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Almacigo

Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile

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80 Almácigo ✤ Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l ✤ Historias de Loca 81

Historia lo c a

Los ot r o s

Cuento contado en el invierno,

historia loca de mi vida,

si no la cuento no la creo

pero contarla ayudaría.

Hace cuarenta y cuatro años

de alguna parte se venía

una montaña se tocaba

y en una madre se nacía.

Me regalaba suelo y aire,

me acordaba las estaciones

y yo miraba y no entendía.

Hace cuarenta y cuatro años,

yo era un vagido que tenía

cabello de aire, mirada de agua

y voz que voz no parecía.

Parece fábula que digo

y por fábula me la querría.

Ha veinte años tenía marcha

arrebatada y sangres vivas.

Volteadura de la memoria

a los olivos parecida:

ha diez años tenía marcha

y huella herida.

Río loco de la memoria

que repecha sus aguas vivas

corre absurdo, corre no para,

loco salmón peñas arriba.

Ha veinte años tenía amor

y como una selva que ardía,

de un envión yo subía en oro

del otro en ceniza yo caía.

Alumbraba todo mi valle

y del otro lo enceguecía

y el que yo amaba, ese no marcha,

selva que solo de él ardía.

Hace tanto que no me acuerdo

y recordarlo me fatiga

como juntar los granos

que ya volaron de la espiga.

Pero talvez haga muy poco

de mi niñez estremecida

que yo ni tengo más azoro

que la niña recién nacida.

Los que vinimos, hijos de agro,

gente de vides y ganado,

gente de forja y de telares

pasaremos como soñados.

Una noche nos dormiremos

y no nos verá el sol alzados

y no sabrán al otro día

en dónde estaban los que estábamos.

Nos mandaron en jardineros,

en leñadores o forzados,

a lavar y afinar el mundo

como mansión de desposados.

A doblarnos haciendo casas,

a plantar higuera y granado,

a gemir moliendo peñascos

y enfrenar ríos despeñados.

Los hijos de Dios serán los que vienen

a ocupar mundo lindo y alhajado.

Ángeles-cisnes y Ángeles-algas

en llano y valles desatados.

Con pechos mejores que pecho

y brazos de arco-iris cortados,

voz, que quieran cortar las voces,

marcha de lentos o arrebatados.

Alegres porque no tendrán faena

de jadeo pues no abrirán caminos

y siempre ellos de no ser quemados

altos, dichosos y extasiados.

A conocer, ellos sí, el amor;

a cantar, ellos sí, embriagados

a gozar ponientes partidos

y a vadearle al río su vado.

No será hoy, no será mañana,

mas será pronto como lo fijado.

Para nosotros y vuestros hijos

este mundo era demasiado.

Gentes que se pudren del agua,

se queman del fuego y se ciegan

al rebencazo de un relámpago.

Y se ahorcan con una lazada

o si viven están sentados

sobre escorpiones, o jadean

como el ijar de los venados.

Dueños creíamos y no éramos,

Juanes de hueso o de salvado,

que iban a morir y resucitar

arribando al cielo por los collados.

¿Para qué gemir y apretar los dientes

y por qué clamar “¡fuimos engañados!”

si fue pensado de todos los tiempos

y nos mandaron por hachas o arados?

¿Para qué llamar por nuestro este mundo

que amamos y que estaba de prestado?

Si nos lo dijeron no lo entendimos

aunque en cielo y tierra estaba estampado.

Tan cerca están ellos que a veces silban

silbo que me pasa rasando

y a veces caen a mi falda

sus sombras de acantilados.

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