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existencia sobre la base de un ser supremo que le había otorgado vida y
destino.
En el continente europeo, muchos acusaban que sólo allí existían
civilizaciones, recursos naturales e inteligencia. Creían en un Dios tan supremo,
que debían imponerlo al resto del mundo, en la búsqueda de riqueza y bajo una
ideología dominante. En este sentido, comenzaron a invadir otros continentes, y
uno de ello fue América del Sur.
Una vez conocido el potencial de las tierras de América, los europeos
proceden a someter a los aborígenes a la esclavitud; entonces los pobladores
autóctono fueron esclavizados, y debido a la “debilidad física” que presentaban
los indígenas, el europeo, trajo al africano que físicamente “era superior” al
individuo autóctono del continente americano. Comenzó de está manera el
traslado al continente americano, específicamente a las tierras dominadas por
la corona española, de africanos, para servir en condiciones más precarias
que los indígenas que allí se encontraban.
Por consiguiente, América del Sur, emprendió de éste modo un largo
proceso de mestizaje, producto de los abusos sexuales que le hacían a las
esclavas, a los esclavos y a los aborígenes (hombres y mujeres
indistintamente), y que presentó como resultado la descendencia con tipología
mezclada entre blanco-indio-negro.
Con relación a lo anterior, Montañez (1993 p.73) afirma que:
Los españoles y las españolas fueron un elemento humano activo,
propiciador de las relaciones sexuales con los indígenas y con los esclavos y
esclavas negras, apareciendo este comportamiento sexual como un capitulo