Descargar - Archivo General de la Nación
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Hace más <strong>de</strong> dos horas que nuestros potros cuatralbos sienten<br />
en los ijares <strong>la</strong> cuchil<strong>la</strong>da <strong>de</strong> los aceros. Des<strong>de</strong> un altonazo con<br />
breñales contemp<strong>la</strong>mos <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nura ver<strong>de</strong>, <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nura infinita, el<br />
arrugón bermejo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cañadas, <strong>la</strong> l<strong>la</strong>nura total que se cose como<br />
un inmenso telón en el azul. En el cielo, <strong>de</strong> un añil profundo;<br />
no se vislumbra una nube: sólo a trechos aparece un manchón<br />
b<strong>la</strong>nco, errátil, que engulle <strong>la</strong> lejanía. La tierra está caliente. El<br />
cañar <strong>de</strong>spi<strong>de</strong> rama<strong>la</strong>zos <strong>de</strong> plomo hervido: es una brisa bullente,<br />
cegadora, asfixiante.<br />
Por <strong>la</strong>s guardalíneas y trochas que conducen al camino real<br />
empezamos a ver los primeros vagones cargados <strong>de</strong> caña hasta<br />
los topes, y <strong>la</strong>s yuntas <strong>de</strong> bueyes uncidas a <strong>la</strong>s carretas que voltean<br />
sobre el pedrizal con <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ntas y los bujes enfangados. Llevan<br />
<strong>la</strong> caña a los centrales, a los vagones vacíos <strong>de</strong>l día anterior. A lo<br />
lejos se oye el chacháa… hondo, metálico, reposado <strong>de</strong> una locomotora<br />
y el pitazo <strong>de</strong> gas, robusto, agujereando el cielo hasta<br />
per<strong>de</strong>rse en el sol adurente. Los bueyes tienen muchas arrobas;<br />
sus carnes son macizas; sus pe<strong>la</strong>jes lucientes. Viéndoles como<br />
tiran se adivina el trato.<br />
—No se extrañe usted, –me objeta el acompañante–. Durante<br />
el “tiempo muerto” estas bestias son atendidas, alimentadas<br />
en los potreros <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Compañías. Los bueyes –continúa– resultan<br />
los elementos a tener más en cuenta en los ingenios. Ellos<br />
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