Descargar - Archivo General de la Nación
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Paisaje y acento 69<br />
—A mí me gustan estos españoles porque es gente que no<br />
está por «pen<strong>de</strong>jás» <strong>de</strong> arios o negros. Ellos no comen esto. ¡Y<br />
conste, por <strong>la</strong> virgen <strong>de</strong> <strong>la</strong> Altagracia, que son sinceros estos «España»!<br />
Se me acerca un joven magro, los ojos hinchados, con unas<br />
córneas amarillentas, como <strong>de</strong> gato campuno, y con <strong>la</strong> empanada<br />
en <strong>la</strong>s manos, me apostrofa:<br />
—Dime, paisano, ¿qué es lo que vale en los hombres, el<br />
corazón o <strong>la</strong> piel? Yo he leído a Insúa y vuestro hombre tenía<br />
mucha razón… ¡Mundo pen<strong>de</strong>jo! ¡Qué tiene que ver <strong>la</strong> piel con<br />
el trabajo, <strong>la</strong> bondad, los sacrificios y <strong>la</strong> vida!… Que <strong>la</strong> piel sea <strong>de</strong><br />
uno u otro color, no importa porque todos por igual somos criaturas<br />
<strong>de</strong> Dios… Estos yanquis, carajo. ¡El corazón <strong>de</strong>l hombre,<br />
universalmente b<strong>la</strong>nco, es lo que vale…!<br />
Cuando hubo terminado asentí con una ligera inclinación <strong>de</strong><br />
cabeza y me dio un fuerte manotazo en <strong>la</strong> espalda, como signo<br />
tal vez <strong>de</strong> gratitud, mientras exc<strong>la</strong>maba enfi<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> puerta:<br />
—«All right», ¡estos sí son españoles <strong>de</strong>centes, carajo!<br />
—¿Quién ha dicho que somos todos una basura?<br />
Los vates <strong>de</strong> <strong>la</strong> noche –¡ay, Domingo Moreno Jimenes!– gustan<br />
también <strong>de</strong>l friquitín, formando peñas <strong>de</strong> selectos, para alguien<br />
salimos <strong>de</strong>spués con los remeros <strong>de</strong>l Volga, los pingüinos <strong>de</strong>l Sur<br />
o <strong>la</strong> Luna fin<strong>la</strong>n<strong>de</strong>sa… A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> p<strong>la</strong>za y pasatiempo, el friquitín<br />
<strong>de</strong>viene lugar para contratos y transacciones comerciales, a<br />
veces <strong>de</strong> bulto, porque el dominicano tiene pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> honor.<br />
Pero, sobre todo, se gusta <strong>de</strong>l friquitín por los tipos, estos tipos<br />
curiosos, únicos, <strong>de</strong> un gracejo más hiriente que <strong>la</strong> daga napolitana.<br />
Gorki no hubiera podido encontrar otros más originales,<br />
vivientes, que «La Negrita». Y por sobre los tipos, sus re<strong>la</strong>tos, sus<br />
historias <strong>la</strong>rgas <strong>de</strong> Concho Primo, <strong>de</strong> gavillería: historias y re<strong>la</strong>tos<br />
turbulentos cargados <strong>de</strong> sal y sabor dominicanos, como el <strong>de</strong>l<br />
maravilloso «Balsie». En estos tipos, lo imprevisto y lo pintoresco<br />
se fun<strong>de</strong>n con una sagacidad tal que produce abobamiento y<br />
admiración. Yo he oído a un estudiante, trigueño, <strong>la</strong> cara manchada<br />
<strong>de</strong> virue<strong>la</strong>s, sin temblequeos <strong>de</strong> voz: