05.04.2023 Views

Almacigo

Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile

Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

154 Almácigo Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l Materias 155

Lec h e

Man z a n a

Mi ca s a

En la copa de leche fresca

dejó el cántaro su oleada.

y entre mi pulso y mis alientos

va cuajando en flor de nata.

Yo me vuelvo mi propia madre

mirando a leche de mi infancia;

me parezco a la que no ha visto

raya del mar, llanura de ascuas,

y ahora llamo a las que marchan

bocas de sal, nucas venteadas…

La copa es todo lo que conozco;

la leche todo lo que me valga.

Soy la que huele en una copa

pastos bravos y avenas mansas,

que conoce en sonar del aire,

ciega de niebla la vacada,

y queda fija en el umbral,

pura mirada y esperanza.

Y mientras venga el que la leche

bebe con sorbo de su garganta,

y me devuelva la mano libre

y yo voltee de su habla,

la copa tibia de la leche,

tiene mi cuerpo y tiene mi alma.

Sangre sabía y no más que la sangre

en este cuerpo, y los huesos robustos.

Y he echado al aire y al sol esta nata

de leche blanca que pasma y que ciega.

Verdi-dorada en sol pálido,

de lluvias y nieves torneada,

ella comienza en el gajo

y en cestas de barco acaba.

Mejilla húmeda de niebla,

para ser acariciada,

no la volvieron amarga,

y pequeña y breve, reina

con el tamaño de la Gracia.

La muerden con el crujido

de frías sedas que rasga

y su jugo corre en niña

que enternece la garganta.

La reconoce el hijo errante,

le dice el nombre y la levanta.

La mano no la rebosa,

sostenida no la cansa

y llega a los cuatro muros

de la casa su fragancia.

Tengo mi casa y ella me tiene,

tengo un aire quieto que se toca.

Un sosiego dulce tengo

que saborear con todo mi cuerpo.

La piña, el mango, la manzana

son menos sabor que mi casa.

De los techos me baja un éxtasis,

de los muros, grandes caricias.

Veinte años hace que ella me tiene

que la tengo y que nos tenemos.

Ya no hay en ella piedra ni adobes,

leños no tiene, no tiene losas,

carne viva se ha vuelto mi casa.

Sestea mi siesta, siente mi peso,

está surcada de todos mis pasos.

De mi carrera se alborota,

enferma de mi dolencia.

A ropas anchas se parece,

que no me oprime aunque me tenga.

Yo no tengo nada afuera

en el mundo de los otros:

un árbol, un agua, un camino.

Solo tengo esta medida

que me contiene y de mí rebosa

y que de mí no entrega nada,

ni una brizna, ni un suspiro.

Casa empapada de mi gente,

trasminada de nosotros,

corazón lleno de venas,

árbol nuestro de savia viva,

casa ardiente y casa fresca,

eternidad pasajera.

La lluvia, la nieve, el viento

se cansan sobre esta madre:

cuando se cierra parece el arca,

cuando se abre parece el cielo.

¿Cómo agradezco, cómo digo,

cómo dejo aquí contado

este amor maravilloso?

¿Cómo la miro separándola,

cómo la cuento sin que la aparte?

Una casa tuve siempre,

igual que un cuerpo y un alma.

Una casa me ha sustentado,

su forma está en mis espaldas,

mis ojos cuentan sus puertas

y mis oídos sus rumores.

No podemos estar de muertos

sepultados en esta casa,

pero talvez resucitados

Dios nos dé arriba estos moldes,

nos transporte como cigüeña

en estas alas luminosas,

nos tome y nos glorifique

en esta misma copa de plata,

y nos posea sin separarnos

ni abrirnos las puertas en esta casa.

La oigo como a criatura,

a la siesta y en la noche:

la caminan entrecruzados

nuestros pasos y nuestra suerte.

La anda el pasado y la violencia

del futuro la camina.

En un rincón todavía

arden ascuas de una dicha.

Se parece al santo buey

en la alzada dura y blanca.

A la vicuña bien se asemeja

en el calor de sus costados.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!