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literatura hilena - Memoria Chilena

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por un girasol” (1961), obra con la cual no obtiene la misma<br />

aceptación que con “El cepillo. . .”<br />

Además, en estJ década, se estrenan obras de Camilo Pérez<br />

de Arce (“Comedia para asesinos”, en 1960), de Fernando<br />

Josseau (“El prestamista”, en 1961); la cri’tica se maravilla<br />

con el “malabarismo interpretativo” de Raúl Montenegro), de<br />

Gabriela Roepke (“Casi en primavera”, en 1962, en una<br />

lectura escenificada por actores del TEUC), del mismo<br />

Heiremans (“ES de contarlo y no creerlo”, en 1962,; “La<br />

jaula en el árbol”, en 1963; “Navidad en el circo”, en 1963;<br />

las dos primeras, también lecturas escenificadas), un nuevo<br />

reestreno de Moock (“Dei brazo y por la calle”, en 1965)<br />

y de ltalo Ricardi (“Sagitario” y “Signos de interrogación”,<br />

en 1967 y 1968, respectivamente). Nota aparte es la<br />

presentación en esta década de la farsa “La Primera Aventura<br />

de Don Quijote” del poeta David Valjalo, por el Teatro<br />

Experimental de Zaragoza, en Teruel.<br />

Las treinta y tres obras c<strong>hilena</strong>s estrenadas en Madrid en la<br />

década de los setenta, no sólo son el reflejo de un conside-<br />

rable salto cuantitativo sino que, además, por un lado,<br />

confirhan la vigencia española de la dramaturgia de Jorge<br />

Diáz (veinte obras, tanto de teatro para adultos como de<br />

teatro infantil) y, por otro, la validez de las proposiciones<br />

dramáticas de otros representativos dramaturgos chilenos; en<br />

este caso, resaltan los nombres de Daniel Bohr (“Del amor<br />

cruel”, “Noche santa, albor del alma” y “Camino de luz”),<br />

ltalo Ricardi (“Payaso triste”), Egon Wolff (“Los Invasores”),<br />

José Ricardo Morales (“La adaptación al medio” y “Cómo<br />

el poder de las noticias nos da noticias del poder”), Pablo<br />

Neruda (“Fulgor y muerte de Joaquin Murieta”), Antonio<br />

Skármeta (“La búsqueda”), Alejandro Sieveking (“Pequeños<br />

animales abatidos”), Segio Vodanovic (“Deja que los perros<br />

ladren”). A ellos hay que agregar a Javier Guzmán (“El<br />

reclamo”) y a ltalo Garciá Mutini (“Comienzan nuevos di’as<br />

en Gilar”).<br />

El viernes 17 de abril de 1970, a las 23 horas, en el Colegio<br />

Mayor Calasanz de Madrid, inicia sus actividades el “Teatro<br />

del Nuevo Mundo”, con una lectura dramatizada y una<br />

reflexión crítica sobre el teatro latinoamericano, a cargo de<br />

Jorge Diaz. A partir de ahí (y hasta mediados de 1974)<br />

presentan el siguiente repertorio, constituido básicamente<br />

por obras del dramaturgo chileno, salvo “Acerca de la<br />

1ibertad:’los elefantes y otras íoologi’as” (espectáculo que<br />

consiste en un diálogo-documento y la escenificación de<br />

fragmentos de “Fulgor y muerte de Joaqui’n Murieta;<br />

“Libertad, libertad”, “Introducción al elefante y otras<br />

zoologiás” y la obra completa, de Diáz, “La pancarta”). Estas<br />

obras son: “Pirueta y Voltereta” (teatro infantil), “El lugar<br />

donde mueren los mami’feros”, “Antropofagia de salón”,<br />

“Los alacranes” y “Las hormigas”. Entre diciembre de 1971<br />

y mayo de 1973, parte del grupo trabajó en Chile, en la<br />

época de la Unidad Popular. De esta manera, el nombre del<br />

“Teatro del Nuevo Mundo” está indisolublemente asociado al<br />

del dramaturgo Jorge Diáz, y no sólo por su aporte como<br />

creador de textos; al respecto, él mismo se confiesa: “Esta<br />

actividad múltiple (interpretación, dirección compartida,<br />

contacto con el público durante y después de la función,<br />

adaptación a espacios tan diferentes como una iglesia románica<br />

vaciá o un tablado en un transporte de heno, etc.) realizada<br />

en forma itinerante, compartiendo con los demás compañeros<br />

del teatro la furgoneta, quedándonos a comentar las<br />

incidencias de la función hasta muy tarde por la noche, me<br />

sirvió de aprendizaje, reemplazó la ‘escuela’. Se puede decir<br />

que yo empecé a comprender algo del fenómeno teatral en<br />

su conjunto sólo en España y gracias a esta experiencia.”(7)<br />

A su vez, en 1972, el dramaturgo pasa a integrar la compani’a<br />

de teatro infantil “Los Trabalenguas”, compañiá que en sus<br />

66<br />

once años de duración tuvo como principal objetivo difundir<br />

el teatro infantil por pueblos y ciudades españoles, y por<br />

colegios. De Jorge Diáz, se conoce “El pirata de hojalata’,,<br />

“Rascatripa”, “La barraca de J ipi-Japa”, “Cuentos para<br />

armar entre todos”, “Carasucia” y “El mariscaiito”. Otros<br />

grupos o compañi‘as también estrenan obras de DCaz: I‘E~<br />

velero en la botella”, “La vlspera del degüello”, “ ~ 1 cepillo<br />

de dientes”, “El locutorio”, “Electroshock para gente de<br />

orden”, “La puñeta” (lectura dramatizada), “Toda esta larga<br />

noche” (lectura dramatizada) y “Un diá es un diá”.<br />

En los años transcurridos de la década de los ochenta, vemos<br />

una proyección unilateral de la dramaturgia de Jorge D(az,<br />

salvo las excepciones de Julio J. Fischtel (con la obra infantil<br />

“Don Tigre, el rayado”), de Ana Marca Boudeguer (con la<br />

obra infantil “Una historia color de hormiga”) y de Antonio<br />

Skármeta (con “Ardiente paciencia”, en un montaje “no<br />

logrado” de un grupo venezolado). De las obras infantiles<br />

de Diáz, se estrenan “El mariscalito”, “Carasucia”, “Cacos y<br />

comecocos”, “Viaje alrededor de un pañuelo”, “Rascatripa”,<br />

“La ciudad al revés”, “Entre pi’caros”y “El batiburrillo”; de<br />

las de teatro para adultos, “El locutorio”, “La educastración<br />

de Superman”, “¿Estudias o trabajas? ”, “Náufragos en el<br />

parque de atracciones”, “Un ombligo para dos”, “El macarra<br />

de los huevos de oro”, “Ligeros de equipaje” y “Dicen que<br />

la distancia es el olvido”.<br />

CONCLUSIONES, A PESAR DE TODO.<br />

1<br />

Quizás sea necesario plantearnos una inocente pregunta.<br />

¿Si el dramaturgo chileno Jorge Díaz no hubiera tenido la<br />

“irresistible compulsión irracional de perder tiempo, dinero y<br />

neuronas por algo inexistente: el teatro chileno” y la irresistible<br />

tentación de partir hacia ningún lado, es decir, hacia<br />

Madrid, se hubiera (o hubiese, para que quede clara la<br />

pregunta) conocido algo más de la dramaturgia c<strong>hilena</strong> que<br />

timidamente se ha asomado por Madrid capital? Una<br />

pregunta que a lo mejor no tiene, o no debiera tener<br />

respuesta, más bien una pregunta/(re)flexión. ¿Cómo?<br />

¿Dónde? ¿Por qué?<br />

Hay dramaturgos que esperan: Wolff, Sieveking, Vodanovic<br />

(ellos esperan otras oportunidades, para no darle la razón a<br />

Morgado); De la Parra, Radrigán, Cohen, Miranda, Griffero,<br />

Saavedra Santis (ellos esperan sólo una oportunidad).<br />

A fin de cuentas, todo esto suena más bien a “politicas”<br />

culturales, cuando, por un lado, hay poli’tica y, por otro,<br />

cultura; a ello, agreguemos algún “agregado” cultural, Y todo<br />

resuelto.<br />

Si existe la supuesta y aparente contradicción de que en<br />

España se conoce mucho más del teatro latinoamericano que<br />

en nuestro paij, léase Chile, estamos confirmando de que esta<br />

aproximación dramática del teatro chileno en Madrid, aPrOx1mación<br />

bastante general y quizás incompleta, sea más que<br />

dramática. Hiperdramática, por decir algo, a pesar de todo..<br />

NOTAS<br />

(1) Eduardo Guerrero, “El teatro hispanoamericano en Madrid desde 1g39<br />

hasta nuestros días”, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 1986.<br />

(2) Eduardo Guerrero y Sara Rojo, “Dos escritores claves en la dramaturgla<br />

c<strong>hilena</strong>: Armando Moock y Jorge Diaz”, memoria para obtener el titulo de<br />

profesor de Castellano, Santiago, Universidad Católica, 1978.<br />

(3) Para esta perspectiva, es fundamental el libro de: Cedomil GoiC, “Historia<br />

de la novela hispanoamericana”, Valparalso, Ediciones Universitarias de<br />

Val paraíso, 1972.<br />

(4) Para el crítico español Eduardo Haro Tecglen, Buero Valleio Y Sastre<br />

los representantes del verdadero teatro de izquierda: “La dificil SuPervivencia<br />

del teatro de la posguerra’,, en El País, Artes, Madrid (sábado 27 noviembre<br />

1982), pág- 7.<br />

(5) Si se desea tener un desconocimiento real y vergonzaso del teatro Chileno’<br />

consúltese la historia del teatro chileno (con minúsculas) de Benjamín Morgado’<br />

de reciente Dublicación (no dov las indicaciones bibliográficas, Para wtar<br />

. .<br />

posibles teniaciones) ~<br />

(6) losé Monleón, “‘El cepillo de dientes’, de Jorge Di‘az”, en ’Primer Acto’,<br />

Madrid, 75 (1966). pág. 62.<br />

(7) Eduardo Carrasco, “El ‘desarraigo voluntario’ de Jorge Díaz“, en<br />

‘Araucaria’, Madrid, 30 (1985). pág-139. 0

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