60 j. Fo r n é Fa r r e r e s Después, unos revuelos ágiles, hiperbólicos, <strong>de</strong> fieras casi ciegas. El espolonazo mortal en el cráneo, cerca <strong>de</strong>l conducto auditivo, ha sido logrado y el cadáver <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los contrincantes yace caliente, palpitante, en <strong>la</strong> arena sucia. Y al final <strong>de</strong> <strong>la</strong> pelea, cuando el vencedor, él mismo cerciorado <strong>de</strong> su victoria, aletea y eleva el canto para proc<strong>la</strong>mar su triunfo a todos los vientos que es, en <strong>de</strong>finitiva, el <strong>de</strong> su dueño y <strong>de</strong> sus partidarios, un trueno <strong>de</strong> voces, <strong>de</strong> golpes en <strong>la</strong>s val<strong>la</strong>s, <strong>de</strong> puñetazos al suelo, <strong>de</strong> saltos ma<strong>la</strong>bares, <strong>de</strong> pen<strong>de</strong>jos, <strong>de</strong> torazos, <strong>de</strong> b<strong>la</strong>sfemias duras, <strong>de</strong> recuento a gritos <strong>de</strong> gran<strong>de</strong>s historias <strong>de</strong> peleas, dan el colofón a <strong>la</strong> fiesta en <strong>la</strong> gallera. Las apuestas, curioso fenómeno, se harán todas efectivas a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> saldar. Se explica, sin embargo. Un puñado <strong>de</strong> papeletas, <strong>de</strong> moneda <strong>de</strong> p<strong>la</strong>ta, un caballo o una becerra no cuentan ante <strong>la</strong> valentía, por una parte, <strong>la</strong> nobleza y <strong>la</strong> técnica por otra, puesto todo a concurso. Después, el ron a botel<strong>la</strong>zos, <strong>la</strong> cerveza, <strong>la</strong>s cajas vacías rodando, <strong>la</strong>s velloneras invadidas <strong>de</strong> espuma, <strong>la</strong>s maracas <strong>de</strong>spellejadas, darán el brochazo final a estas estampas singu<strong>la</strong>res. En <strong>la</strong>s curvas <strong>de</strong> <strong>la</strong> carretera, en <strong>la</strong>s mesas <strong>de</strong> los cafés, en <strong>la</strong>s haraganas <strong>de</strong>l Club <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sociedad durante <strong>la</strong> noche, no se hab<strong>la</strong>rá más que <strong>de</strong> <strong>la</strong>s peleas celebradas durante <strong>la</strong> tar<strong>de</strong>. Unos, contrariados, malhumorados, furibundos porque su gallo o al que apostaban perdió <strong>la</strong> pelea. —¡Esto no vale! Mi gallo perdió por el maldito espolón! —¡El mío porque estaba f<strong>la</strong>co, el «con<strong>de</strong>nao»! Otros, con el pelo <strong>de</strong>sensortijado <strong>de</strong> su cabeza, <strong>la</strong> cara multicolor y redonda como un globo <strong>de</strong> jabón, pronuncian discursos, <strong>de</strong> elogio a su gallo. —¡Esto se acabó! Yo sabía que nadie salvaba al indio malcriado. —¡Un manguito, un verda<strong>de</strong>ro manguito para mi Pico Duro, que sabe meter como un diablo! Y así hasta el amanecer. Lo más singu<strong>la</strong>r en estas peleas <strong>de</strong> gallos es <strong>la</strong> existencia <strong>de</strong> toda una técnica profesional y judicial a <strong>la</strong> vez. La técnica <strong>de</strong>l
Paisaje y acento 61 gallero, como criador, preparador, seleccionador y cuidador, es <strong>la</strong> más importante y <strong>de</strong>cisiva. Es una técnica innata que surge por herencia tradicional, absorbida <strong>de</strong> <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> los antepasados. Una técnica no consignada en <strong>la</strong>s terminologías. Una técnica acumu<strong>la</strong>da, que el gallero va archivando sin or<strong>de</strong>naciones alfabéticas y que le hace ser reservado, celoso, enigmático, cerrado a todos los tanteos y sugestiones <strong>de</strong>l profesionalismo. Es <strong>la</strong> única consigna para saber y po<strong>de</strong>r ganar en los gran<strong>de</strong>s campeonatos, en los que se pone a concurso el honor profesional y el dinero. ¡Y hay que ganar!