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tribus africanas, usaron la esclavitud de sus “rehenes”, como forma de
demostrar su poderío. Normalmente, la religión -o el conjunto de creencias
espirituales de la clase dominante- ha reforzado y garantizado la estabilidad
de esos sistemas socioeconómicos, más aún considerando que el clero
siempre ha formado parte de la clase explotadora, se ha mencionado todo
esto porque a juicio de las autoras de la presente investigación, la base, la
etiología del racismo, es el clasismo.
Entre los siglos XV y XVIII, cuando la esclavitud estaba -legalmente- en
su apogeo, se decía que los negros/as no tenían alma, que eran brutos/as,
que no eran humanos/as; criterios que, a decir verdad, no han cambiado
mucho…Luego, cuando –legalmente- es abolida la esclavitud, los/las
negros/as, que carecen de bienes y educación formal por razones obvias,
pasan a “ejercer” la misma servidumbre de antes, con salarios miserables y
en condiciones deplorables. Los/las negros/as seguían trabajando en las
plantaciones como asalariados/as en las mansiones de los/las blancos/as.
No trabajaban en las fábricas, así que ni siquiera formaban parte del
proletariado que tanto reivindicaron Marx y Engels. Eran menos que eso:
unos/as marginados/as más.
La situación cambió un poco cuando, a mediados del siglo XX, por la
acumulación de contradicciones en el seno de la sociedad burguesa,
germinaron las semillas de ciertos movimientos revolucionarios en los cuales
participaron los/las negros/as de algunos países. Allí estuvieron los del
movimiento de la negritud en Francia, con Leopold Senghor al frente y en
USA, Malcom X y Luther King; el movimiento del apartheid, en Sudáfrica
encabezado por Nelson Mandela así como Ángela Davis por el lado de las
feministas. Paralelos a estos movimientos sociales, entre los años 20 y 60 el
mundo negro vio un poco de luz través de la música y, posteriormente, en el