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Obras de SAN AGUSTÍN - 10

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18 Introducción general<br />

los cuales la comunidad cristiana <strong>de</strong>l norte <strong>de</strong> África vive el<br />

misterio <strong>de</strong> Cristo en sus variadas manifestaciones en las festivida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> los santos, todo esto que<strong>de</strong> reflejado en las palabras<br />

dirigidas al pueblo.<br />

El Pastor <strong>de</strong> Hipona es consciente <strong>de</strong> que sólo pue<strong>de</strong> llegar<br />

al pueblo la Palabra <strong>de</strong> Dios cuando este pueblo sea capaz<br />

<strong>de</strong> asimilarla en sus <strong>de</strong>talles, previa traducción <strong>de</strong> la misma en<br />

palabra <strong>de</strong> hombre como vehículo necesario. No po<strong>de</strong>mos encontrar,<br />

y sería, por otra parte, algo sin sentido querer constatar<br />

la presencia <strong>de</strong> tratados teológicos <strong>de</strong>smenuzados en la predicación<br />

<strong>de</strong>l santo. Su visión <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la salvación, con<br />

lo que lleva <strong>de</strong> contenido, lo va <strong>de</strong>jando caer poquito a poco<br />

con reflexiones que parte <strong>de</strong> una vida que se va concretando<br />

tanto a nivel personal como <strong>de</strong> la comunidad <strong>de</strong>l pueblo a quien<br />

se dirige. Es esto lo que hace más difícil la lectura <strong>de</strong> Agustín<br />

separada <strong>de</strong> su contexto. Van <strong>de</strong>r Meer dirá textualmente: «El<br />

que quiera revivir en sí la visión <strong>de</strong>l cristianismo <strong>de</strong> Agustín,<br />

no necesita leer La Ciudad <strong>de</strong> Dios, ni siquiera el Manual para<br />

Laurentino, obra fundamental y ya <strong>de</strong> marcado cuño teológico;<br />

basta que tome los dos ejemplos <strong>de</strong> catequesis al final <strong>de</strong> De<br />

cathechizandis rudibus o que lea unos cuantos sermones sobre<br />

los gran<strong>de</strong>s misterios <strong>de</strong> la fe. A veces un solo párrafo nos da la<br />

visión entera» 68 .<br />

Centrada su predicación esencialmente en la Palabra manifestada<br />

en Cristo y leída en la Escritura, no podrá por menos <strong>de</strong><br />

orientar sus reflexiones en torno al misterio <strong>de</strong> la historia, que<br />

se centra en la mística <strong>de</strong> Cristo, en su dinámica <strong>de</strong> progreso<br />

y horizonte <strong>de</strong> vida y felicidad, que continúa en la historia presencializándose<br />

en la Iglesia, sobre cuyo misterio posee las<br />

más y mejores reflexiones m . A todo esto se unirán las <strong>de</strong>scripciones<br />

<strong>de</strong> las peripecias <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> los hombres, presentando<br />

sus actitu<strong>de</strong>s en torno al problema <strong>de</strong> la salvación y actuaciones<br />

para po<strong>de</strong>r instaurar en la propia vida este misterio 70 .<br />

Llega en otras circunstancias a presentar el sentido <strong>de</strong> esa<br />

Jerusalén celeste en su visión escatológica <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong>l<br />

cristianismo 71 . A su vez, une las reflexiones en torno a la<br />

vivencia cristiana en relación con la realidad mundana, sintetizando<br />

<strong>de</strong> esta forma sus visiones más grandiosas sobre el ser que<br />

se siente atraído por la presencia <strong>de</strong> lo divino en su vida<br />

68 Ibíd., p.555.<br />

69 P. BORGOMEO, O.C.<br />

70 A. BECKER, o.c.<br />

71 Cf. autores anteriormente citados.<br />

Introducción general 19<br />

e impelido a superar esta situación terrena, ya que esa imagen<br />

<strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> la cual él es <strong>de</strong>positario, le impulsa hacia lo eterno 72 .<br />

De esta forma, Agustín irá repartiendo el pan <strong>de</strong> la Palabra,<br />

<strong>de</strong>smenuzándolo en reflexiones que llegan progresivamente al<br />

pueblo según la capacidad receptiva <strong>de</strong>l mismo. No pue<strong>de</strong> alzar<br />

su voz y presentar los frutos <strong>de</strong> su contemplación y reflexión<br />

directamente cuando lo que en realidad necesita el público son<br />

aplicaciones concretas <strong>de</strong> ese mensaje al acontecer diario, empleando<br />

todos los recursos <strong>de</strong> la retórica con imágenes y explicaciones<br />

que parten <strong>de</strong> la realidad vivida y que más fácilmente<br />

pue<strong>de</strong>n tener inci<strong>de</strong>ncia en sus oyentes.<br />

5. AL SERVICIO DE LA PALABRA<br />

Constatamos al abrir la obra <strong>de</strong> Agustín su sentido profundo<br />

<strong>de</strong>l misterio <strong>de</strong> la predicación, colocándose en actitud <strong>de</strong><br />

escucha frente a ese misterio, manifestado a los hombres en<br />

Cristo Jesús: «Son cosas —dirá en una ocasión Agustín— más<br />

bien dignas <strong>de</strong> ser admiradas que <strong>de</strong> ser dichas» 73 . No pue<strong>de</strong><br />

permanecer en la indiferencia y pasividad cuando es consciente<br />

<strong>de</strong> ser mediador <strong>de</strong> la Palabra revelada y siente, por otra parte,<br />

su limitación e incapacidad, ya que observa su <strong>de</strong>bilidad y pecaminosidad<br />

en consonancia con el pueblo a quien va a ir dirigida<br />

esta Palabra 74 .<br />

La conciencia <strong>de</strong> limitación humana a la hora <strong>de</strong> traducir<br />

esa Palabra <strong>de</strong> Dios en palabra <strong>de</strong> hombre le hace ir convenciéndose<br />

cada vez más <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> seguirla oyendo continuamente,<br />

<strong>de</strong> escuchar al Maestro interior que se la va presentando<br />

<strong>de</strong> forma graduada y va preparando su persona con esa iluminación<br />

interior, disponiendo su espíritu para hablar 75 . Es la<br />

voz <strong>de</strong>l Maestro, que, con un timbre silencioso, le invita a hacer<br />

hueco en su interior para seguir escuchándolo. La <strong>de</strong>bilidad<br />

<strong>de</strong>l hombre que tiene la osadía <strong>de</strong> pronunciar esa Palabra, como<br />

mediador que es, viene reforzada continuamente por el amor<br />

que el Espíritu infun<strong>de</strong> en el corazón <strong>de</strong>l predicador y le guía<br />

hacia una comprensión más profunda <strong>de</strong>l misterio que se dispone<br />

a participar con el pueblo. La conciencia <strong>de</strong> la presencia<br />

<strong>de</strong> la acción <strong>de</strong>l Espíritu en el predicador la llega a expresar<br />

12 F. VAN DER MEER, O.C, p.556.<br />

73 In loan, tract. 56,1; PL 35,1486.<br />

74 S.288,4: PL 38.1306: ...Praedico tantillus tantum homo Verbum Dei;<br />

S.37.1: PL 38,221; S.151,8: PL 38,819.<br />

75 S <strong>10</strong>2,2: PL 38,611: Ego clamo, Ule vero in silentio...; S.153,1: PL 38,<br />

825: nos loquimur, sed erudit Veus: nos loquimur, sed Deus docet.

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