centuriones y sellen su huesa,

sepultada nos creces, partida es toda música,

tendida corre como las llamas.

* Tado Kosciuskos Sukilimo (1794), autor de Historiae Lituaniae fontes minores.

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