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literatura hilena - Memoria Chilena

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Rico, miembro de una familia de aristocracia c<strong>hilena</strong>,<br />

educado en los mejores colegios de Santiago, titulado de<br />

médico a los veintiséis años de edad, elegante, cortés,<br />

hermoso, amado por todos cuantos le conocieron, Luis<br />

Alberto Heiremans fue además un escritor proli’fico que en<br />

una vida extremadamente breve completó tres libros de<br />

cuentos, una novela y catorce obras de teatro. Nació en<br />

1928, en la capital de Chile, y murió en 1964, en la misma<br />

ciudad, vi’ctima de un cáncer linfático cuando acababa de<br />

cumplir treinta y seis años. “...Tenia algo de tarjeta postal,<br />

de dibujo de Ingres. No caminaba por la calle en Parik o en<br />

Nueva York. Volaba...”, asi’lo describió Tito Mundt en un<br />

arti’culo de “requiem”. Ese verbo, volar, es quizás el que<br />

mejor lo retrata. Todo en Heiremans fue leve: su vida, sus<br />

relaciones, su trato con la gente y con las cosas, su <strong>literatura</strong>,<br />

su teatro.<br />

Publicó su primer libro en 1950 y estrenó su primera obra<br />

dramática un año después, en 1951, cuando era todaviá<br />

estudiante de medicina en la Universidad Católica de Santiago.<br />

Ocho cuentos integran el volumen de 1950, titulado “Los<br />

niños extraños”. Se trata de historias casi cli‘nicas (alguna<br />

vez habló de dedicarse a la psiquiatriá infantil), en las que<br />

Heiremans estudia las personalidades atribuladas de<br />

muchachitos imaginativos y sensibles hasta el punto del<br />

fastidio. Son historias que además soslayan la ubicación del<br />

material en un tiempo y una geografiá especi’ficos y que de<br />

esta manera se alejan del realismo como si la pintura de la<br />

realidad fuera un reprobable despliegue de malas costumbres.<br />

Heiremans paga asi‘tributo a la campaña antirealista y anti-<br />

regionalista de los jóvenes escritores chilenos de la época,<br />

10s de la llamada generación del 50, cuyo modo particular de<br />

ser provincianos consistió en creerse universales. Era lógico.<br />

si Por un lado esos escritores estaban hartos del realismo<br />

superficial de la escuela crioilista, de su pintoresquismo de<br />

calendario, por otro vivián en un tiempo de peligrosas<br />

borrascas politicas. En 1949, un año antes de la publicación<br />

de “LOS niños extraños”, Pablo Neruda huye de la policya<br />

0 GRINOR ROJO<br />

c<strong>hilena</strong> a caballo por IaCordillera de los Andes,disfrazado de<br />

arriero y con el manuscrito del “Canto General” debajo del<br />

brazo. En Estados Unidos las cosas no andaban mejor y en<br />

el mundo entero se aguardaba a que en cualquier momento<br />

la guerra friá se transformara en una guerra caliente con el<br />

espanto definitivo que un acontecimiento de ese orden está<br />

llamado a producir después de Hiroshima y Nagasaki. No<br />

eran aquellas las mejores circunstancias para hacer <strong>literatura</strong><br />

realista, por cierto, y los escritores chilenos de la generación<br />

del 50 lo entendieron muy bien.<br />

Pero en Heiremans el programa subjetivista parece haber sido<br />

menos deliberado que en otros miembros de su generación.<br />

Responde si no a una espiritualidad profunda, al menos a una<br />

sensibilidad genuina. A “Los niños extraños” siguió dos años<br />

después un segundo volumen de cuentos, “Los demás”. En<br />

el estilo de prosa excesivamente literario que habri‘a de<br />

cultivar hasta su muerte, Heiremans trabaja en él varios<br />

tópicos de la narrativa internacional de mediados de siglo:<br />

la dicotomiá entre la necesidad y la incognoscibilidad del<br />

prójimo, la condena a la libertad, el ser para la muerte, etc.,<br />

temas estos que reaparecen en escenarios diversos a lo largo<br />

del libro. Hay, con todo, en “Los demás”, un aterrizaje mayor<br />

de los asuntos; un acercamiento sincero del escritor a la gente<br />

ordinaria, a ”los otros”, los que viajan en autobuses y trabajan<br />

en almacenes u oficinas públicas, aunque no sin deplorar entre<br />

li’neas el terrible prosaikmo que los manca. El conflicto que<br />

asi’se articula llena más de la mitad de su producción narrativa<br />

y dramática. Trátase del consabido choque entre la perfección<br />

de la idealidad y las mezquindades infinitas del mundo real.<br />

El tercer libro de cuentos de Heiremans fue “Seres de un di‘a”.<br />

Apareció en Estados Unidos, en 1960, y fue republicado<br />

póstumamente en Chile, en 1965. En rigor, más que cuentos,<br />

lo que este libro contiene son cuatro “novellas”, ambientadas<br />

todas en Parij y enfocando cada una de ellas la aventura de un<br />

“trasplantado”, según el adjetivo que acuñara Alberto Biesr<br />

Gana en su obra homónima de 1904. Es desde luego curiosa<br />

esta reincidencia de Heiremans en un tema tan apto para<br />

explorar las ansiedades de los oligarcas latinoamericanos que<br />

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